Fragmento Tres | Sejanus

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TRES:
"DESIRE OF DEATH"

De vuelta en el bloque de habitaciones, Sejanus se escabulle hasta el baño para desvestirse y exprimir su ropa con todas sus fuerzas tratando de quitarle hasta la última gota de la lluvia que le ha empapado.

Ahora sí está totalmente abatido, por fin su cuerpo ha cedido ante sus descuidos y ya le es casi imposible mantener los ojos abiertos.
Es algo bueno.

Quizá su agotamiento espante los malos sueños.

Cuándo se mete en la habitación que comparte con algunos de sus colegas encuentra a unos cuantos dormidos tan profundamente que ni siquiera tiene tiempo de sentir temor de que alguien le descubra.
Se echa sobre el colchón y casi de inmediato, se queda dormido.

De madrugada se despierta con la respiración agitada y el cuerpo cubierto de sudor. 
En sus sueños era su nombre el que leían en una de aquellas papeletas, se veía a si mismo caminando entre otros chicos de su distrito, incluido Marcus, y subía al escenario donde uno de sus, ahora compañeros, lo reducía a golpes sin razón alguna. 

Nunca llegó a ser considerado en alguna de las cosechas porque cuándo los Juegos iniciaron, su familia ya residía dentro del capitolio. 
La primera vez que vieron la ceremonia durante la comida su padre le dio una mirada severa y apagó la pantalla después de que leyeran los nombres de los chicos provenientes del distrito dos: trataba de darle una lección.

Él tenía que estar agradecido por no ser uno de esos niños.

Ahora deseaba serlo, deseaba de algún modo poder intercambiar sitio con alguno de aquellas personas, y estar muerto.
No podía dejar de pensar en ello.

El sentimiento era contradictorio, una parte de sí anhelaba la muerte, y la otra, solamente quería luchar. Tal vez era simple instinto de supervivencia, algo que todos tenían en algún sitio, pero no todos se veían obligados a reflexionar sobre él. 
Después de todo, debía ser sencillo no pensar en la muerte cuándo sabías que era imposible que te pasara. Como en el capitolio.

Si te acomodadas a esa vida ¿Entonces para que temer?

Pero él no se había acomodado. Lo había padecido.
Pensó que aquí aquella tortura terminaría.

Que iluso había sido.

Se levantó de la cama y se metió a las duchas, ni siquiera pensó en que podían llegar a levantarle una sanción. Necesitaba encontrar una forma de relajarse.
Había pensado en escribirle algo a su Ma, sus palabras siempre conseguían animarle en los días difíciles. Esa mujer tenía un don especial para hacer que las cosas brillaran por más oscuro que estuviese todo, sin embargo, sentía que ni siquiera eso podía sacarlo del pozo en el que se encontraba.
Además, ¿Por qué darle más problemas a su pobre viejecita? La había dejado sola en aquella ciudad, sola sin nadie que comprendiera lo difícil que era para ella estar encerrada en aquel palacio. Todo porque era un tonto, un insensato que no era capaz de hacer nada de forma adecuada.

Se odiaba por ello también.
Se detestaba por haber lastimado de ese modo a su madre.

Había practica de tiro optativa temprano, y sabía que si se quedaba dando vueltas por la base sería cuestión de tiempo para que sus compañeros lo reclutaran a él también. Le había prometido al Sonrisitas ayudarle con algunas técnicas para su puntería.
No se sentía con ánimos de darle instrucciones a nadie.

En la cocina parte del desayuno ya estaba lista así que mintió sobre irse a correr temprano para que pudieran darle su ración sin chistar. Así fue, y con los bolsillos llenos de trozos de pan, corrió un par de vueltas antes de colarse en el pequeño bloque donde se alzaba la improvisada prisión de la base.

don't blame me ✔Where stories live. Discover now