CAPITULO UNO

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Genevieve

Estoy inquieta y me acomodo de distintas formas sobre la cama sin poder conciliar el sueño. Llevo días así, pero no se lo cuento a nadie para no preocuparlos o que piensen que estoy enferma, por lo que hago lo de siempre y decido abrir los ojos y rendirme por completo a dormir el resto de la noche. Me siento sobre la cama, tratando de ver en la penumbra de mi habitación, mientras el silencio envuelve todo el lugar, a excepción de mi calmada respiración. Con cuidado, tanteo la mesita al lado de mi cama y enciendo una vela para ayudarme a ver el camino hacia la puerta. Me levanto y la abro, el cerrojo rechina como siempre y trato de abrir con más cuidado para no despertar a nadie. Encamino mis pasos por el pasillo de la mansión de padre en busca de alguien que pueda servirme un poco de leche tibia, tal vez eso me ayude.

Sin embargo, las velas de los candelabros aún siguen encendidas me extraño por ello y apago la vela que tengo en la mano dejandola descansar sobre la baranda de las escaleras. En ese momento, escucho murmullos en el piso de abajo. Camino con cuidado y me acomodo mejor mi bata sobre mi camisola, mientras el frío se cuela entre las finas telas. Mis manos se agarran a la baranda y bajo con cuidado las escaleras, mientras los murmullos se vuelven más fuertes y un llanto leve llama mi atención al pisar el suelo.

- Tabitha? - pregunto a la sombra escondida llorando en una esquina de la sala. Una de las esclavas (aunque no me guste ese término) está sosteniendo y tratando de poner en su lugar su vestido, el cual está completamente roto y descolgado en varias zonas. Miro el suelo, donde la sangre baja por sus piernas, y la miro a los ojos cuando más lágrimas bajan por sus mejillas. - ¿Qué te ocurrió?

-¡Señorita, vuelva a su habitación inmediatamente! No deben verla. - susurra exaltada mientras se acerca hacia mí. Su rostro muestra una expresión de dolor, como si el simple hecho de caminar le causara sufrimiento.

- ¿Quién no debe verme? Solo quiero un vaso de leche - le respondo, confundida. Tabitha niega rápidamente con la cabeza y me empuja de nuevo hacia las escaleras, provocando que tropiece y casi caiga sobre la baranda. En ese instante, la vela que antes deje allí se cae al suelo con un sonido sordo, interrumpiendo los murmullos que antes se escuchaban en la mansión.

Los ojos de la mujer frente a mí se abren en alerta y su respiración se agita mientras unos pasos fuertes se acercan rápidamente a la sala. Siento un escalofrío recorrer mi espalda mientras me pregunto qué es lo que está sucediendo y la confusión junto a un miedo repentino se apoderan de mi cuerpo.

- ¡Escóndace detrás del sillón, ahora! - me susurra con urgencia, y sin dudarlo, obedezco ante la alerta en su mirada. Con pasos rápidos y silenciosos, me oculto detrás de uno de los sillones de mi madre.

Los segundos parecen eternos mientras mi respiración se agita. Los pasos pesados y fuertes se acercan a la habitación, y entonces lo veo: un hombre alto y flacucho escanea la habitación con la mirada. ¿Quién es él? ¿Dónde están mi madre y mi padre? ¿Por qué Tabitha está sangrando? Mi corazón late rápidamente en mi pecho, y un mal presentimiento se instala en mi estómago como una comida mal digerida.

- ¿Con quién hablabas, esclava?- pregunta el hombre mientras sus ojos se posan en Tabitha, quien intenta en vano cubrirse con su maltratado vestido.

- Con nadie, solo... me siento mal- responde Tabitha con voz temblorosa. El hombre la mira de arriba abajo y se acerca a ella, agarrándola con fuerza del rostro,Tabitha jadea y se estremece por el violento acto.

- Mientes- murmura el hombre. Cierro los ojos instintivamente mientras el escanea toda la habitación. Un miedo irracional se apodera de mí mientras él da un paso adelante en mi dirección, revisando detrás de cada uno de los sillones de mi madre hasta que llega al mío. Intento levantarme para correr, pero su mano me agarra con fuerza del cabello, haciéndome gritar de dolor.

La promesa del pirata ( Una flor robada ) Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ