Tu risa

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Viajar a aquel lugar fue la mejor decisión que había tomado la amiga de Mickey, Minnie, en ese lugar podrían disfrutar de la maravillosa vista que se podía disfrutar por las noches.

Las amistades del ratón compasivo y del demonio se estan presentes en el extraordinario viaje, la mayoría disfrutando de algunas vacaciones y el resto por diversión.

—¡Por fin hemos llegado! —suspira el único demonio presente, exhausto por el largo camino.

Algunos de los presentes sueltan una risita por el comportamiento de su compañero, ellos también está cansados después de tanto caminar. Que, según Minerva, era para contemplar la pequeña cuidad y conocerla.

Las habitaciones frente a ellos se dejaban ver por el largo pasadizo, ya habían entrado al lugar donde se hospederían y resguardando sus respectivas llaves de cuarto.

—Bueno, debemos acomodarnos para poder hacer el recorrido —avisa Minnie.

Dicho eso, cada uno se encamina, una vez más, hacia sus respectivos cuartos, unos individuales y otros compartidos.

La habitación de Mickey esta al final del pasillo, por elección propia queriendo alejarse de algún bullicio provocado por sus amigos. Afortunadamente, no lleva muchas maletas consigo, lo que significaba menos peso para llevar de un lado a otro sin ningún problema.

En su recorrido se aprecia como algunos ya se adentraban a sus cuartos, o algunos que tenían problemas para encontrar la llave. Mickey, pudo adentrarse a su habitación con sencillez, abriendo la puerta, en su interior se mostraba la habitación impecable, todo de manera ordenada. Examinando más se percata de la ventana cubierta por las enormes cortinas, acercándose y dejando sus maletas sobre la cama se dirige hacia la ventana para despejar las cortinas y abrirlas, obteniendo una linda vista al exterior. Dejando que una sonrisa se aprecie en su rostro, inhalando el fresco aire exterior.

Dando la vuelta, se dirige hacia la cama individual, queriendo tumbarse a esta y hacer que sus músculos sean relajados por su comodidad; sin embargo, no quiere dejar sus cosas para después, dejar todo para último momento no es de su estilo, aún que aveces haya excepciones.

Y se puso manos a la obra.

El leve frío se estaba empezando hacer, recorriendo toda la habitación, mas no le dio importancia al roedor. Había abierto maleta por maleta, guardando y organizando sus cosas en algunos lugares de la habitación. Pero como no trajo mucho, le resulta más fácil acomodarlas.

Un golpeteo en la puerta había llamado su atención haciéndolo mirar hacia la dirección proveniente, la puerta estaba abierta, permitiendo ver con rapidez el causante del ruido, dejando visualizar a uno de sus amigos, Bendy.

—¿Ya terminaste de desempacar? —pregunta el ratón curioso volviendo a sus cosas que fueron interrumpidas por él, sabiendo que solo han pasado pocos minutos desde que llegaron y que el demonio había traído más maletas que todos.

—No, lo haré después del recorrido —responde sin más, el tono relajado se escucha en su paladar. Estaba adentrándose a la habitación, mirando a su alrededor pasa de lado de Mickey para dirigirse hacia la ventana abierta—. Mickey, ven y mira. —llama con delicadeza a Mickey.

Mickey está indeciso. ¿Debe obedecer la petición de Bendy o seguir con lo suyo? Bah, solo le queda terminar de acomodar unas pocas cosas, no hará mucha diferencia si va a ver. Decide hacer caso a la solicitud y se acerca a Bendy.

—En este lugar no hay contaminación lumínica. Ya se pueden contemplar las estrellas —menciona Bendy alzando la cabeza para ver las estrellas que se pueden ya visualizar.

—Minnie hizo bien en traernos aquí.

—Sí... Para la próxima vez, sería mejor que ella siga eligiendo el lugar, y no hay que dejar que Boris lo haga. —dice mientras dibuja una sonrisa en su rostro— Lo quiero, pero a veces es un poco tonto. —menciona sin afán de burla.

Ante estas palabras, Mickey también sonríe. Los lugares que Boris elige son icónicos y aún que pueden ser un poco torpes en el camino, siempre terminan siendo una experiencia divertida y con un final estupendo.

—Y sin mencionar los lugares que elige Donald, podríamos decir que son "extremos". —comenta con sarcasmo, aunque en realidad los lugares que Donald elige son los más tranquilos y seguros, lo cual puede parecer aburridos para algunos de ellos.

Esto hace que ambos suelten pequeñas risas. Recordar momentos graciosos es algo que a Mickey le encanta. Y más aún si está con él.

—Una vez, en uno de esos viajes, llegamos a confundirlo con otro ser. —suelta risas mientras recuerda el incidente—O cuando... —y continúa relatando el demonio.

Las risas llenan la habitación. El ambiente es agradable y ambos disfrutan de la compañía del otro. Especialmente disfrutan de la vista frente a ellos. Las estrellas se vuelven cada vez más notorias, lo que lo hace más bello el ambiente.

Los chistes sobre sus experiencias son disfrutados por ambos, ya que comparten el mismo sentido del humor, lo cual facilita la comprensión mutua.

En medio de una de esas risas, Mickey suelta su típica y clásica risa sin ser aproposito, lo que hace que se detenga de repente y se cubra la boca avergonzado, retrocediendo un poco.

Oh, no... A él no le gusta esa risa. No es necesario decir más, simplemente no le agrada. Es un "pasado oscuro" para él. Esa risa que no lo abandona, por así decirlo, se ha acostumbrado a tenerla. Es su sello distintivo, desgracia para el ratón.

Bendy se desconcierta por este repentino cambio. Había escuchado esa risa de Mickey antes, pero no sabía que le disgustaba.

—Oye... ¿pasa algo? —pregunta el demonio, señalando lo obvio, volteando a verlo.

—Nada, solo olvídalo, por favor —pide Mickey con cierta vergüenza mientras se quita la mano de su boca.

—¿Tu risa? Pero si es encantadora —comenta Bendy suavemente—. Es tu sello distintivo, lo que te hace único.

Mickey se queda sin palabras. No sabe cómo responder ante esto, no sabe corresponder a un halago. Y más aún viniendo de Bendy, quien rara vez lo elogia.

—Michael —dice Bendy con firmeza y suavidad al mismo tiempo—, tú y tu risa han dejado huella en la infancia de muchas personas, ¡eso es algo grandioso! —declara con sinceridad. Inhala y exhala, preparándose para continuar—. ¿Por qué la odias tanto? Es la cosa más hermosa que he escuchado. Tu risa, esa risa que tanto me gusta cuando la sueltas.

Un silencio se instala después de las palabras del demonio. Aquellas palabras dichas hacen que Mickey se sonroje de vergüenza por avergonzarse de su risa. Es un sentimiento contradictorio, pero al mismo tiempo, reconoce que forma parte de él.

Mickey no sabía qué responder antes, y ahora menos. ¿Fue un halago o una declaración? Está en duda. Pero lo dicho le hace sentir bien.

El sonido de la puerta ser tocada se hace presente haciendo que ambos seres volteen a ver, donde Mickey agradece internamente la interrupción al no saber que decir, seguido de una voz femenina:

—¿Ya están listos? Nos tenemos que ir —comenta Minerva con alegría y afectuosidad—. Los estaremos esperando —dijo para después retirarse.

Un breve silencio más.

—Tenemos que irnos —menciona Mickey con voz apenada, comenzando a dirigirse hacia la salida de la habitación y saliendo de ella, dejando a Bendy solo.

Bendy sonríe. Le resulta algo lindo ver al ratón comportarse de esa manera penosa. Es algo nuevo para él. No sabe cómo describir lo que siente hacia Mickey, pero le gusta experimentarlo.

Sin más, se dirige hacia la salida de la habitación y cierra la puerta.

Fin.

Tu risa | BendymouseNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ