PARTE ÚNICA: De la ilusión se vive

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Erling se enamoró de Julián a primera vista.

Cuando él y el argentino fueron presentados el día que ambos firmaron con el Manchester City, a Julián no le bastó más que dedicarle una sonrisa incómoda para que el noruego se diera cuenta en ese momento que estaba hasta las manos con el otro jóven.

Erling ha tenido parejas antes, no es ajeno al sentimiento de "gustarle" alguien; pero Julián es diferente, no sabe como explicarlo pero lo siente porque por supuesto que todo tiene que ser diferente con él.
Todo sobre el más bajo hacía que siempre estuviese dando vueltas en su cabeza: su personalidad tímida pero bondadosa, que hace a veces difícil entablar una conversación con él pero igualmente se asegura de estar ahí si algún compañero lo necesita; su rostro, del cual él se siente inseguro por su acné pero que le da esa mirada jovial e inocente aunque tenga 23; su cuerpo, tan delineado por el ejercicio pero que no deja de tener una suavidad peculiar con sus muslos grandes y su cintura pequeña y marcada; su forma de jugar, que aunque su director técnico no lo deje salir tanto cada vez que comparten cancha es un deleite a los ojos del rubio por la forma en la que parece hacerse uno con la pelota y fusionarse con la cancha, sintiendo más que nadie las sensaciones de la gente y el lugar.

En definitiva, todo sobre Julián es perfecto ante sus ojos, y eso lo vuelve loco.

Y si hasta ese momento pensaba que, si bien estar alrededor del argentino era difícil pero controlable, cuando lo vió en la televisión ese 18 de diciembre levantando la copa del mundo con la sonrisa más grande que jamás le haya visto esbozar, supo ahí y ahora que tenía que tomar cartas en el asunto porque su pecho iba a explotar con todas la emociones que tenía acumuladas dentro.

Entonces, cuando Julián volvió al club luego del Mundial, la meta de Erling era la de dejarle ver que estaba interesado en él. De la forma que sea.
Primero comenzó por hacer sus abrazos más largos con cada festejo de gol, apretando la cintura del argentino un poco más fuerte de lo normal cada vez que rodeaba sus brazos por ella (y si no lo obsesionaba la manera en que se sentía que encajaba perfecta entre ellos); luego pasó a comenzar a saludarlo con besos en el mejilla, algo que sorprendió hasta al mismo Juli (sí, porque le dijo que podía decirle así y le encantaba la forma en que el sobrenombre rodaba en su lengua) dado que antes no lo hacía, pero que no se quejó cuando comenzó a recibirlos, y si le gustaba a Erling el contacto de su piel contra la del mayor, y como sus besos -con cada saludo- se iban a moviendo cada vez más cerca de la comisura de los labios del argentino; y después fueron las caricias, que empezaron como roces inocentes contra su brazo o cabeza en los entrenamientos o celebraciones de goles pero que luego pasaron a dedos moviéndose arriba y abajo de la curva de su espalda desnuda en los vestuarios y en masajear sus muslos en el gimnasio, siempre con la excusa de descontracturar el cuerpo del otro.

Y si bien al principio pareciera que esas estrategias no parecen dar frutos -al menos desde la perspectiva de Erling- una noche en la que salen a festejar la racha invicta de partidos (propuesto por Jack), se convierte en espectador y testigo de la otra faceta de Julián, aquella que es un poco más suelta fuera del club, con uno o dos vasos de alcohol encima.
Mientras estaban en el club bailando y charlando a los gritos para hacerse escuchar por sobre la música, Julián toma del brazo a Erling y lo tironea para que se una a la pista de baile con él. Y si bien el noruego es primero tomado completamente con la guardia baja, luego se deja guiar por el más bajo hasta el medio de esta. En ese momento la canción sonando cambia a algo más lento, como propiciando un momento de calma en el caos de luces y el olor a bebidas fuertes volcadas en el piso por los movimientos de los cuerpos pegados. Erling no sabe de quién es la canción, pero Julián parece que sí porque rodea sus manos alrededor del cuello del más alto y comienza a guiarlo para que se muevan lentamente en círculos sobre el lugar. El noruego tiene las mejillas completamente rojas porque el argentino jamás había sido tan directo con sus acciones, pero no pierde la oportunidad y toma su cintura entre sus manos y procede a moverse a la par del ritmo y de los movimientos del más bajo. Julián canta con los ojos cerrados, y Erling queda completamente embobado escuchando la voz tan armónica del castaño, aunque no entienda que dice.

Uno Los Dos {JULIÁN ÁLVAREZXRÚBEN DIAS}Where stories live. Discover now