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A las 10:00 pm, Stella se encontraba, como de costumbre, sentada en su escritorio de madera en su habitación, compartida, dedicándose al estudio o realizando alguna tarea para una de sus numerosas clases diarias. Aunque este era el escenario típico para cualquier universitario, la realidad era que cada día de Stella transcurría de la misma manera. Aunque esta rutina era beneficiosa para sus calificaciones y preparación académica, no todo debía ser así. Una vida equilibrada, donde pudiera disfrutar de fiestas con sus compañeros o pasar momentos divertidos con amigos, estaba fuera de su alcance.


A lo largo del año que llevaba en la universidad, Stella se había resistido a hacer amigos o incluso conocer a sus compañeros. En más de una ocasión, tuvo la oportunidad de unirse a la casa Starstalls, un grupo de chicas estudiosas que vivían juntas y se ayudaban mutuamente en las tareas. Sin embargo, Stella consideró innecesario unirse a ese grupo y optó por compartir su dormitorio con Nicolle, una persona más relajada con los estudios, que dedicaba lo mínimo necesario y disfrutaba de su tiempo con amigas en compras o fiestas.


Su rutina agobiante y la falta de equilibrio empezaban a dejar rastros en su rostro, mostrando más de lo que ella creía. A pesar de usar corrector, las ojeras persistían, y su mente se encontraba cada vez más abrumada entre clases, tareas y el ciclo repetitivo de cada día.Llegó el viernes por la noche, y Stella, como siempre, estaba estudiando y subrayando lo importante de sus libros de texto. Nicolle, como cada viernes, insistía en que salieran a una fiesta cerca del campus.


—Vamos, Stella, solo diviértete unas dos horas y luego regresas a estudiar. El clima esta noche es fantástico para una piscina y unas bebidas.— insistía Nicolle, moviendo la lámpara de noche para llamar su atención.


—Sabes que no me gustan las fiestas, y tengo que adelantar tareas. Estamos a punto de salir de vacaciones de verano.—respondía Stella.


—Precisamente por eso, no te he visto descansar ni un solo día. Solo hoy, anda, vamos.

Sorprendentemente, esta vez Stella aceptó la invitación y decidió divertirse un poco.


—Está bien, iré, solo un rato, y me regreso. Tengo mucha tarea que hacer.


—Excelente, avisaré a las demás que irás.—dijo Nicolle, desbloqueando su teléfono para enviar algunos mensajes.


En la fiesta, Stella se alejó lentamente de Nicolle y se dirigió a la cocina en busca de una bebida sin alcohol. Observó las opciones, entre cerveza, licor y refrescos, y optó por una botella a medio usar. Mientras observaba a todos disfrutar en el patio y pensaba en todo lo que se había perdido, un dolor suave en el pecho la hizo reflexionar sobre su actitud reservada.La música sonaba fuerte, la gente se divertía, y Stella comenzó a darse cuenta de que tal vez debería aceptar algunas invitaciones de Nicolle. Todos en la fiesta eran de su misma universidad, y aunque no conocía sus nombres, sus rostros eran familiares. Mientras contemplaba, unas gotas cayeron sobre ella: un chico se lanzó a la piscina cerca de donde estaba.Nicolle y una amiga se acercaron por detrás.—¿Te estás divirtiendo?—preguntó Nicolle, rodeando el cuello de Stella con un brazo.


—La verdad es que sí, la música es buena y el ambiente es divertido.


—Tengo una idea de cómo te divertirás más.


Nicolle rió levemente, soltó su agarre, y giró a Stella hacia atrás, donde tres chicas desconocidas le arrojaron un líquido viscoso y harina.

Stella tosió por la inhalación de harina, y las chicas la empujaron a la piscina. Desorientada, Stella sintió cómo unos brazos la sacaban del agua.

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⏰ Last updated: Dec 04, 2023 ⏰

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EStar CONTIGO | Jacob ElordiWhere stories live. Discover now