FIN DE SEMANA

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Qué, echando la mañana sentado al solecito, ¿no? Muy bien hecho, desde luego. Con estesábado tan bueno que se nos ha amanecido, no es de extrañar que los bancos del parqueestén tan concurridos hoy. Me presento: Serafín Tostón, para servir a Dios y a usted. Si nole importa, me voy a sentar aquí a su lado un ratito. ¡Aaaay! Es curioso que, al llegar aciertas edades, cada vez que nos sentamos soltemos como un lamento... Me pregunto porqué será, porque doler, doler, la verdad es que no nos duele nada, pero el lamento ahíqueda. A mí me parece que es cosa de viejos, porque desde luego yo no he visto a ningúnjovencito quejarse de esta manera cuando se sientan. Más bien parece que se lanzan contralos asientos como si fueran de goma. ¿Ve usted? ¡Ahí sí que se nota la juventud, en loligeros y resistentes que son los cuerpos! Luego uno como que se va apelmazando y ha deandar con mucho cuidado para no fracturarse algo con un movimiento brusco, pareciera.Bueno, yo no, gracias a Dios, porque aún me conservo ágil para la edad que tengo. Elbastón lo llevo un poco por estética, ¿sabe?, como Dalí o el mismo Antonio Gala. ¿Seacuerda usted de Dalí? ¡Qué tipo más genial! La verdad es que no se entendía la mitad de loque decía, y la otra mitad tampoco era muy sustanciosa, digamos, pero uno se lo pasababien escuchándolo, aunque sólo fuera por ver la cara del entrevistador de turno. Buenpintor, era. Eso no se le puede negar, me parece a mí. Ahora bien: unos cuadros de lo másraro sí pintaba el hombre. Claro que yo soy un poco clásico para la cosa de la pintura. Si mesacan del típico paisaje o bodegón de turno, ya ando un poco perdido, no lo voy a negar...En fin: lo dicho, qué bien se está aquí, ¿verdá usté? Bien tranquilitos, al sol. No se me ocurreuna forma mejor de pasar la mañana del sábado. Desde luego, el fin de semana esimportante para descansar, ¿verdad? Los últimos estudios sugieren que aquellas personasque no descansan de sus quehaceres diarios los fines de semana, luego rinden menos en sustrabajos. Claro, así no me extraña cómo va el país, porque llega el sábado y la gente, enlugar de tomárselo con calma, sentarse delante de la tele y relajarse, pues nada, a lo loco: acoger la bici y ¡venga a subir y bajar montañas! O peor aún: a correr como descosidos porlas calles, como si les persiguieran los acreedores. Incluso hay gente que se pone a hacerchapuzas en el hogar: pintar, arreglar algún enchufe... Bueno, bien mirado, esto últimotampoco está mal. Hay estudios que dicen que aquellas personas que se dedican a estosmenesteres en sus ratos libres, pues desarrollan la memoria y la habilidad espacial. Aunqueyo sigo pensando que lo mejor es estar tranquilamente en el sofá, leyendo alguna revista yviendo los concursos de la tele. ¡Los concursos de la tele! ¡Ahí quería llegar yo! Hoy en día,tanto canal y tanto programa y hay que ver lo mala que llega a ser la televisión, ¿verdad? Enmis tiempos, sólo teníamos un canal, pero... ¡QUÉ CANAL! Ahí te daban de todo:comedias, teatro, informativos, DOCUMENTALES... Porque los documentales ya sabráusted que son muy importantes, a la hora del descanso también... Esas siestas viendoreportajes de pajarillos, o mejor aún: de PECES. Esos sí que hacen que te entre el sueño.No por nada, que cada animalito tiene su qué, eso hay que reconocerlo. Pero los peces...Los peces llevan una vida muy aburrida, todo el día abriendo y cerrando la boca y con esamirada que tienen de no entender nada de lo que les está pasando. Así, cuando te echan undocumental de pececillos, pues como que te entra el sueño, ¿no? Por cierto, hay estudiostambién que aseguran que dormir delante de la tele es bueno para las neuronas esas. Por loque se ve, las radiaciones de la tele influyen en el adormecimiento del cerebelo, aunque yo,la verdad, no sé si creerme todas las zarandajas que se publican últimamente. Me gusta estaral tanto, eso sí, no lo voy a negar, pero de ahí a creérmelo todo a pies juntillas... Yo, para mí,que todos estos científicos que se pasan la vida haciendo estudios de esto y aquello vivenun poquito del cuento, de las subvenciones esas, ya sabe lo que quiero decir... Porque a ver:¿qué sentido tiene que te digan, en un estudio de esos tan importantes, que una dieta sana,el no fumar y el practicar algún deporte ligero te va a prolongar la vida y va a hacer que tesientas mejor?... Eso ya lo sabe todo el mundo, no hace falta publicar un estudio científico.Aunque también hay que decir que los hay que se cuidan muchísimo y luego van y lesatropella un camión o se caen por un barranco, o peor aún: se van a dormir por la noche yya no amanecen. Y para eso no tienen estudios científicos que valgan, por lo que se ve. Esdecir: que puedes pasarte la vida cuidándote y luego viene cualquier desarrapado de estosque van como locos por la carretera y se te lleva por delante. ¡Si uno tuviera que tener encuenta todo lo que puede matarte, es que no saldrías de casa! Y aun estando en casa,también tienes tus riesgos. De hecho, otros estudios aseguran que el 80 % de los accidentesque sufrimos las personas son domésticos. O sea, que te pasan estando tranquilamente entu casa. Aunque yo diría que es más probable que tengas un accidente doméstico de esosarreglando un enchufe, que viendo el Sálvame. Bueno, digo el Sálvame por decir algo, que yoese tipo de programas no los veo, claro. Haciendo zapping de ese alguna vez, pues como quete quedas mirando unos minutillos, eso sí. La verdad es que me pasa como con los cuadrosde Dalí, con estos programas: no entiende uno nada de lo que está pasando, pero que tequedas como enganchado, ¿verdad? La radio, eso sí que es buena cosa. Porque es lo que yodigo: donde esté la imaginación, que se quite todo lo demás. Te pasas la vida escuchando aun locutor, o una locutora, y el día que los ves por la tele o en una revista, siempre tesorprendes. ¿Por qué será que uno siempre se imagina a la gente, por su voz, mucho másguapos de lo que luego son? A ver, que hay algunos y algunas que guapos son, pero comoque uno se los imagina aún más guapos cuando escucha esas voces tan bonitas... ¡Y a veceste llevas buenas sorpresas! Es lo que tiene la radio, claro... Aunque la radio en fin desemana... como que no pega, ¿verdad? El fin de semana es para salir a la calle, hacer cosas...Como ahora usted y yo, por ejemplo, aquí charlando amigablemente. O para darse unpaseíto por el centro a ver tiendas, como hacen muchos... Que digo yo que, si no vas acomprar nada, ¿para qué te vas de escaparates? Vendría a ser como aquél que, a la hora decomer, se va a leer las cartas de los restaurantes y no se mete en ninguno... A ver, que losescaparates, hoy en día, también tienen su aquel. Los adornan mucho y con muchaimaginación. Hasta hay gente que se dedica a ello profesionalmente, los escaparatistas, quelos llaman, con mucha lógica, por cierto. Hay que verlos ahí, trabajando tras el cristal, taneficientemente. Mire usted: a mí me entretiene a veces más eso que ver la tele, aunquetambién hay que decir que no les acaba de gustar mucho que los mires mientras trabajan. Ymenos aún si les haces indicaciones para echarles una mano, que todo no se puede tener encuenta desde dentro, digo yo. Imagino que se debe sentir uno como los animales en el zoo,con toda la gente ahí parada mirando como pasmarotes. El zoo... ¡cuánto y cuánto habríaque hablar de los zoos! Yo no sé si tienen mucho sentido, la verdad. Porque una cosa metendrá que reconocer: los animales, ahí dentro, hacen cosas muy raras, que yo no veo quehagan en los documentales de la tele de los que hablábamos hace un rato. Por ejemplo, losmonos. ¿Usted ha visto algún mono hacer las guarrerías a las que nos tienenacostumbrados en el zoo, en su hábitat natural? Yo no, desde luego... Mire: cuando erapequeño y mis padres me llevaban al zoo, a la parte de los monos, esa que era como unpasillo con cristales, le tenía yo pánico. No por nada, que a mí los monos me caen muybien, con esa cosa que tienen que parecen casi personitas. Pero es que, cuando veían muchagente, se liaban a tirar excrementos contra los cristales, y tal parecía que te iban a dar entoda la cara con ellos. Yo no sé por qué hacían eso, pero se daban tanta maña recogiendo loque salía y lanzándolo con tal maestría, que parecían mismamente catapultas simiescas. Alfinal, salía uno de allí con el estómago revuelto, porque algunos había también queaprovechaban para desayunarse con las sobras. Luego dicen que nos parecemos en nuestrascostumbres, que descendemos de ellos. Perdone usted que insista en la cosa escatológica,pero yo tampoco he visto a ninguna persona hacer ese tipo de cosas, aunque ahora que lopienso, por ahí he leído que a más de uno también le gusta, pero claro: siempre hay gente pató, que decía mi abuelo. A mi abuelo lo que le gustaba era ir a pasear rambla arriba, ramblaabajo, cuando yo era niño. Entonces la gente hacía como nosotros ahora, pero pagando. Esdecir, que en la rambla alquilaban sillas para sentarse allí y ver la gente pasar. Que digo yoque, si a todo el mundo le hubiera dado por lo mismo, pues estaríamos todos sentados ynadie paseando, pero gracias a Dios que somos todos de una madre y un padre distintos y acada uno nos gustan cosas diferentes. De todas formas, ahora las ramblas ya no son lo queeran, todas llenas de extranjeros medio en cueros, hablando raro que no hay forma humanade coger nada de lo que dicen, y peor aún: que no entienden tampoco nada de lo que lesdices tú, que no crea usted que no he intentado más de una vez entablar conversación. Perono hay manera, con esa jerigonza que balbucen. ¡Con lo bonito y fácil de hablar que es elcastellano!, ¿verdad? Y ¿qué me dice usted de esas, como les llaman, estatuas humanas? Ahítodo el día petrificado, vestido de Colón o de vaquero, o de vaya usted a saber qué, porquehay algunas que tampoco se entienden ni del derecho ni del revés. ¿Dónde está el mérito dela tal actividad? Quedarse ahí quieto todo el día, con la mirada perdida, y de vez en cuandoespantar a algún curioso que se acerca demasiado... ¡Qué tiempos! Y pensar que alguien sepueda ganar la vida estando como un pasmarote en medio de la calle... Que eso no tieneque ser bueno para la salud, se lo digo yo... La humedad, el maquillaje (que por lo que se ve,te cala dentro de la piel y vaya usted a saber los problemas que puede causarte)... ¡Gente pató, como decía mi abuelito, gente pa tó! Como esa gente que corre para atrás. ¿Les ha vistousted? Pues hay hasta competiciones y trofeos. No se entiende, la verdad... Si hay algo másabsurdo que ir corriendo por la calle (que hasta no hace mucho se consideraba una falta deeducación), es ir corriendo, pero para atrás. Vamos, que no se sabe si esta gente va o viene,y hay que verlos dislocándose el cuello para ver por dónde andan, que, si ya es complicadoel no ir tropezando con el gentío que se junta en los parques en fin de semana, imagíneseusted yendo al revés, aún peor. Si tuviéramos ojos en la nuca, no le digo yo, pero es que esono es normal ni natural. Se corre para escapar o para alcanzar alguna meta, no pararetroceder y volver al punto de partida. ¡O ni eso porque, en realidad, el punto de partida lodejan delante! Es de locos, ya se lo digo yo, de locos. Pero parece que, en fin de semana,todo vale ¿no cree usted? Vamos, que es como si repartieran carnés de «haga usted lo quequiera, que para eso ha estado trabajando toda la semana». Y claro, la gente como que sedesmadra, las más de las veces. Fíjese usted, sin ir más lejos, en los que compran unaautocaravana de esas y en cuanto pillan un par de días de fiesta, agarran los bártulos ymeten en carretera a toda la familia. Igual que en casa, pero dentro de una camioneta,vamos. Menudo estrés tiene que ser, todo el tiempo pendiente de no perderse por esascarreteras de Dios mientras los niños alborotan en la parte de atrás. Y luego, ¡encuentra unsitio donde plantarte, cuando llega la noche! Al final, acabas en uno de esos cámpines conun montón más de autocaravanas y de gente que hace exactamente lo que tú: lo mismo queen casa, pero en otro lado. Y el desasosiego que supone el conseguir agua corriente,electricidad... Porque, al fin y al cabo, estando de acampada, a la manera tradicional, escomo que te encuentras en contacto con la madre naturaleza: duermes en el suelo, batallascon las hormigas que acechan obsesivamente la comida que llevas, luchas con losmosquitos que te acribillan por la noche (que también hay mucho que hablar, de la cosa dela acampada, no crea)... Pero en una autocaravana de esas, equipada con todas lascomodidades (camas, mesa y sillas, cocina, inodoro y HASTA DUCHA, etc., etc.), pues nosé yo si tiene mucho mérito la cosa, la verdad. Yo, para eso, me quedaba en casita, que ya lotengo todo a mano y bien colocado. Y no tengo el problemón de no saber qué hacer con elcamión durante el resto de la semana. Bueno, sí: aparcarlo donde pille para ocasionar elmayor trastorno posible a los vecinos, que eso es lo que hacen muchos... En fin, lo dicho: elfin de semana se ha hecho para descansar y no para buscarse ocupaciones como undesesperado. ¡Vamos, digo yo! ¿No cree? Ah... ¿Ya se marcha? Claro, claro, si es que se nosha ido la mañana sin darnos cuenta, tanto conversar y conversar. Pero ¿y lo bien que lohemos pasado? ¡Que nos quiten lo bailao, como decía aquél! ¿No? Pues nada, igual elsábado que viene podemos repetirlo... Ah, ¿que va usted a estar fuera del país? ¡Huy, puesno lo envidio, oiga! Lo de los viajes tiene su tela también, si yo le contara... De hecho, hayestudios que dicen (le acompaño que me viene de paso) que bla... bla... bla... bla...

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⏰ Last updated: Nov 29, 2023 ⏰

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