Parte 2

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No lograba conciliar el sueño. Encendí el televisor y empecé a ver una película muy extraña. No lograba comprenderla. Pero ya estaba enganchado en ella. Un sonido fuerte logra despertarme. Me despierto algo ofuscado y miro hacia mi alrededor. Desconocía en donde me encontraba. Sentí gran angustia y una fuerte contracción en el pecho. Conforme los segundos avanzan, aquella sensación iba descendiendo. Unos gritos me alarman.

-¡A desayunar!-esa voz me suena familiar. Agito la cabeza dos veces y los recuerdos vienen a mi mente. ¿Es mi madre? Sí, sí lo es.

Intento bajar de mi cama pero no logro recordar cómo hacerlo. Aquello me perturba y mi ansiedad aumenta.

-¡Mateo! ¿Acaso no me has escuchado?-se aproximó mi madre hacia la puerta de mi habitación. Yo solo asentí.

Mi mente se pierde y cuando menos me doy cuenta, estoy sentado en la mesa desayunando. Mis padres charlaban de unos temas que desconocía. Yo estaba comiendo unas tostadas. Me levanto de la mesa y me dirijo a mi habitación para alistar mi mochila. Mientras subo las escaleras logro escuchar unos murmullos.

-Realmente, me estoy preocupando. Ha estado muy callado estas últimas semanas. Aquella noticia realmente lo afectó demasiado-susurraba m padre. Mi madre solo trataba de reprimir las lágrimas.

Me detuve unos instantes en las escaleras para tratar de descifrar a qué se referían. ¿Una notica me ha afectado? No lograba comprender. Decidí ignorar lo que escuché y proseguir mi camino. Entré a mi habitación, alisté mi mochile y me dirigí a la planta baja de la casa.

-Adiós-dije casi susurrando.

Me enrumbé a la escuela. Me percaté que mi oído era muy agudo. Podía escuchar hasta el más mínimo detalle. "Seré el elegido" pero estaba muy lejos de serlo. Mis manos temblaban cada dos segundos, mis latidos se aceleraban de una manera incontrolable. Llego a la escuela y me siento en mi pupitre. Tengo la cabeza agachada. No quiero que aquellos ruidos me perturben. Un aroma me encandila el olfato. Alzo la mirada lentamente y veo a Ariana pasar. Daba pasos pidiendo permiso al tiempo, tenía esa mirada dulce y penetrante. Creo que jamás se dio cuenta de mi presencia. Pero yo la observaba todos los días. Ella estaba riendo. Tenía una sonrisa perfecta. Me pierdo en ella por unos instantes.

-¡Buenos días clase!-aquella voz me despierta de mi mente.

La clase de química no me interesaba en lo más mínimo. Mi mente solo era aturdida por aquellos sonidos. La tiza contra el pizarrón, el murmullo de los alumnos de atrás, el suspiro de mi compañero. Mi cabeza se sumerge en un delirio incontrolable. Giro la cabeza en todas las direcciones y logro ver a Ariana reír en cámara lenta. ¿Qué sucede? Me paro de mi asiento algo desconcertado y camino hacia la puerta. Escucho que la profesora dice mi nombre, pero yo solo la ignoro. Mis pasos son lentos y torpes. Me sujeto de las paredes para no tropezar. Camino por aquel pasadizo interminable. Diviso unas sombras a mí alrededor. Mi cabeza no logra sostenerse y me empiezo a asustar.

"Servicios Higiénicos" Logro leer con algo de dificultar. Las letras se me cruzaban. Entro y voy directo al lavabo. Me humedezco el rostro pero igual sigo con esa sensación de hormigueo. Mi mente entra en conflicto. Miro a través del espejo y veo el retrete. Corro hacia él y sumerjo mi cabeza. Me quedo ahí por unos instantes. Siento mi cuerpo desvanecer. Mi cabeza sigue sumergida. Siento que me ahogo pero no tengo fuerzas para levantarme.

-¿Qué mierda te pasa?-escucho una voz alarmada que me sujeta del brazo y me deja respirar.

Yo seguía en un estado catatónico. Logro verle el rostro. Era un muchacho más joven que yo. No pasaría de los catorce años. Su mirada expresaba desesperación y angustia. Yo solo lo observaba.

Corrió hacia el pasadizo y al cabo de unos instantes volvió junto a la enfermera de la escuela. Yo observaba todo con total parsimonia. Mil voces atravesaban por mi mente. Yo estaba tendido en una camilla y mi visión estaba borrosa. Escuchaba algunos gritos y lograba divisar algunos rostros curiosos. ¡Ariana! Ahí estaba ella. Yo solo giro mi rostro hacia donde se encontraba y mi mirada queda clavada en la suya. Ella me contemplaba con congoja. Logro ver las luces de una ambulancia. Aquellas me hacen abstraer en un sueño profundo.

-Está despertando-Escucho esa voz a ciento veinte decibeles. Me paro bruscamente de la camilla y me encuentro encerrado en una habitación. Miro hacia el techo: Blanco. Miro hacia la derecha: Blanco. Me empiezo a sujetar la cabeza y logro ver una vía intravenosa en mis brazos. Trato de zafarme de ella, pero unas enfermeras me lo impiden. Doy gritos, pero estos son en vano. Un hombre de mandil blanco se dirige hacia mí con una mirada imponente. Yo sigo tratando de evadirlos. Siento un hincón. Seguido de ello empiezo a desvanecerme. Mi visión se torna borrosa, los sonidos se vuelven imperceptibles. Cierro los ojos lentamente. Las voces se van alejando y las luces apagando. Abro los ojos de nuevo. Las luces nublan mi vista. Veo que alguien me sonríe... soy yo.

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⏰ Última actualización: Mar 23, 2020 ⏰

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