—Rey de picas —comenta el rubio, señalando la amenaza.

Iryna rueda los ojos antes de murmurar: —No me digas.

La comprensión se apodera de los cuatro, silenciando cualquier comentario mientras disfrutan de unos breves segundos de relativa paz antes de que los disparos vuelvan a romper el sosiego.

—Tenemos que movernos —insta la mujer alta, leyendo la inminencia de la amenaza.

—Si nos movemos, nos van a matar —suelta Niragi con una mezcla de determinación y pesimismo. Aquella situación iba a ser más prolongada y compleja de lo que habían imaginado.

En ese tenso instante, el chirrido de las ruedas de un automóvil rasga la atmósfera en la carretera, justo donde se encuentran, y la improbabilidad de tal coincidencia titila en sus miradas. Alguien se ha detenido en ese punto, añadiendo un nuevo elemento de incertidumbre a su ya complicada lucha por la supervivencia.

—¡VAMOS! ¡SUBAN! —el grito de Arisu retumba desde la distancia, aunque la falta de visibilidad mantiene al grupo oculto. La primera en asomarse es Kuina.

—¡Son Arisu y Usagi! Están con Ann y Tatta, andando —grita ella hacia el grupo sin detenerse para verificar si la siguen, mientras se pone en marcha. 

Kuina encabeza la subida al auto, seguida ágilmente por Niragi. Sin embargo, la fortuna no sonríe a Iryna; un cuerpo cae justo delante de ella, tropezando y sintiendo cómo su tobillo cruje en el proceso.

—¡Váyanse! ¡Estaremos bien! —grita Chishiya en el momento en que se acuclilla sobre la castaña para protegerla. Kuina duda, vacila, pero finalmente cierra la puerta y el auto arranca dando tumbos. —Vamos, tenemos que movernos.

Iryna rechaza la ayuda del rubio. Entre sollozos y jadeos, esquivando las balas, se pone de pie como puede, y ambos comienzan a correr, tratando de desviarse del camino del rey de picas. Zigzaguean entre los autos estacionados hasta que a Chishiya se le ocurre algo y hace que ambos desvíen la carrera metiéndose en un edificio, donde trancan momentáneamente la puerta con una silla. Se revela como un viejo restaurante derruido.

Mientras él se inclina hacia adelante, jadeando, la castaña se ha lanzado al suelo, igual de agitada, quedando tendida por algunos minutos.

—Debiste haber ido con ellos —murmura después de un largo silencio incómodo entre ellos, notablemente más relajada. Afuera, el bullicio y los gritos continúan.

—No iba a dejar que te quedaras sola —ella alza una ceja mientras él se acuclilla a su lado, y sus miradas se cruzan cuando Iryna se incorpora para sentarse. —¿Puedo? —Chishiya señala su tobillo. Ella asiente de mala gana y voltea la cabeza para evitar el contacto visual, sumergiéndose en la tensión palpable que rodea su refugio improvisado.

Con cuidado, desliza la zapatilla y retira el vendaje, revelando que la extremidad de Iryna ha comenzado a hincharse por la retención de líquido. La condición es visiblemente peor que antes, y al explorar con suavidad, confirma que cualquier contacto provoca que ella jadee, aunque haga un esfuerzo evidente por contener la expresión de dolor.

—Eso duele —admite ella, y una única lágrima se desliza por su mejilla.

Él suspira pesadamente antes de hablar.

—Probablemente tengas una fisura; eso significa que la fractura es una línea fina en la estructura ósea —explica mientras, con un dejo de fatiga, busca en los bolsillos de un nuevo abrigo que ha conseguido antes de salir de la playa.

La situación le recuerda que, entre todo el caos, no ha tenido la oportunidad de apreciar el hecho de que Iryna lleva puesta su antigua chamarra blanca.

FOREIGNER [Chishiya Shuntaro]Место, где живут истории. Откройте их для себя