Reflexión 30

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"Amor al dinero"
Rachel González ©

"¿Es concebible que un hombre que esté junto a una hoguera no tenga calor? ¿Es concebible que un obrero trabaje continuamente en un horno y no tenga ni un cabello quemado, ni una uña ennegrecida, ni una gota de sudor ni una mota de ceniza en la cara? En el sacerdote, y en el obispo sobre todo, la primera prueba de la caridad es la pobreza."

Víctor Hugo


Víctor Hugo habla de los obispos o sacerdotes como servidores del reino de Dios; pero nosotros los cristianos sabemos más, sabemos que no es necesario usar una toga ni llevar un título, y menos seguir un conjunto de reglas y rituales para convertirnos en siervos de Dios.

Todos los que hemos sido rescatados por Su Gracia, le ofrecemos el servicio con todo nuestro corazón. Pero...lo que me llama la atención en sí, es lo que Víctor quiso expresar: la mayor muestra de generosidad, de bondad, ¡de caridad!, es el compartir la pobreza.

Creo que Hugo entendió mejor la actitud de la iglesia primitiva de lo que nosotros hoy hemos podido (o quizás sí lo hemos hecho, pero no hemos tomado cartas en el asunto).

A ver si me explico. Aquellos que "ingresaban" a las listas del "ejército divino", vendían todas sus propiedades y luego las repartían entre todos los creyentes (Wow, ya por aquí van palabras fuertes).

¿Amor al dinero?, en ellos no existía... si algunos padecen, todos padecen. Si algunos sufren de hambruna, todos lo sufren; o por lo menos se aporta para disminuir el sufrimiento (vaya, miren que bonito lo que vamos descubriendo).

Pero, no es que la iglesia primitiva fuera una pionera en estos temas. Su "roca firme" ya les había advertido sobre tener a dos señores (o amas a Dios, o no lo amas, es fácil); también les había dicho sobre sufrir con los que sufren y llorar con los que lloran; y en otra ocasión, sobre el no quedarse de manos cruzadas cuando un hermano tuviera hambre o desnudez (y mira que decimos: "estaré orando por tí", pero no aportamos ni un granito de arena a su causa).

Entonces mi pregunta es la siguiente: cómo es posible que nos llamemos cristianos, si nos cuesta dar la ofrenda o el diezmo, si nos aterroriza compartir de lo que tenemos (más si es poco) con el vecino necesitado; ¡pero aun peor! cómo podemos vivir tan tranquilos en nuestra riqueza cuando tantas almas caminan casi adormecidas por las calles, porque de cierto el techo se les cae encima y están esperando por "la oración" del hermano (o a veces conocido) rico.

Esta reflexión también es para mí. No es para que nos quitemos la vida o caigamos en una profunda depresión por nuestros pecados. Es para que tengamos la oportunidad de ser libres, de desprendernos de todo aquello que no nos permita amar de verdad, con hechos y no con palabras.

Ojalá todos tengamos la voluntad (¡y la sabiduría!) de cambiar, porque es preciso que así ocurra; porque nosotros ¡hoy! podemos ser la bendición de alguien que necesita más que una simple oración de misericordia.

Que Dios te colme de bendiciones y amor.

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⏰ Last updated: Nov 21, 2023 ⏰

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Reflexiones del Alma ©Where stories live. Discover now