Recuerdo 2 - Ochenta días

1 0 0
                                    

5 de octubre del 1868En el mar - A bordo del Mongolia.El barco había zarpado de Brindisi y navegaba por el mar Mediterráneo, rumbo a Suez. Fogg, Royal y Passepartout disfrutaban de la travesía, admirando el paisaje y conociendo a otros pasajeros. Entre ellos, había un joven inglés llamado Harry, que se mostraba muy interesado en el viaje de Fogg.¿Así que usted va a dar la vuelta al mundo en ochenta días, señor Fogg? - preguntaba Harry con curiosidad.Así es, señor Harry. Es una apuesta que hice con un amigo - respondía Fogg con serenidad.¿Y cómo piensa hacerlo? - inquiría Harry.Siguiendo un itinerario muy preciso, que he calculado con antelación - explicaba Fogg.¿Y qué itinerario es ese? - insistía Harry.Bueno, partí de Londres el 2 de octubre, y llegué a París el mismo día. De allí tomé el tren hasta Brindisi, donde embarqué en este barco. Llegaré a Suez el 9 de octubre, y de allí tomaré otro barco hasta Bombay, donde llegaré el 20 de octubre. Luego, tomaré un tren hasta Calcuta, donde llegaré el 25 de octubre. Después, tomaré un barco hasta Hong Kong, donde llegaré el 7 de noviembre. De allí, tomaré otro barco hasta Yokohama, donde llegaré el 13 de noviembre. Luego, tomaré un barco hasta San Francisco, donde llegaré el 3 de diciembre. Después, tomaré un tren hasta Nueva York, donde llegaré el 11 de diciembre. Finalmente, tomaré un barco hasta Liverpool, donde llegaré el 21 de diciembre, y de allí un tren hasta Londres, donde llegaré el 22 de diciembre - enumeraba Fogg con precisión.¡Qué increíble, señor Fogg! - exclamaba Harry impresionado. ¿Y no tiene miedo de los imprevistos, los peligros o los retrasos? - preguntaba Harry.No, señor Harry. Confío en mi plan y en mi suerte - respondía Fogg con confianza.Pues le deseo lo mejor, señor Fogg. Espero que gane su apuesta - decía Harry con admiración.Gracias, señor Harry. Es usted muy amable - agradecía Fogg con cortesía.Mientras tanto, Royal y Passepartout conversaban con una señora mayor, que se llamaba Aouda. Era una viuda india, que había sido rescatada por unos misioneros de una pira funeraria, donde iba a ser quemada con su marido muerto. Los misioneros la habían llevado a Europa, donde había vivido unos años, pero ahora quería volver a su país natal.¿Así que usted es de la India, señora Aouda? - preguntaba Royal con interés.Sí, señorita Royal. Nací en Bombay, pero me casé con un rajá de Bundelkhand - respondía Aouda con tristeza.¿Y qué le pasó a su esposo? - preguntaba Passepartout con curiosidad.Murió en una batalla contra los ingleses, hace dos años - contaba Aouda con dolor.Lo siento mucho, señora Aouda - decía Royal con compasión.No se preocupe, señorita Royal. Ya he aceptado mi destino - decía Aouda con resignación.¿Y por qué quiere volver a la India, señora Aouda? - preguntaba Passepartout con inocencia.Porque es mi hogar, señor Passepartout. Porque extraño a mi gente, mi cultura, mi religión - decía Aouda con nostalgia.¿Y no tiene miedo de volver a ser víctima de la costumbre del sati? - preguntaba Passepartout con preocupación.No, señor Passepartout. Esa costumbre está prohibida por los ingleses, y además yo ya no pertenezco a nadie - decía Aouda con amargura.Pues le deseo lo mejor, señora Aouda. Espero que encuentre la paz que busca - decía Royal con simpatía.Gracias, señorita Royal. Es usted muy gentil - agradecía Aouda con una sonrisa.Mientras tanto, en otro lugar del barco, Fix y su compañero seguían a Fogg y sus acompañantes con disimulo. Habían intentado acercarse a ellos, pero no habían encontrado la ocasión de arrestarlos. Fix estaba impaciente por cumplir su misión, pero su compañero le aconsejaba prudencia.Detective, no podemos actuar aquí - decía su compañero.¿Por qué no? - preguntaba Fix.Porque estamos en aguas internacionales, y no tenemos jurisdicción - respondía su compañero.¿Y qué? - replicaba Fix.Y que si los arrestamos, podrían acusarnos de secuestro o de abuso de autoridad - explicaba su compañero.¿Y qué? - insistía Fix.Y que podrían demandarnos, o peor, escaparse - concluía su compañero.¿Y qué? - repetía Fix.Y que entonces perderíamos la oportunidad de atraparlos - decía su compañero.Bueno, eso sí que sería un problema - admitía Fix.Entonces, esperemos a llegar a Suez, donde tendremos más posibilidades de actuar - sugería su compañero.Está bien, esperaremos - aceptaba Fix a regañadientes.Los dos hombres se alejaban de Fogg y sus acompañantes, esperando el momento oportuno para atacar. Estaban decididos a impedir que cumplieran su apuesta y a hacer justicia.

Assassin's Creed Syndicate - El reto de la vuelta al mundoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora