Capítulo 6. Una cena tormentosa

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—Bien.

Las atenciones de Gastón eran como el cielo, me preparó la tina de baño y me ayudó a quitarme la ropa de cirugía. Aunque no lo pareciera, aún me daba algo de pena que me viera desnuda, me sentía tan expuesta a que viera mis imperfecciones en la piel, pero su rostro imperturbable no parecía darles importancia.

Se hincó frente a mí para bajar mis bragas y rozar con sus dedos gélidos toda mi sensible y atolondrada piel. Se acercó para besar mi vientre y mirarme desde abajo.

—Es la primera vez que estoy a los pies de una mujer —su ronca voz sonaba dulce.

Se había quitado su saco, las mangas de su camisa blanca las llevaba remangadas y esos antebrazos pálidos curiosamente eran adornados por las líneas duras de sus venas.

Acaricié los mechones de su suave y terso cabello y me miró, esa imagen me removía el estómago y hacia que mi corazón latiera más rápido, me miraba embelesado, como si fuera yo el centro de su universo y lo que más deseaba en su vida.

—Siempre hay una primera vez, vampirito.

Gruñó con una media sonrisa que me volvía loca y se levantó. Me desabrochó el sostén y lo dejó caer para unirse a la demás ropa sucia.

—Voy a bañarte.

Parpadeé atónita.

—Creo que puedo hacerlo desde mis cuatro años sin ningún problema.

—Yo sé que puedes solas, pero quiero que me permitas hacerlo.

Sentí que perdía la manera de razonar.

—Bien, si tú lo quieres.

—Lo deseo —se inclinó hacia mí para ser más claro.

Me ayudó a entrar a la tina y me senté. Gastón comenzó a pasar por mis hombros y mis brazos una esponja grande y amarilla con la que absorbía el agua para mojarme, y con un tazón de porcelana blanca pasaba la cálida agua por mi cabello.

—Se siente bien —comenté cuando sus dedos hacían caminos entre mis cabellos para llegar hasta el cuero cabelludo.

—Esto me fascina —susurró.

Sonreí porque parecía muy entretenido, como si tuviera que ser cuidadoso a la hora de hacer un movimiento.

—Si quiero que me acompañes a esta cena es porque me veré con el presidente de la constructora que está a cargo de reconstruir mi pista. Hay algunos detalles de qué hablar.

—¿Qué quiere ese presidente?

—Discutir unas cosas en persona, me parece alguien bastante suspicaz y difícil de engañar.

—¿Por qué lo engañarías?

—Me refiero a que no se le puede tomar el pelo, sabe hacer las cosas bien. Viene desde Baltimore para esta cena, me pareció algo demasiado drástico, pero si no aceptaba verlo en persona no iba a autorizarme los cambios que quiero que hagan y su constructora es la mejor.

—¿Y cómo se llama?

—Ronald West.

Sus manos pasaron por mis hombros hasta bajar a mis pechos y acariciarlos de más, eso me hizo removerme entre el agua y tragar saliva cuando sus dedos apretaron con suavidad mi pezón erecto.

—Necesito de tu presencia para que él se lleve una impresión buena de mí.

—Oh. En pocas palabras... —volteé a verlo y me encontré cerca de su boca—, me estás usando.

Sus ojos jade brillaron con una perversa sonrisa.

—Te recompensaré llegando a casa —susurró muy cerca de mis labios—. No solo con un apretón de pezón.

3° El amo del desastreWhere stories live. Discover now