Rodea mi cintura desnuda con su fuerte brazo y me atrae a su pecho, abre la perilla dejando caer agua fría sobre nosotros. Mi cuerpo se estremece, Duncan saca suavemente la suciedad de mis mejillas, toma un pedazo de jabón posicionándolo en mi mano, y se apoya contra la pared utilizando un viejo trapo para refregar la mugre de sus brazos mientras me observa sonriente pasando el jabón por mi abdomen.

Me pone nerviosa, giro y le doy la espalda lavando mi cuerpo lo más rápido que puedo, no encuentro Shampoo, prefiero no mencionarlo es claro que no tienen muchos lujos aquí. Quito la suciedad de mi pelo, y cuando estoy lista soy rodeada con una toalla azul que Duncan saco de un pequeño cajón.

-¿Vives solo aquí?-Mi voz temblorosa por el frio.

Asiente con la cabeza mientras rodea una toalla en su cintura y saca sus boxers por abajo. Gimo cuando la toalla esta por deslizarse de sus delgadas caderas, Duncan la atrapa justo a tiempo, me da una sonrisa perversa observando mi sonrojo.

Lo ignoro, paso por su lado caminando de nuevo a la habitación con él tarareando detrás de mí. Saca unos pantalones caqui verde oscuro, una camiseta blanca y una chaqueta negra de cuero desgastada.

-Vístete, tenemos que salir rápido antes de la inspección de la zona.-Me deja sola desapareciendo por las cortinas.

Los civiles mandan algunas patrullas por aquí, no he escuchado mucho de esto pero sé que están vigilando, sino este lugar estaría más destrozado tal vez. Julián viene a mi mente, por un momento creo que si me quedo podría verlo, pero él nunca pasa la valla y si los civiles me ven, sin nada para comprobarles que soy parte de ellos me arrastraran a C.S. donde se llevan a todos los Sureños que encuentran, no sé qué les hacen allí, y sinceramente no quiero averiguarlo. Sin contacto con Julián no hay manera de volver. Aquí me capturarían, tendría que saberlo. Por ahora solo me queda confiar en Duncan.

Si confió en él desconfió de Julián. ¿De qué lado estoy?

No demoro mucho en vestirme, me coloque unos vaqueros que apenas logran sujetarse en mis caderas, una corta camiseta y un abrigo gigante que llega a ocultar mis manos.

Salgo afuera del edificio. Apoyado contra una vieja pared Duncan espera dando una calada casualmente a su cigarrillo. Sus ojos perdidos, locos como recuerdo de niño. Sus mechones de pelo largo, fueron recogidos hacia atrás en una pequeña coleta, tiene la cicatriz de un rose de bala justo en el cuello.

-Vamos.

Camine a su lado, sin tomar mucha importancia metí mi mano en el bolsillo de su chaqueta y deslice mis dedos entre los suyos. Duncan saco afuera nuestras manos, la mía completamente apretada a la suya, sin embargo él bajo la mirada, note el fantasma de una sonrisa en sus labios antes de que decida entrelazar sus gruesos dedos con los míos.

Mira al frente sin decir nada mientras caminamos por las agrietadas calles de Santa Monica, doblamos la esquina de A. L. y seguimos recto, evito preguntar a donde vamos, reconozco vagamente el camino. La sombra que se forma debajo de sus ojos, la mandíbula apretada y peso en sus hombros lo hacen ver casi destruido.

-¿Estas triste?

Me mira y frunce el ceño. Bajo la vista, muerdo mi labio. No debí haber dicho eso, es un chico fuerte, no le gusta mostrar debilidad. Lo miro esperando ver enojo en sus ojos pero me sorprendo al encontrar más tristeza reflejada con dolor en su mirada.

-¿Te tendré de vuelta, cariño?-Su voz débil.

Abro mis ojos sorprendida por la pregunta, dejo deslizar mi labio de mis dientes y pienso en una respuesta correcta. De vuelta... ¿Cómo?

-Estoy aquí.-Susurro.

-No nena, tu eres buena.

Suelto un bufido.- ¿Tengo que ser una chica mala ahora?

Niega con la cabeza.-No, yo solo tengo que ser lo suficientemente bueno para ti. Y tengo sangre en mis manos, cariño. ¿Cómo puedo conseguirte así?

Este chico, que admite sus errores, muestra su debilidad, quiere abandonar todo esto en silencio. Es mi chico Duncan pequeño. Lo es todo, se lo peligroso que son aquí. Mi padre mato a muchas personas, llevaba una arma en la cinturilla de su pantalón, todos los hombres que conocí, que ame, cometieron muchos errores, pero no eran malos. Además, yo también lo hice. No puedo despreciar a Duncan cuando amo a mi padre, quiero verlo de nuevo y aunque no lo quiera admitir deseo pasar más tiempo de lo que debería aquí. Se siente tan mal que me guste la calidad de su mano, lo acostumbrada a su cercanía que por momentos me siento. Es malo que sea tan hermoso. Que bese su mejilla y lo abrace.

Duncan contiene el aliento.-Raven-susurra.-Niña buena, lugar malo.

N/A: Las canciones dicen los pensamientos de Duncan. Abra un libro en el que narre solo él. 


DuncanWhere stories live. Discover now