03

1.3K 139 38
                                    

______ Seymour

Miré al rededor tratando de descifrar dónde me encontraba. Estaba en mi antigua casa, en México. Caminé por los desolados y grandes pasillos esperando encontrar alguna persona, más no logré mi objetivo.

Parecía que las personas habían desaparecido, pero todo se encontraba en su lugar, dejándome un extraño vacío. Escuché risas en lo que respecta antes que era mi cuarto, dudosa, me acerqué para ver si alguien se encontraba ahí. Fruncí el seño cuando ví que se trata de mí y mi hermana. Ella me está a abrazando mientras yo estaba en mi cama descansando.

— Te quiero musho hermanita. Te amo tanto hasta el infinito — dijo de broma causándome una risa.

— Yo también — mi yo estaba tratando de alejarla. Así era yo antes, no la valoraba.

Pronto me paré rápidamente de la cama para ponerme seria.

— Alistate rápido, tenemos que ir al doctor a checar lo que tienes.

Cuando oí esas palabras de mi boca, solo pude taparme la mía y recordar ese doloroso día. Mi corazón empezó a latir rápido, el pulso empezaba a acelerarse y me costaba respirar. Mis manos sudaban. Traté de dar pasos hacia atrás para no verlo pero no podía salir de aquí.

— ¿La bola que tengo en los pechos? ¿No es normal? — cuestionó.

— No lo es, hermanita. Corre, ve a bañarte — ordené.

Sabía que era un recuerdo, pero dolía.

— Tengo que salir de aquí — me susurré a mí misma — ¡Déjenme salir! — grité pero nadie hacía nada.

Solo ví pasar a mi lado a mi hermana, con eso tuve suficiente y me paré.

— Perdóname — sollozé —. Perdóname, por favor. Yo también te amo — me ignoraba así como se preparaba. Me hice para atrás esperando recargarme en la pared, pero no fué así.

Caí al vacío.

Todo se volvió negro; yo solo estaba cayendo sin ningún fin esperando caer en algo. De pronto aparecí en un cuarto oscuro, sin fin y negro.

— Podrías estar conmigo, de mi lado — salté en mi lugar al oír esa voz.

Era yo, pero me escuchaba más grave. Voltee bruscamente viéndome a mí misma. Me aterré por un momento, sorprendida.

Era igual a mí, solo que con los ojos negros.

— ¿Qué?... ¿Quién eres tú? — susurré fascinada por la exactitud de mi estructura ósea.

— Solo dame la mano y podrás estar con ella — miré a mi lado viendo a mi hermana.

— ¿Lo dices en serio? — mis ojos brillaron.

Pero pronto caí en cuenta de ello.

— Así es. Ven — me extendió la mano pero retrocedí.

— No soy tan estúpida como crees. Jamás me tendrás. ¿No te cansas de intentarlo? — solo río y desapareció otra vez.

Esa tentación dentro de mí siempre aparecía. Pero siempre le negaba la entrada a mi cuerpo.
Pronto todo se distorsiona a mi alrededor, incluso sentía raro mi cuerpo pero no hice nada.

𝐋𝐎𝐕𝐄 ⸻ 𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐡𝐨𝐦𝐞 𝐈𝐈Onde as histórias ganham vida. Descobre agora