Fragmento Cuatro | Sejanus

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CINCO:
"GUILTY OR INNOCENT"

Sejanus siguió el paso de sus compañeros hasta llegar a un barsucho repleto de gente que aparentaba llevar un buen rato bebiendo.
El camino les había tomado un rato más del que esperaban tratando de orientarse en aquel sitio desconocido, pero al menos, habían llegado antes de que la famosa banda hiciera su aparición en el escenario.

Coriolanus no parecía esforzarse por ocultar su ansiedad, o al menos si lo hacía, era muy malo en ello, porque era muy fácil descubrirlo jugando con sus dedos cuándo creía que nadie le prestaba atención.
No podía imaginar lo emocionado que debía sentirse de volver a ver a Lucy, después de todo, había temido por su vida dos veces: una en la arena y otra después de su victoria. Tenía sentido que para él esto fuese tan movilizante.

—Sentémonos por aquí —intento que él lo mirara a los ojos—. Mucha gente ¿No? 

Puso todo su empeño en regalarle una mueca parecida a una sonrisa.
No quería arruinarle la velada por sus ridículos sentimientos.

Además, ya se le estaba agotando las excusas.

— ¡Pues claro! —un muchacho de aspecto tosco freno en secó ante ellos— ¿Es que no se han enterado? Parece que la chica ha vuelto.

E inmediatamente se perdió entre el gentío riéndose a volumen alto.

—La chica...
—Lucy...
—Ella está aquí.
—Te lo dije amigo, ella es su canario de oro. No iban a arriesgarse a perderla.
—Si.

Se alegraba de que aquel minero hubiese irrumpido en su charla de aquel modo, al menos les había evitado llegar hasta algún sitio que no tenía ganas de explorar.
No podía dejar de pensar en Lil.

La veía encogida en algún rincón de su celda, sedienta y con frío, mientras él estaba aquí celebrando quien sabe que.

¿Habría comido ella algo más que su desayuno? ¿Habría charlado con alguna otra persona durante el día o habría sido condenada al silencio como si no existiera?

Las preguntas no le dejaban en paz.

Una niña hablaba a voz alegre mientras los presentes respondían sus estímulos con gritos. Parecía un ambiente bueno, a pesar del todo, parecía un buen sitio para amortiguar los problemas de la vida diaria.

Mientras la famosa Lucy Gray empezaba a interpretar su repertorio acompañada de aplausos interminables, uno de sus camaradas le alcanzó la botella de alcohol que habían conseguido a cambio de uno de los paquetes de su Ma. Le dio un trago largo y dejó que el licor le quemara la garganta sin quejarse.

No solía beber en casa, al menos no diariamente. De vez en cuando se escabullía en la reserva de su padre y se bebía algunos tragos por simple curiosidad.
Le parecía divertido hacerlo sin que nadie lo supiera, como si estuviera haciendo un pequeño acto de rebeldía.
Cómo su plan para ayudar a Lil, aunque eso de pequeño no tenía nada.

Pero sabía que su mayor problema no era eso, sino más bien, lo que le seguiría.

Después de más o menos, una hora de música sin pausa, Lucy explico la situación de las entradas y una pequeña niña rubia se abrió paso entre el publico exponiendo una canasta a cualquiera que quisiese darles algo de dinero.

Recolectó los pocos centavos que tenían en su grupo y se los alcanzó a Coriolanus que yacía de pie frente a todos. Él apenas volvió a mirarlo antes de que la niña se plantara delante de él agradeciendo su contribución con una reverencia.

—Espera un momento —levantó su bolsa del suelo y se la entregó sin agregar más.

Gracias a las habilidades del Sonrisitas para los negocios, su adquisición alcohólica les había costado menos de lo que habían previsto, así que todavía disponía de algunas de las delicias de su madre en su poder.

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