—En eso tiene razón —agregó ella—. Aunque... sí vi algo.

Sabía que su instinto chismoso no me fallaría.

—¿Algo sobre qué? —apresuré

—Vi a una chica salir temprano con maletas. Abordó un taxi.

—¿Una chica?

—No era Mack. Aunque sí tenían un enorme parecido.

—No, seguro era su hermana —consideré, pensando en voz alta—. Mack mencionó que Jasmine había venido a pasar las fiestas.

—Al parecer pasó sólo una noche —se burló él

—¿Es enserio? —lo miré mal

—Un poco de compasión, Edward.

—Lo siento, uy. —se encogió de hombros, sin darle mayor importancia

—Creo que en efecto todo se fue al demonio —suspiré, tomando mis cubiertos—. Ahora con más razón quiero hablarle. Creo que pasaré a la cafetería tan pronto termine.

Mi abuela pareció considerar mis palabras

—Ethan...

—¿Sí?

—No te digo que no te preocupes, ¿vale? Sólo... quizás no deberías involucrarte. El padre de Mack salió poco después de la chica. Y no lucía para nada feliz. Incluso su esposa salió con él, parecieron discutir.

—¿Discutir?

—Sí —asintió—. Puede que Mack esté teniendo problemas con su familia en estos momentos. Y tú debes saber cuándo puedes aportar y cuándo es mejor retroceder.

Lo pensé más de lo que quise admitir.

Tal vez tiene razón y no me contesta porque quiere un tiempo para sí misma. Es sólo que, me aterra pensar que está pasando por algo malo y no estoy ahí. Quiero ser un apoyo para ella, más que eso, pero quizás es mejor esperar hasta que ella se decida a buscarme.

Sin embargo, iré a ver si puedo verla así sea de lejos.

Al menos para saber si está bien.

Necesito comprobarlo y no por un texto.

Desayuné con normalidad y terminé al cabo de diez minutos más o menos, habría comido más rápido, pero mis abuelos me hicieron una corta charla y les respondí como haría normalmente.

Siguiendo las locuras que pensaban.

Al terminar, lavé los trastes y volví a mi habitación en busca de mi teléfono. Lo desconecté al ver la batería al cien por ciento y lo guardé en mi bolsillo. Tomé un gorro de lana que me puse debido al frío y después bajé los escalones, buscando mi abrigo en el perchero.

Me lo coloqué, todo en sorpresivo silencio.

—Ethan —escuché a mi abuela, aunque no la vi—. Vuelve temprano, ¿sí? Pediremos comida china para el almuerzo.

—¿Y el pobre repartidor pasará las calles llenas de nieve sólo por traerles comida china?

—Eso es lo que yo le estaba diciendo —renegó el viejo

—Es su trabajo y le daremos propina.

—Un dulce de miel no es considerado propina, señora.

—Bien, entonces iremos al restaurante. Pesados.

—Volveré temprano —avisé, para después abrir la puerta y salir

Es normal en ellos querer salir los fines de semana. Después de todo, se la viven aquí todo el tiempo, es normal que quieran ir a comer a otro lado. Y sí, yo estaré involucrado. No es tan malo, digo, compartir momentos, puede que sean memorables.

Invierno de colores✓Where stories live. Discover now