DIECINUEVE: Nuestras pesadillas

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Mira dentro de la oscuridad que absorbe a John entre las luces poco brillantes y asiente en cuanto la oportunidad le es brindada. Quiere que siga así. Que no tenga miedo de mostrar la persona que es y en la que se ha convertido, que dejé atrás el miedo por lesionar a quienes ama y se atreva a disfrutar la vida por larga que parezca. Que entienda que el amor también implica disfrutar al otro. Que Ten no va a morir por su necesidad y que el peligro también forma parte de las experiencias vitales que forman a un humano.

Que no se le olvide que en el fondo, aún es un hombre cuyas manos no dirigen el curso del mundo. Pero que si decide vivir a disposición de los hilos de los dioses, entonces la muerte es una opción igual de válida. Pues ninguna de ellas se disfruta.

—Sigue así.

Los dedos le tiemblan, apenas puede mantener la boca cerrada y la estabilidad de su cuerpo se quiebra con cada movimiento. Ha pasado un tiempo, tal vez un mes, no lo recuerda, desde que John lo tomó así; la diferencia es que ahora no está embriagado por Afrodita, lo hace por molestia y eso es fascinante, lo hace porque quiere. Ten logra enganchar sus dedos a la tela que queda y se esfuerza en sacarla de John. No importa si el pensamiento lo recibe, lo admite con gusto, le gusta mucho sentirlo desnudo. Gime desde su garganta cuando el pecho caliente del demonio choca contra el suyo.

Le toma otros minutos llegar a su nuca y masajea la carne para que sea más fácil manipularlo, porque, como todo un héroe su cuerpo sigue rígido en la acción.

—No te detengas—insta de nuevo y conduce los labios del otro a su cuello. Donde se regocija siendo su presa.

No es una seducción habitual, es como si John realmente quisiera matarlo, arrancar cada uno de sus sonidos y pensamientos para sustituirlos por propios. Consumirlo entero, hacerlo suyo. Tragarse la muerte sin penitencia o consecuencia alguna.

Su lengua, sus labios y los dientes que rasgan se pasean por las corrientes más brutas de sangre. Se sumerge en su alma hasta que Ten llega a ese estado de vida: un exceso de sensaciones, un derrame de vida.

Grita su nombre unos segundos antes de quedarse mudo, de que John ataque sus labios y la vida se desvanezca poco a poco, se torne borrosa y luego negra, como si su cuerpo saliera de su alma y no al revés. Los espasmos lo recorren y no puede pensar en otra cosa más que todo se acabará pronto. En que los ojos rojos de su amado están llenos de gozo e impotencia. John abraza su alma y deja que todo lo demás fluya de manera ajena.

Ten sabe que se está desmayando. Así es como sabe que sigue vivo, para su fortuna. Porque ha dejado de sentir todo, menos el latido del corazón de John vibrando encima y dentro de su existencia.

Puede descansar en paz.

A excepción de que no lo hace porque el regreso de su alma a su cuerpo es un camino pesado. Lo que llamamos: sueños. O eso supone cuando despierta en una realidad que parece alterna. La casa se cae y él apenas puede moverse. Un ataque de pánico atraviesa su garganta y grita sobre su cama hasta que el negro cubre su campo. Al volver a despertar, ya no está ahí.

Escuchó de viajes a otras realidades con anterioridad, momentos en los que el alma vaga por diferentes espacios y tiempos. Pero al mirarse sobre un arroyo no es capaz de decir que esté presenciando una vida en otro universo, sabe que sigue siendo el suyo porque no hay nada que separe sus pies del césped y esas ropas se sienten muy familiares, huelen a John.

Admira sus manos y las gotas de rocío que se acumulan en ellas, parece que ha llovido porque el pasto se encuentra pálido y hace frío. Incluso hay vapor entre los árboles, se pregunta si él mismo ha causado ese estado. La lluvia es su elemento.

Se siente tan vivido como sus anteriores sueños. Pero por ahora, el sentimiento de pérdida y confusión es abundante. ¿Qué hace en el bosque a altas horas de la noche? Sobre todo si se encuentra solo. Abre las ramas y camina alrededor, hay un sentimiento en su estómago que comienza a acumularse conforme se adentra. Como si un ser salvaje creciera en él. Se detiene en seco y parpadea con el conocimiento llegando a él.

Synenērgy: Teoría de la reminiscencia [JOHNTEN]Where stories live. Discover now