—Chishiya nos ha comentado tus habilidades con las armas —confesó, dando un paso torpe adelante. La luz tenue resaltaba los pliegues de su gesto endurecido, creando una atmósfera cargada de tensión. —Y tal vez encontrarías más cómoda una posición entre los militares.

Iryna, de pie en el centro de la habitación, respondió con una firmeza que no titubeaba. —Tampoco me interesa unirme a su secta, con todo respeto —dijo, girando ligeramente el mentón para mirar al hombre. Notó de reojo cómo la cabeza de Niragi se inclinaba, revelando una risa apenas contenida.

El Sombrerero se acercó con la fluidez de un viento sutil. Era el único hombre en la habitación del cual consideraría una propuesta, pero eso no significaba que se dejaría llevar por él.

—Reconsidéralo, es la única oportunidad que tendrás antes de que alguien más tome tu lugar — sugirió con un tono persuasivo, su presencia dominando el espacio.

—Si eso es todo, entonces apelo a retirarme —habló ella. La confianza en sus palabras sembró desconcierto en los tres hombres presentes. Iryna parecía imperturbable, y lo que Chishiya había mencionado sobre su frialdad cobraba vida en ese momento; era tan fría como su país de origen.

—La oferta expira en dos días —delimitó el pelilargo, su voz marcando el límite de una oportunidad efímera. Ella asintió con ligeros movimientos de cabeza mientras las puertas volvían a abrirse detrás suyo.

Iryna giró sobre los talones con una elegancia medida y comenzó a caminar justo cuando Niragi también se movía. Una vez que ambos estuvieron fuera, él apresuró el paso para rodearla, quedando a su lado.

—Eso fue idiota —espetó el morocho, su mirada clavada en la chica y no en el camino, como si el acto hubiera sido personalmente dirigido hacia él.

—¿Tanto te importa lo que yo haga? —preguntó Iryna con mala gana, su expresión reflejando una mezcla de desafío y molestia. Niragi, por su parte, la observaba con detenimiento, sus ojos casi escrutadores.

—Estoy intentando descifrar si eres estúpida de nacimiento o solo de a ratos —respondió él con sarcasmo, sin ocultar su descontento.

—Solo me pongo a la altura de con quien hablo —respondió ella con un gesto de mano, desafiante. —Así que, ahora que te lo aclaré, me puedes dejar de perseguir. Es suficiente tener que compartir una habitación.

La tensión entre ellos creció, palpable en el aire denso de la conversación. A pesar de su indignación, Niragi se contuvo, consciente de las implicaciones de un enfrentamiento en ese momento. No quería complicaciones, especialmente cuando tenían a la extranjera tan en la mira.

—Nos llamas una secta, pero tú hablas y actúas igual que nosotros —dijo él, su rabia apenas contenida. La luz tenue acentuaba la dureza de sus miradas, creando una imagen que dejaba entrever futuros enfrentamientos.

—Pero a mí no me interesa fomentarlo —respondió ella, su suspiro resonando con calma. Aumentó el ritmo de sus pasos, como si quisiera dejar atrás la discusión. —Y no necesito un escolta.

—No tienes ese placer tampoco, extranjera —se adelantó Niragi con rapidez, su tono un eco de resentimiento. —Intentaba hacer una buena acción contigo, porque te convenía estar entre nuestras filas, pero al parecer ni siquiera resultas tan lista como para entender eso.

Dijo, y simplemente se volvió hacia atrás con el arma al hombro, dejando que la castaña siguiera caminando sola. Ella suspiró, el aire caliente y cargado de la tarde se mezcló con su exasperación. La figura de Niragi se desvaneció en la distancia, e Iryna continuó su trayecto.

FOREIGNER [Chishiya Shuntaro]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz