Fragmento Cuatro | Coriolanus

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CUATRO:
"BILLY TAUPE"

Coriolanus recorrió el camino hasta el Quemador con un gran alivio recorriéndole la sangre. Era agradable no tener que estar alerta a cualquier mala decisión que pudiese tomar su compañero.

Podía acostumbrarse a ello.
Esperaba que Sejanus le dejara acostumbrarse a eso.

La ansiedad por reencontrarse con Lucy ya le había llegado hasta la coronilla, no paraba de imaginar que se la cruzaban a medio camino y ella corría a sus brazos con alegría. 
Todo lo malo que había ocurrido las últimas semanas había desaparecido, y desaparecería aún más rápido cuándo ella le diera uno de esos besos suyos que tanto deseaba.

Les tomó al menos veinte minutos llegar hasta el Quemador, que parecía haber sido un buen mercado antes de los días oscuros, ahora solamente era un amontonamiento de gente intentando negociar con basura. 
Suponía que el dueño lo había dejado a la intemperie, porque entendía que ninguna persona cuerda dejaría que la gente usará su terreno para algo que parecía tan ilegal.

Pensó por un instante en su casa, su pequeño piso que era lo único que su prima y él tenían en el mundo. 
¿Lo ocuparían de aquella manera si algún día no fuesen capaces de pagar los impuestos?

La idea era escalofriante.

Consiguieron hacerse de una botella de licor negociando con algunos de los dulces de Ma que Sejanus había ofrecido, y junto a las habilidades del Sonrisitas para los tratos, habían pagado menos de lo que habían creído.

Una vez dentro de la cantina se dieron cuenta de que quizá habían llegado tarde, gran parte del espacio ya estaba ocupado, y aunque intentaron que alguien le explicara lo de las entradas solo consiguieron que alguien les señalara una pila de cajas amontonadas junto a una de las paredes.
Quizá la misma Bandada se encargaría de explicarlo cuándo estuvieran en el escenario.

—Sentémonos por aquí —dejó caer su cubo procurando dejar el paso libre y Sejanus se le unió sin decir palabra. Ahora volvía a parecer desanimado—. Mucha gente ¿No? —intentó sacarle conversación. 

— ¡Pues claro! —un hombre que iba pasando se burló de su conversación—. ¿Es qué no se han enterado? Parece que la chica ha vuelto.

Y se fue siguiendo a un grupo que lo había dejado atrás.

—La chica... —Sejanus le dio una mirada cómplice y sintió que se le acaloraban las mejillas.
—Lucy...
—Ella está aquí.
—Te lo dije amigo, ella es su canario de oro. No iban a arriesgarse a perderla.
—Si.

Un pequeño silbido agudo recorrió el salón y algunos enmudecieron volviendo su atención al improvisado escenario que se alzaba justo en el centro del bar:

— ¡Maude Ivory! —un oficial alzó un puño al aire en forma de saludo y la pequeña niña le regaló una sonrisa.

Así que aquella era la famosa Maude de la que había oído hablar.

La pequeña arrastró una caja hasta donde se alzaba el micrófono y se subió para darle apertura al show:

— ¿Hace calorcito aquí eh? —gritó con entusiasmo— ¡Pues estamos planeando aumentar aún más la temperatura! —dio un pequeño salto sin temor a resbalarse de su caja— ¡Señores y señoritas! Con ustedes: la única e inigualable ¡Lucy Graid Baird!

Los vitoreos y silbidos del publico no se hicieron esperar y casi como una especie de acto mágico, Lucy salió de entre las sombras dando vueltas haciendo ondear los vuelos de su vestido.

Estaba preciosa. 

Su cabello recogido en un pequeño moño dejaba totalmente al descubierto su rostro, dulce y reluciente. 

don't blame me ✔Where stories live. Discover now