Nivel dieciocho: Mi momento

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Baco es una figura del stream muy excéntrica. Es un tipo español de estatura promedio, la piel morena clara y un cabello negro corto con rastas de puntas rubias. Siempre digo que Baco parece un personaje salido del capitolio de los juegos del hambre. Su ropa es muy llamativa por los colores y las combinaciones que escoge, se distingue por su estilo. En cuestión de contenido, es de los que llevan años creando, siempre cosas sobre videojuegos y eventos con grandes ambiciones.

Con un tipo como ese, debes saber que los ESLAND no son un evento pequeño.

La gente se prepara con meses de antelación. Los nominados salen de momentos que la gente menciona más, son los creadores los que descartan las opciones para dejar solo a los finalistas, y de allí, el público es quien vota para elegir sus cosas favoritas.

Porque no solo eliges al mejor creador, hay un montón de categorías. Se vota por series, eventos, roleplayers, canciones y un montón de cosas más. Si quisiera explicarle esto a mi mamá, diría que son los Oscars de mi lado del mundo.

Y aquí es donde notamos las diferencias entre Arón y yo. Él fue nominado el año pasado a mejor jugador de esports, viajó a España y su cara estuvo en la pantalla. Yo estuve entre los clips para fail del año, pero no quedé ni entre los finalistas, así que vi el evento desde mi casa.

Pero este año digamos que entré en el mapa, y me invitaron personalmente, tengo mi asiento VIP numerado y todo.

Hace unos días me di cuenta de que no tenía ropa para el evento y se me ocurrió una idea. Pensé que sería divertido que tanto Arón como yo fuéramos vestidos... parecido. Una especie de guiños que se añadiría a la lista de nuestros coqueteos públicos en internet. No iríamos juntos, pero alguien tendría que notar el parecido.

Mi vestuario no estaba diseñado para pasar por la alfombra azul y presentarme como novia de Arón. Era más algo... casual. Cómodo.

Novia de Arón.

Sigue sonando raro.

¿Pero sabes qué? Anoche estaba muy cansada para escoger otra cosa. Además, dicen que dentro hará muchísimo calor. Si Sam veía la ropa con la que iré, seguramente saldría a comprarme un vestido incómodo y a Arón lo obligaría a llevar un traje con el tremendo horno que va a ser el evento.

Por eso, a la mañana siguiente, miro mi ropa y me digo que es perfecta.

Es una cosa de TODO EL DÍA. Sam ya se encargó de mandarme por mensaje mil recordatorios: necesitan que estemos allí a las once de la mañana.

Ella está despierta desde las seis, colocándose su increíble vestuario y maquillándose. Yo hago un esfuerzo para solo posponer dos veces la alarma y levantarme a eso de las nueve. Sé que si tuviera tiempo, Sam misma vendría a arreglarme, pero ya bastante ocupada está con lo suyo.

Yo estoy bien con los tutoriales de TikTok. Me pinto los ojos de un color lila con una capa de brillo por encima y los labios de un rosa tenue que los hace ver más grandes. Siempre que me coloco más de maquillaje del normal, me doy cuenta de lo mucho que mi cara cambia con dos o tres toques de color extra.

Paso tanto tiempo retocando la cara, que apenas tengo oportunidad de planchar mi cabello para que no se vuelva un desastre en un par de horas.

Me miro en el espejo desde todos los ángulos y todavía no estoy muy segura de haber tomado la decisión correcta al no salir corriendo a comprar alguna otra cosa. Y no me deshago de esa sensación hasta que Arón aparece en la puerta de mi casa y recuerdo por qué esto era perfecto.

Ambos llevamos encima una camisa de seda de un tono morado. Él lleva debajo un pantalón de vestir negro y una playera pegada al cuerpo del mismo color. Claro, complementado con un cubrebocas de tela brillante negro. Yo tengo la misma camisa, pero con unos shorts de mezclilla y un top blanco.

Glitch: del amor y otros juegosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora