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El carrito del supermercado rechinaba demasiado, también le faltaba una rueda y hacía que se inclinara, esto provocaba que cada dos segundos se desviará a la derecha; en más de una ocasión Jongseong chocó con los carritos de dos señoras. Jungwon solo se reía silenciosamente mientras veía como Jongseong se disculpaba con las señoras e intentaba hacer que el carrito no se descarrilara.

Jongseong le hizo mala cara a Jungwon mientras veía a este aguantarse la risa.

— Sí, es gracioso. Ya entendí. Mejor dime qué sigue en la maldita lista— dijo Jongseong, enfadado porque el carrito se estaba volviendo a ir de lado.

Jungwon sacó del bolsillo de la sudadera la lista que su mamá le había dado antes de salir de la casa. Desarrugó los bordes y leyó en voz alta:

— Pan molido y galletas saladas.

Hizo una mueca mientras volvía a releer en voz baja esa parte de la lista.

— ¿Para qué carajos quiere galletas saladas mi mamá?— preguntó a Jongseong, quien solo se encogió de hombros.

— Son buenas. A mí me gustan.

Empujó el carrito intentando que su trayectoria no fuera tan chueca como una línea recta hecha por un infante, ignorando que la mueca persistía en la cara de Jungwon. Aunque después de unos segundos se le hizo imposible poder ignorarla.

— Suéltalo.

El menor detuvo su andar momentáneamente, sorprendido, pero continuó caminando cuando se dió cuenta que Jongseong seguía inverso pateando una de las ruedas del carrito.

— No sé de que hablas— mintió Jungwon.

A su lado, Jongseong alzó una ceja, dejando en claro que no se creía sus palabras. Jungwon suspiró, metiendo sus manos en los bolsillos de la sudadera, jugueteando con la lista de la compra que seguía dentro de uno de estos.

— Es que iba a ser algo muy ofensivo. Me arrepentí justo después de pensarlo y me agradecí a mi mismo por no decirlo.

— Adelante— insistió Jongseong, una vez más.

Con la cabeza mirando al piso, el chico murmuró algo y Jongseong le dió un zape.

— Dilo en voz alta. No te escuche nada.

Silencio.

Jongseong rodó los ojos y volteó a ver a Jungwon en un intento de volver a regañarlo, pero lo encontró sobándose la cabeza.

— Mierda— murmuró Jongseong, olvidándose del carrito un segundo—. ¿Te pegue muy fuerte?

Jungwon alzó su mirada, no estaba llorando ni nada parecido, pero sus orejas estaban rojas y Jongseong se dió cuenta que estaba avergonzado.

— Tus gustos...

Desviaba la mirada a cualquier otro lado que no fuera Jongseong y jugaba con sus propios dedos. Jongseong se empezaba a preguntar qué carajos lo tenía de esa manera.

— Tus gustos — volvió a empezar— son estúpidos.

¡¿Qué mierda?!

La cara de Jongseong debió haberlo dicho todo porque Jungwon lo vio con confusión escrita en toda su cara.

— ¿Qué?— preguntó Jungwon.

— ¡Esa debería ser mi pregunta!— exclamó Jongseong, alejándose de Jungwon para volver a empujar el carrito— ¿Qué carajos, Jungwon? Solo te di un zape y ya quedaste un poquito cu-cú.

Hizo un movimiento de mano para indicar el movimiento de ideas y eso pareció ofender a Jungwon porque le soltó un golpe en el brazo. Jongseong se arrepintió de haberse burlado al instante, a veces se le olvidaba que detrás de esa carita linda estaba un chico que era cinta negra en taekwondo.

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