II. Sunday

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El domingo es el día que más odio. No puedo soportarlo. Si existiera un día de la semana que quisiera anular, sería, sin duda, el domingo.

Es el día en el que todos ignoran con más facilidad mi existencia y en el que más permanezco escondida, bajo las sábanas o las cobijas según el clima y hago prácticamente nada, excepto llorar, sin excepción.

Cuando era niña, los domingos eran los días más aburridos. No había tv o internet. La tv estaba en la habitación de mis padres, que los domingos permanecía cerrada hasta al menos, las nueve de la mañana (ahora como adulta entiendo por qué) y en 1989-1990, el internet no parecía siquiera algo imaginable. Mi hermano y yo permanecíamos haciendo aquello que hacían los hermanos en 1990: pelear, dar vueltas por la cama y aburrirnos como ostras en el inmenso mar, hasta que finalmente mi madre, que siempre era la que despertaba primero los domingos, nos hacía el desayuno, (siempre algo molesta si lo pienso detenidamente) y finalmente mi padre despertaba con mejor humor que ella y nos prendía la tv. Con el tiempo, la sacaron de la habitación o hubo otra, de modo que los domingos se hicieron ligeramente más tolerables viendo anime, que ya existía, o algún otro programa. Recuerdo perfectamente que odiábamos las películas de los domingos de las televisoras locales. Es más, aún las odio. Por eso no veo tv local hace unos veinticinco o treinta años. Siempre fui más aficionada a leer.

Tenemos una mini biblioteca en la casa donde aún vivo, que mi padre llenó de libros. A lo largo de la vida, los leí todos. Deben ser unos cuatrocientos.

Luego, mi padre finalmente dejó de comprar libros y le seguí yo. Mi padre murió en 2011 y no sé cuál fue el último libro que leyó. Sólo sé que llegó un momento en que no pudo leer más porque no era capaz de discernir y transmitir luego lo que leía. También recuerdo que al pasar del tiempo, evadía escribir. En sus últimos días de hospital, ni siquiera podía hacer su propia firma. No necesito escribir que su muerte rompió mi corazón.

Tenía la letra más bonita que he visto en mi vida.

Entre mangas y libros, debo tener alrededor de doscientos. También los he leído todos... No. Aún no leo Cuentos de la Alhambra.

Si no mal recuerdo, este año, alrededor del mes de septiembre y octubre, fui con Él a una feria de libros. Había un ejemplar de Cuentos de la Alhambra. Él me lo había mencionado alguna vez como referente y estaba en el proceso de hallar el libro en algún momento en la vida, cuando, por casualidad, lo ofrecían muy barato en aquella feria. El ejemplar tiene la pasta blanda y había en cantidad. La presentación es muy linda, con una paleta de color en tonos borgoña y una fuente sencilla y distintiva.

Recuerdo que gasté cinco dólares en ambos ejemplares, uno para él, que le regalé en ese momento y otro, para mí.

He evadido un poco leerlo. No soy de las que evade leer. Lo disfruto. Y aunque leer ese libro me conectaría con Él de alguna manera, e incluso me acercaría, lo cierto es que acercarme a alguien que no está cerca, no es lo que deseo.

A veces pienso que debería hacerlo. Otras, que debería tirarlo.

Y lo mismo pienso a veces con la relación misma. Es una relación, pero a la vez no es una relación.

Él sabe de la relación. Sabe que existe. Mi familia sabe de la relación. Yo lo sé. Y nadie más. Su familia jamás aceptó siquiera la posibilidad de que una mujer mayor que él y con un hijo, fuese una candidata siquiera, como si su familia fuese la gran cosa y yo no fuese nada. Irónicamente, el hijo mayor de la familia embarazó a una mujer casada, de su iglesia, tiempo antes de que terminara por casarse con otra, que también irónicamente, carece del conocimiento para salir corriendo de él porque, convenientemente, toda la familia ocultó la existencia de ese bebé, una niña, que hoy debe rayar los tres o cuatro años.

Con todo y eso, él eligió "evitar más problemas" y no decir nada más. Fingir que la relación no existe. ¿Por qué debería creer en alguien que finge que no existo cuando dice cualquier otra cosa? ¿Se puede mentir en una cosa y no en las demás? ¿Se puede hacer por once años? ¿Se puede ignorar tanto tiempo el dolor de la persona a la que dices amar, por tanto tiempo?

A Él lo obligaron a salir de la casa familiar, buscarse la vida y por separado, en un lugar pequeño y sin mucha infraestructura ni para vivir, y por un tiempo, sin embargo, no estuvo mal para Él. Y digo que "lo obligaron", porque no era tema tener una vida normal, con entradas y salidas, imposible.

Sé que no debería estereotipar a ninguna religión, pero las implicaciones de la que él tenía, y a la que luego de manera completamente inesperada, supuestamente renunció, definitivamente influyeron significativamente en sus decisiones y en los sucesos en la vida de ambos.

Se mudó luego de eso a otro sitio, un departamento que decidió comprar con un crédito, departamento en donde finalmente comenzamos a pensar que podríamos tener una vida juntos, aunque yo no me mudé. No voy a culparlo sólo a él. Tengo un hijo, con una condición neurodivergente. Él también vive con la misma condición.

Tal vez yo me metí sola en esto y la única culpable de mi propio dolor soy yo.

Las banderas rojas del destino son muy crueles y lo del departamento duró apenas un período muy corto.

Un día, en que había ya mudado varias cosas propias y en que Él ya había también comprado otras, simplemente salió de trabajar para darse un baño antes de verme y cuando llegó, el lugar había sido desmantelado por completo. Lo habían vaciado completamente. ¿Quiénes? Personas. Personas para quienes es fácil desmantelar un sitio que saben que está solitario por horas y en unas seis, habían vaciado el lugar por completo.

No puedo negar que aquello definitivamente me destrozó. A ambos, aquello nos destrozó. Perdimos todo nuestro esfuerzo y empezar nuevamente constituyó un esfuerzo triple que hasta el momento no ha dado un solo fruto.

Llegué a este punto de mi propia historia porque odio los domingos, y es que la principal razón, es que Él desaparece esos días y sospecho por qué pero creo que intento evadirlo porque no quiero creerlo.

No existe un domingo en que crucemos más de veinte frases en todo el día por Whatsapp.

Sí, las he contado.

Eso me hace sumamente infeliz.

Sé que es todo lo demás lo que debería hacerme infeliz. Sé que hoy por hoy, una mujer con un comportamiento como el mío, no puede describirse más que como una mujer codependiente y sin autoestima, que está esperando por alguien que no la valora y a quien no le importa realmente.

Sé cómo luzco ante los ojos de los demás.

Pero aún así, no creo merecer sentirme de esta manera y vivir de esta manera, como si mi existencia no tuviera ningún valor. Sé que debe haber una razón mucho más grande para que desaparezca que el mal internet en donde vive.

Y es así como siempre pienso en que mi vida no tiene sentido, y me hago siempre la misma pregunta.

¿Qué más da si muero? Incluso muerta, pensar en mí en la lejanía, tendría más sentido que salir con una mujer viva, pero de la cual no sabe nadie.

Mi vida pensando en la muerteWhere stories live. Discover now