Abertura.

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En el centro de cada ser humano,
en algún lugar recóndito
que muchos desoímos,
cubierta solo a medias por musgo
y lo que parece ser maleza,
existe una cueva.

Una cueva oscura,
que parece húmeda,
pero a la que solo llegan las lágrimas
de las estalactitas.

En el centro de cada uno hay una cueva
a la que solo se accede cavando hondo,
desenterrando los silencios sepultados
bajo capas de polvo.

Y es que en el medio de esta cueva
(que no es en realidad lo más profundo),
hay un espacio abierto, donde grita
la voz acatarrada de este mundo.

Pero si te sitúas en el centro,
y elevas la mirada y te arrodillas,
en el momento exacto, hueco el techo,
verás que es un espejo lo que miras.

Cuevas y bosquesWhere stories live. Discover now