Parte 2

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Aioros, el Caballero Dorado de Sagitario, llevaba en brazos a la pequeña Atenea, la diosa de la sabiduría y la guerra, que aún era una bebé. Aioros había sido herido gravemente en la batalla, y su cuerpo estaba al borde del colapso. Pero a pesar de su dolor y debilidad, se negó a dejar caer a Atenea.

La pequeña Atenea, ajena al peligro que la rodeaba, dormía tranquilamente en los brazos de Aioros. A pesar de su corta edad, había un aura de calma y serenidad a su alrededor, una luz que parecía iluminar la oscuridad.

Aioros, a pesar de su estado moribundo, continuó avanzando. Cada paso era una agonía, pero no se permitió detenerse. Sabía que debía llevar a Atenea a un lugar seguro, lejos del peligro.

Con cada paso que daba, la vida se le escapaba poco a poco. Pero a pesar de su dolor y sufrimiento, Aioros nunca dejó de proteger a Atenea. Su amor y devoción por la diosa eran más fuertes que cualquier herida o dolor.

Matsumasa Kido, un hombre de gran influencia y poder, estaba paseando por un parque cuando se encontró con una escena que cambiaría su vida para siempre. Encontró a Aioros, el Caballero Dorado de Sagitario, en un estado moribundo, sosteniendo a una bebé en sus brazos.

Aioros, a pesar de su estado crítico, logró explicar la situación a Kido. Le contó sobre Atenea, la diosa de la sabiduría y la guerra, y cómo había luchado para protegerla. Le pidió a Kido que cuidara de Atenea y la protegiera de aquellos que buscarían hacerle daño.

Kido, aunque inicialmente sorprendido y confundido, aceptó la responsabilidad. Tomó a la pequeña Atenea en sus brazos y prometió protegerla con su vida. Aioros, aliviado de saber que Atenea estaría a salvo.

A pesar de ser solo una bebé, Atenea poseía una conexión profunda y misteriosa con el universo y con aquellos que la protegían. Cuando Aioros, el Caballero Dorado de Sagitario, estaba al borde de la muerte, Atenea, en los brazos de Kido, comenzó a llorar.

Sus lágrimas no eran las de un bebé normal. Eran lágrimas de dolor y tristeza, un lamento por la pérdida de un valiente protector. Aunque era demasiado joven para entender completamente lo que estaba sucediendo, Atenea podía sentir la vida de Aioros desvaneciéndose.

En su tristeza, Atenea liberó su cosmos, la energía vital que reside dentro de todos los seres vivos. Su cosmos brillaba con una luz brillante y cálida, llenando el área circundante con una sensación de paz y serenidad. A pesar de su corta edad, el cosmos de Atenea era increíblemente poderoso, un testimonio de su verdadera naturaleza como diosa.

Naruto, que se encontraba no muy lejos de allí, de repente sintió una oleada de energía. Era una energía que había sentido antes, una energía cálida y brillante que parecía resonar con su propio espíritu, esa energía se llama cosmos la energía que poseían los habitantes de este mundo.

El cosmos de Atenea, la energía vital que ella había liberado en su tristeza. Aunque Naruto no entendía completamente lo que estaba sucediendo, podía decir que era algo estaba pasando en esa dirección.

Intrigado por esta energía, Naruto decidió investigar. Siguió la fuente del cosmos hasta que llegó al lugar donde Kido estaba sosteniendo a la pequeña Atenea.

Aunque Naruto no conocía a estas personas, podía sentir la tristeza y la pérdida que impregnaban el aire. Podía ver el dolor en los ojos de Kido y podía sentir la tristeza de la pequeña Atenea.

Naruto se acercó a Kido y le preguntó qué había sucedido. Kido, aunque sorprendido por la aparición de Naruto, le explicó la situación. Le contó sobre Aioros y su sacrificio para proteger a Atenea.

Naruto, aunque no entendía completamente todo lo que Kido le estaba diciendo, podía sentir la importancia de lo que había sucedido. Al ver a Aioros en el borde de la muerte, sintió una oleada de compasión. Aunque no conocía a Aioros, podía entender el sacrificio que había hecho. Sin pensarlo dos veces, Naruto decidió intervenir.

Usando su energía de Jinchūriki, Naruto canalizó su chakra hacia Aioros. Su chakra, cálido y brillante, fluyó hacia Aioros, envolviendo su cuerpo en una luz suave. Naruto concentró su energía en curar las heridas de Aioros, dándole su propia vitalidad para mantenerlo con vida.

El proceso fue agotador. Naruto tuvo que usar una gran cantidad de su chakra para estabilizar a Aioros. Pero a pesar del esfuerzo, Naruto no se detuvo. Sabía que tenía que hacer todo lo posible para salvar a Aioros.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Aioros comenzó a estabilizarse. Su respiración se volvió más regular y el color volvió a su rostro. Aunque todavía estaba débil, estaba claro que Aioros había sobrevivido.

Naruto, agotado pero aliviado, se echó hacia atrás, sonriendo. Había logrado salvar a Aioros, había logrado hacer una diferencia. Aunque estaba lejos de su hogar y atrapado en un mundo desconocido, Naruto había demostrado una vez más su determinación para proteger a aquellos que no pueden protegerse a sí mismos.

Después de estabilizar a Aioros, Naruto lo levantó con cuidado y lo cargó en sus brazos. Aioros estaba débil y todavía necesitaba descansar, pero gracias a Naruto, estaba vivo.

En su espalda, Naruto llevaba la urna dorada que contenía la Armadura Dorada de Sagitario. La armadura, aunque pesada, no era una carga para Naruto. La llevaba con orgullo, consciente de su importancia y del sacrificio que Aioros había hecho.

Con Aioros en sus brazos y la urna dorada en su espalda, Naruto siguió a Kido. Aunque no sabía a dónde iban, confiaba en Kido. Sabía que Kido tenía la intención de proteger a Atenea, y Naruto estaba decidido a ayudar de cualquier manera que pudiera.

A pesar de la gravedad de la situación, Naruto no pudo evitar sonreír

Sasuke observó al Patriarca con una mirada fría e indiferente. Había sido él quien había incitado al Patriarca a matar a Atenea, aprovechando las ambiciones del Patriarca de apoderarse del Templo de Atenea. Sin embargo, el Patriarca había fallado en su intento de asesinato, y Sasuke no podía ocultar su desdén.

El Patriarca, a pesar de sus ambiciones y su deseo de poder, había demostrado ser débil en los ojos de Sasuke. No había podido llevar a cabo la tarea que Sasuke le había encomendado, y eso solo reforzó la creencia de Sasuke de que el Patriarca era un peón inútil.

Sasuke no dijo nada mientras observaba al Patriarca. No había necesidad de palabras. Su mirada fría decía todo lo que necesitaba decir. El Patriarca había fallado, y Sasuke no tenía ninguna intención de perdonarlo por su debilidad.

A pesar de su desdén por el Patriarca, Sasuke no hizo ningún movimiento para castigarlo. En cambio, se alejó, dejando al Patriarca con sus fallas y su vergüenza. Sasuke tenía otros planes, y no tenía tiempo para tratar con los fracasos del Patriarca.

La interacción entre Sasuke y el Patriarca fue un claro indicio de la personalidad fría y calculadora de Sasuke. A pesar de estar en un mundo desconocido, Sasuke estaba decidido a seguir sus propios planes, sin importar quién se interpusiera en su camino.

Leyendas Del Cosmos Where stories live. Discover now