Prólogo

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Fue hace 5 años.

Delta maldecía cruelmente al recodar los años que han pasado.

Odiaba con todo su ser recordarlo, y más aún cuando al lado de su cuarto dormía un recordatorio latente de sus acciones.

Era lo único que ese desgraciado hizo bien.

Eran las 5 de la mañana y en su cama en las llanuras solitarias los gallos todavía no cantaba.

Delta, la alcaldesa del lugar, no pudo atrapar el sueño; esto se había vuelto más común cada día.

Se movía en la cama, tratando de conseguir una buena posición para dormir, pero solo llegaban a su mente recuerdos, donde aquella horrenda, horrenda...hermosa voz, le daba los buenos días, ignorando su cara de culo al despertar.

¿Realmente lo extrañaba? ¡Pues claro que no! No lo necesitaba a él, ni a ningún otro troll macho; ella era una mujer fuerte e independiente, era ella contra el mundo.

Pero, si no lo extrañaba ¿por que todavía tenía la cola azul? ¿por que usaba siempre esos pantalones que eran sus favoritos? o, seriamente, ¿por que aún soñaba con él?

Él la había abandonado, con un huevo en camino; pero a pesar de todo el mal que le había hecho... Aún lo quería.

Estaba loca, aquello no era posible y debía asegurarse de que fuera así.

No debía pensar estupideces, no era propio de una troll como ella.

Aún que Delta tampoco estaban excelsa de sus pecados.

En toda la vida de la niña le había mentido

Ella no era su tía como todos había creído, sino su madre; y aquel bastardo que la abandonó era el padre.

No sabía cómo fue posible que, a sus 30 años, se dejará seducir tan fácil y de tan vil y desagradable Trolls.

Realmente fue un suceso que espera nunca repetir.

Afortunadamente nunca lo volvería a ver.

— ¿Hola? — Desconcertada y somnolienta tomo el teléfono

— Delta, cariño, lamento la hora pero es algo de suma importancia

— Espero que lo sea, por que para llamar a esta hora-

— Lo siento de nuevo, pero quiero invitarte a un fiesta de bienvenida

— ¿A quien le damos la bienvenida?

— Pues, lo que pasa es que hace unos días rescatamos a los hermanos de Ramón y-

— Wow, Wow, Wow — la interrumpió — ¿Ramón tiene hermanos?

— Si, y yo también, es una larga historia, te la diré cuando estás aquí, por ahora quiero que vengas a la fiesta de bienvenida a Clay, Toño, Floyd y, oh, Jonh Dory

Aquello último le heló la sangre

— ¿Delta?

Pero no obtuvo respuesta alguna.

Afortunadamente nunca lo volveré a ver...

¿O sí?

20 años de soledadWhere stories live. Discover now