Capitulo 1: Mosquita muerta pt1

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Miraba al pájaro frente a ella, atrapado en una jaula, como ella estaría pronto. Reflexionaba sobre el sentimiento de estar aprisionado, de perder la libertad. Antes de su partida, le había adquirido una jaula más grande para que no se sintiera solo durante su ausencia. Cambió al pequeño pájaro de jaula y se dirigió a cambiarse de ropa para salir de la casa. A punto de salir de la casa, recordó a su pequeño amigo amarillo en la jaula detrás de ella. En la puerta, tomó una decisión. Retrocedió y se acercó a la jaula, agarró al pájaro y lo liberó, permitiéndole volar libremente por la ventana. "Buena suerte" susurró dejandole volar.

Tomó su bolso, que guardaba algunas pertenencias importantes, y su abrigo. Se encaminó hacia la cárcel Cruz del Sur, sintiendo cómo sus ojos se humedecían al recordar la sentencia del juez.

- Macarena Ferreiro, ¿entiende usted los delitos que se le imputan? - el juez dijo con voz firme. - ¿Entiende que se enfrenta a una condena de siete años de prisión?

Siete años. El alma le cayó a los pies al escuchar esas palabras. La sensación de quedarse sin aliento la golpeó como un puñetazo en el centro del pecho. Al llegar al lugar, todo se volvió frío y espeluznante. Un aire helado recorrió su espalda mientras se aventuraba a entrar. Parada en la puerta, llamó a su madre para despedirse en silencio. Mintió, mencionando que se iría de crucero, con el hombre que supuestamente la amaba, explorando diferentes lugares. Su madre les deseó suerte, aunque algo preocupada, ya que al día siguiente su padre planeaba hacer una parrilla para reunir a la familia debido a la boda de su hermano. Al preguntarle cuánto tiempo duraría el crucero, la hija no supo qué responder a la dulce voz de su madre. Permaneció inmóvil por un momento, sin saber qué decir. ¿Cómo podía expresar la verdad? "Siete años, mamá, estaré siete años en este lugar". Estaba aterrada.

"¿Macarena, hija?" preguntó su madre al otro lado del teléfono, esperando una respuesta. En ese momento, Macarena reaccionó.

- Eh, no lo sé -salió de su ensimismación y dijo con la voz temblorosa- No lo hemos pensado todavía -habló en plural, pensando en el antiguo amor de su vida-. No creo que sea más de un mes -tragó saliva nerviosa.

- Bueno, hija, pues nada, pásatelo bien -dijo, ya para despedirse.

- Mamá -interrumpió antes de que su madre colgara.

- ¿Sí?

- Te quiero -se le aguaron los ojos.

- Y yo también, hija, mucho. Haz muchas fotos y abrígate y come mucho. Un beso grande. Y otro de tu padre -dijo su madre con cariño.

- Adiós -dijo cuando una de las policías se acercó por la espalda, dando a entender que ya tenía que pasar. Su madre colgó, y sintió un vacío en el estómago.

Caminó detrás de la policia hasta una puerta, "Ingreso reclusas" leyó, entró y sintió que su destino estaba escrito.

En otro lugar, Encarna, la madre de Macarena, salió de su casa mientras su padre, Leopoldo, cortaba algunas maderas para la comida del día siguiente.

- Acaba de llamar la niña - dijo Encarna, pareciendo feliz de que su hija finalmente se tomara un descanso de su trabajo -. Dice que se va de vacaciones con unos amigos. Un plan maravilloso que le ha salido.

Su marido volteó extrañado.

- ¿Pues no va a venir a la comida de mañana? - preguntó. Su esposa negó. Leopoldo dejó la sierra que tenía al costado de una caja de herramientas, donde al lado de una llave inglesa se encontraba un Revólver calibre 38, y entró a la casa con su esposa.

Macarena miró a su alrededor; había un estante lleno de pertenencias de otras presas, según supuso, donde pronto estarían las suyas también. Frente a estas, un mostrador y detrás de él, una chica con el uniforme amarillo de la cárcel y una melena llena de rizos negros que le brindó una sonrisa.

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2023 ⏰

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