Día 1. Carta de Amor

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El cielo de Wistal estaba tapizado de nubes grises y los verdes campos eran bañados por una lluvia torrencial. El constante sonido de la lluvia golpeando en la ventana comenzó a desesperar a Zen, quien se encontraba revisando los reportes del Fuerte de Laxd. Kiki notó la inquietud del príncipe, pues no parecía haber cambiado de página en un buen rato.

-Será mejor que tomes un descanso. - dijo Kiki cerrando el libro que se encontraba leyendo.

-Tengo que terminar esto antes de que anochezca; Izana ha estado pidiéndome el resumen de los reportes antes de lo acordado. -suspiró Zen en frustración. - Aparentemente con la lluvia no tengo mucho que hacer afuera y me da más tiempo de checar el papeleo.

Un golpe recio a la puerta los exaltó a ambos y Kiki se puso en defensa automáticamente.

-¿Su Alteza? -se escuchó decir por el otro lado de la puerta y Zen se dejó caer sobre la silla al reconocer la voz del mensajero del castillo Wistal.

-Adelante. -dijo Zen sin ganas, esperando que no se tratara de una tarea más a petición del rey.

El mensajero entró haciendo una ligera reverencia y pidiendo permiso al poner los pies en el despacho de Zen. 

-Llegó una carta para la señorita Kiki. -dijo acercándose a la rubia para entregarle la carta.

Kiki puso una cara de extrañeza, no suponía de quién podría ser la carta, pero le preocupó que se tratara de la salud de su padre.

En cuanto el mensajero hizo entrega y se retiró, Kiki examinó la carta. El sello era del Círculo de Caballeros de Sereg, al notar esto dejó que su postura se relajara y su mirada se suavizó. Sabía perfectamente de quién era la carta.

-Daré un pequeño paseo para estirar las piernas. -dijo Zen parándose de la silla y encaminándose a la puerta. La expresión en su cara fue suficiente para que Kiki supiera sus verdaderas intenciones. Zen había reconocido el sello y quería dejar a solas a Kiki para que leyera la carta.

La puerta se cerró y Kiki tomó asiento en el sillón de dos plazas. Antes de abrir la carta rozó con su dedo índice el relieve del sello, parecía ya hace mucho tiempo que había visto ese blasón. Aún quedaban tres meses para que se cumpliera la promesa de Kiki de dejar el castillo para ser la nueva líder de la Casa Seiran, pero ya tenía un mes y medio sin ver a Hisame. El tiempo que pudo compartir con él los acercó mucho, sin embargo, Hisame le dejó muy en claro que no se contactaría con ella en los cuatro meses y medio restantes, esto para dejarle asentar sus cosas y que les diera resolución antes de que el tiempo se acabara, pero al parecer alguien no pudo contenerse. Kiki sonrió ante el pensamiento y procedió a abrir la carta.

"Mi amada Kiki:

Espero tener lo que se requiere para llamarte "amada" y también "mía", aunque siendo tu prometido y ni cuando lleguemos a ser esposos serás mía pues muchas veces me has demostrado que eres completamente tuya. (además de que aquí dirías algo como: "No soy algo de lo que se pueda apropiar") ..."

Kiki rio ante el comentario porque incluso antes de leerlo, lo pensó. Ella siempre se ha considerado lo suficientemente capaz de demostrar su valor y de reconocerlo ella misma. 

"...En fin, el motivo de mi carta es para incumplir con lo que dije en nuestra despedida y hacerte saber cuánto te extraño. Constantemente he pensado en ti, pero me había contenido de escribir esta carta y enviarla. No sé qué has hecho conmigo, todo tu ser está tallado en mí que es difícil no extrañarte, me he detenido de ir a verte, sé que ahora más que nada necesitas tiempo para arreglar tus asuntos antes de ser la nueva cabeza de la casa Seiran. Mi alma está apoyándote en todo momento y vela por ti en la distancia. Espero que las cosas en el castillo estén en orden y que todo esté yendo maravillosamente para ti. Me gustaría que tomaras nuestro último abrazo como una fuente de reserva para cuando te sientas sola o abrumada, y que sepas que siempre estoy ahí y siempre buscaré darte calor. Te recuerdo que te amo y que mi corazón siempre está anhelando el día en el que te pueda volver a ver. 

Sin más que mencionar estoy a disposición de usted, señorita Kiki. No espero respuesta a mi carta, con saber que la recibiste y la leíste estoy satisfecho. Espero poner muchas sonrisas en tu cara como la de justo en este momento..."

El rubor en la cara de Kiki se intensificó al leer esto último, y su sonrisa se acentuó aún más. Estuvo a nada de poner los ojos en blanco, pero la carta en realidad había sido tierna, y no se merecía esa respuesta. 

"...Siempre, tuyo. 

Sir Hisame Lugis."

Kiki casi podía sentir una "posdata implícita" que dijera algo así como "Aunque no lo creas soy el autor de esta carta, todo esto salió de mí" pero después su mente hizo click, recordándole que Hisame era diferente ahora; que haberlo rechazado tres veces lo había hecho madurar; que Hisame podía escribir este tipo de cosas sin bromear... Él iba en serio con Kiki, y su confianza en ello había brotado el día que obtuvo el "sí " de su parte. 

Incluso Kiki era diferente ahora, aceptaba a Hisame como su futuro esposo; aceptaba el coqueteo e incluso lo correspondía; aceptaba el jugueteo y las palabras de amor que venían de él. Sin darse cuenta amaba a Hisame también, amaba su confianza en él mismo, su constancia, sus ganas de siempre intentarlo y nunca rendirse, amaba como siempre le hacía frente a lo que viniera, como buscaba el bien del reino, como trataba a los caballeros como sus amigos y aliados y no como su autoridad. Amaba como su cabello caía en su frente, como sus ojos se suavizaban apenas la veía a ella, amaba como su corazón latía muy fuerte cuando lo abrazaba y como se sentía el calor de su mano. Amaba la suave sensación de sus labios y lo embriagantes que eran sus besos. Pero sin duda, lo que más amaba de él era que la amaba a pesar de todo lo que conllevaba estar con ella. 

Kiki no pudo pedir por un mejor prometido.

HisaKiki Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora