Capítulo 8

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Seokjin

El mar al atardecer era impresionante.

Las sombras se deslizaban lentamente sobre la montaña, un fuerte contraste con la luz dorada que tocaba la cima del pico y brillaba en áreas del agua azul profundo. Me paré en la orilla y respiré el aire fresco de la primavera, cerrando los ojos mientras una brisa me revolvía el cabello, trayendo consigo el aroma del mar.

—No planeas huir, ¿verdad? —me preguntó una voz profunda detrás de mí.

Me giré para ver a Jungkook. Como de costumbre, vestía todo de negro: camisa, pantalón y botas. Incluso la daga en su cadera tenía una empuñadura negra.

—Aun debatiéndome, —contesté, acurrucándome más en mi suéter mientras otra brisa fresca barría a mí alrededor. —Después de ver ese ángel, estoy convencido de que me dijiste la verdad, sobre todo. Pero todavía es difícil entenderlo. Cosas como esta simplemente no existen en mi mundo.

—Ellos existen. Siempre han existido. Sin embargo, los humanos rara vez ven la magia que los rodea. —Jungkook vino a pararse a mi lado, su mirada de ojos grises fija en el agua. —Me gusta venir aquí a pensar. Hay algo relajante en el mar.

—Mi papá me decía que cuando necesitaba hablar, el mar me escuchaba. —Vi como más sombras se llevaban la luz del sol. —Salíamos en su barco todos los fines de semana cuando hacía buen tiempo y pescábamos. Sin embargo, nunca tuvo el corazón para quedarse con nada de lo que atrapamos. Lo tiraba de nuevo al agua, y luego nos sentábamos y veíamos la puesta de sol.

Me dolía el pecho con el recuerdo. Era una de esas cosas que no apreciaba del todo en ese momento. Pero mirando hacia atrás ahora, daría cualquier cosa por volver a sentarme en su bote con él.

—Mi mamá era bióloga marina y amaba el océano, —continué—. Murió cuando yo tenía doce años. Accidente automovilístico. Papá era el tipo de hombre que tenía problemas para expresar sus emociones. Después de que ella murió, fue al puerto y miró hacia el mar. A veces durante horas. Él hablaba con ella. Así que ahora, cuando estoy luchando o necesito arreglar las cosas, también vengo al mar. —Le sonreí débilmente a Jungkook. —Lo siento. Eso fue mucho.

—El agua está formada por innumerables recuerdos, —dijo Jungkook. —Viaja de un lugar a otro, absorbiendo conocimientos y emociones. Tenía razón tu padre cuando decía que el mar escucha. Y luego mantiene tus secretos a salvo. —Una pausa. —¿Cuando murió él?

—Hace cuatro años. Él tuvo un ataque al corazón. —Se me hizo un nudo en el estómago. — Él también era muy joven y gozaba de buena salud. Simplemente... me tomó por sorpresa. Murió, y luego yo estaba a cargo de la tienda. He trabajado ahí desde que era joven, así que conocía los misterios. Pero era mucho con lo que lidiar al mismo tiempo. —Al darme cuenta de que había estado hablando hasta el cansancio y poniéndome demasiado personal, solté una breve carcajada. —Um. Lo siento. No sé por qué te cuento todo esto.

—Deja de disculparte, —dijo, mirándome. —Tienes veintinueve años, ¿verdad?

—S-Sí.

—Tan joven. —Jungkook se alejó del agua y miró hacia la mansión. —Hace sesenta años que vivimos aquí. Antes de esto, era París. Escocia antes de eso. Además, Japón. No hay un lugar en esta tierra que no hayamos visitado.

¿Era esta su manera de abrirse a mí? No conocía bien a Jungkook, pero me dio la impresión de que no era muy hablador. Más o menos todo lo contrario de Soobin, que solo dejaba de hablar cuando estaba dormido.

—Me cuesta pensar en eso, —dije. —Vivir tanto. Ver cómo cambia el mundo que te rodea mientras tú permaneces igual. Parece tan solo.

Jungkook ladeó la cabeza hacia mí y se formó una arruga entre sus ojos. —Qué humano tan extraño.

Ira [Kookjin]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora