Epílogo.

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Kaveh nunca pensó que llegaría hasta donde acababa de llegar ahora mismo, no podía creer que tenía delante de sus narices nada más ni nada menos que la puerta de lo que era finalmente su nueva casa, desde luego fue una pena que la que estuvo viviendo con sus padres por tanto tiempo tuviera que venderla por razones que ni siquiera quería recordar, a decir verdad, no quería recordar absolutamente nada de su pasado sino centrarse en su presente.

¿Para qué recordar el pasado? Ese que te había estado torturando por tanto tiempo, por nada del mundo volvería a aquellos días, había tenido que hacer un tremendo esfuerzo para conseguir finalmente un nuevo hogar, una nueva vida diferente a la que antes tenía, incluso le pagó la deuda a Dori, al final mereció la pena y todo seguir trabajando horas extra de profesor de arquitectura y cómo no el hecho de poder seguir diseñando edificios sin perder la paciencia con un cliente.

En fin, ahí estaba, ordenando algunas cosas de su nuevo hogar, la mayoría de los muebles que estaban ahí no le hizo faltar comprarlos puesto que el inmueble se lo había comprado amueblado, no le importó demasiado, no le importaba tampoco tener los mejores muebles ni la casa más hermosa en sí, él solo ansiaba una casa humilde y que tuviera al menos las zonas más importantes, una cocina, un baño... ni siquiera tampoco se molestó por el diseño exterior, raro viniendo de un arquitecto, ¿verdad? Sabiendo además que Kaveh era el típico "tiquismiquis" por cualquier diseño que solía ver.

Pues así era, seguía siendo el mismo chico altruista de siempre, pensando más en los demás que en él mismo, prefería seguir pensando en realizar los mejores diseños de hogares para otros que pararse a pensar en el suyo en cuanto tuviera la oportunidad.

Lo reconocía, volvió a ser de nuevo un poco impulsivo, quizás pudo haber tenido la oportunidad de elegir el diseño que más le gustaba pero las ganas que tenía de irse de la casa de Alhacén y empezar una nueva vida y mejor ganaron, ya daba igual, sólo quería paz mental y no seguir teniendo ningún tipo de problema más en la vida, mucho menos económico, que por suerte y de momento no ha tenido que sufrir uno después de un tiempo.

Ese mismo día tenía algo de tiempo libre pero Kaveh lo aprovechó para sentarse en frente del escritorio de su habitación, en este se encontraba una gran hoja de papel, varios panfletos de diseños de edificios a un lado y un bote de tinta, la pluma la tenía justamente en su mano, y ahí es donde se tiró como por dos horas realizando diseños propios, como de costumbre, vaya, tal y como solía hacer en casa de su ex compañero de piso.

Los minutos seguían pasando y sentía que algo era diferente, dejó la pluma a un lado, se recostó un poco sobre su silla y realizó varios vaivenes con esta, acto seguido miró a su alrededor, había demasiada tranquilidad, a esas horas seguramente ya estaría escuchando a Alhacén yendo a la cocina a prepararse alguna cosa y así poder seguir disfrutando de su lectura, se notaba demasiado el cambio drástico de haberse independizado definitivamente, de vivir solo, todo... era diferente, muy diferente.

Trató de no pensar demasiado y en nada más que no fuera en aquello que estaba trabajando pero a medida que seguía pasando el tiempo el escriba regresaba a su mente, una y otra vez, estaba comenzando a frustrarse demasiado, todo parecía ir bien, había estado dibujando mucho pero llegó a un punto en el que no pudo continuar, así que dejó la pluma en su lugar correspondiente y comenzó a pasearse tranquilamente por la casa, tratando de despejar su mente.

Hm... quizás así ya que haya hecho definitivamente a la idea de que vivo solo, que la única persona que vive en esta casa soy yo y que aunque a partir de ahora todo va a ser diferente no significa que vaya a ser peor.

Exacto, así es como se supone que debía de ser, ¿verdad? ¿no se supone que eso era lo que el propio Kaveh quería? Deshacerse de ese hombre irritante y egoísta, dejar de pagarle el alquiler, dejar de tener esa convivencia, a veces, tan insoportable. Ahora no tenía que aguantar más sus comentarios, sus miradas, cualquier idiotez que viniera por su parte, nada...

Nada, eso es lo que le quedaba ahora sobre el escriba, nada... o al menos eso él creía. Ni siquiera pasear por su casa le ayudaba, los recuerdos que en aquella casa seguían viniéndole a la mente, lo mejor sería dar un paseo, sí, quizás eso ayudaba más, no importaba si se retrasaba de más en los diseños que estaba trabajando ahora, el día era bastante largo, por lo tanto, fue directo a su puerta, metió la mano en su bolsillo y sacó la llave, pero en cuanto se dio cuenta de que se trataba de las llave equivocadas abrió los ojos como platos.

Aquella llave era la copia que le hizo Alhacén cuando se quedó a vivir con él, ¿qué diablos? ¿pero dónde había metido la de su casa? Dirigió la mirada hacia la pequeña mesita que tenía en el recibidor, cierto... se había comprado una pequeña bolsita para guardar la nueva, por mera costumbre y como solía hacer, metía la mano en el bolsillo para sacar la llave de la casa de su antiguo compañero de piso, volvió a mirar aquella llave diseñada con la cara de un gato, sintiéndose un completo idiota.

—¿Cómo diablos aún guardaba esto? —Cuestionó el arquitecto tirando las llaves con fuerza contra el suelo, frustrándose más de la cuenta. —¿Se puede saber qué te pasa, Kaveh...?

Colocó la mano en la manivela de la puerta, a punto de abrirla para así poder salir y despejar esa mente, urgentemente, pero algo se lo impedía, abrió un poco la puerta pero enseguida la volvió a cerrar, mordiéndose con suavidad el labio inferior. Acto seguido se agachó para recoger las llaves, aquel gatito que decoraba la llave se había roto un pequeño trozo, ¿y ahora por qué se sentía tan mal de repente? Si qué más daba, esas llaves ya no le servían de nada.

Sin entender absolutamente por qué, recuerdos y más recuerdos acechaban en la mente del arquitecto, se sentó en uno de los sofás de su salón de estar, juntó las palmas de ambas manos y dirigió la mirada hacia el suelo. La pregunta clave era esa, ¿qué le ocurría? ¿por qué incluso estando en su nuevo hogar los recuerdos venían a su mente? No sólo Alhacén sino cualquier recuerdo que tuviera que ver con su pasado, ¿quizás es porque aún era pronto y necesitaba tiempo? ¿más tiempo en seguir viviendo solo? Cualquier mudanza siempre era adaptarse a nuevos cambios, justo eso, él quería cambios, dar un lavado de cara a su vida, debería sentirse feliz pero a decir verdad parecía ser todo lo contrario.

Esta vez se encogió de piernas y escondió su rostro sobre estas.

—Realmente esto es lo que yo quería, ¿verdad...?

I hate you... but I love you.Where stories live. Discover now