Consecuencias

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'Pideme que lo mate y te daré su cabeza en bandeja de plata.'

A la mañana siguiente de que Lucerys hubiera llevado a un herido Aegon a su habitación, la reina llegó buscando a su hijo, comenzando una pelea con el Príncipe Velaryon, quien se negó a que su tío abandonara sus habitaciones y haciendo valer su lugar como hijo de Rhaenyra Targaryen y heredero de Lord Corlys Velaryon, hizo apostar guardias leales a él en sus puertas, quienes se aseguraron de no dejar pasar a nadie que no fuera aprobado por el moreno mientras él mandaba aviso a su esposo para que volviera lo antes posible a la capital, pero sin explicarle los motivos traa aquel pedido.

Días después, ambos príncipes llegaban a la Fortaleza Roja y el esposo de Aegon, sabiendo lo que se avecinaba, emprendió la huida de inmediato, consciente de que el poder de la reina para mantener a su hijo a raya no podría ganarle a la ira de un Príncipe Heredero y del jinete de la dragona más grande del mundo.

Apenas ambos jóvenes ingresaron a las habitaciones de Lucerys, se sorprendieron de ver a Aegon allí, jugando con los hijos de su sobrino mientras el moreno parecía estar ocupado redactando varias cartas. Pero nada más ver entrar a su marido, Lucerys dejó lo que estaba haciendo y se lanzó a sus brazos, siendo seguido por sus pequeños que se aferraron a las piernas de su padre, mientras Jacaerys veía con gran asombro el rostro del rubio omega, magullado y con heridas que parecían estar apenas sanando. Y una vez se hubo liberado del agarre de su esposo y sus pequeños, Aemond también notó el rostro de su hermano, mirando a su esposo y esperando que le explicara el estado del rubio.

Lucerys miró a su cuñado, esperando que fuera él mismo quien le informara a los otros lo que había estado sucediendo con su esposo, pero el rubio no pudo decir palabra  pues habiendo visto a Jacaerys solo atinó a bajar la mirada avergonzado porque lo vieran de aquella forma. Pero el moreno simplemente se acercó a él, tomándolo de la barbilla hasta que el rubio lo miró, permitiéndole al otro secar sus lágrimas con cuidado de no dañar su lastimada piel.

Una vez más calmado y luego que Lucerys enviara a sus hijos con sus nodrizas, el rubio les confesó todo lo que había venido sufriendo desde el día de su boda, viendo como ambos se mantenían en silencio, escuchándolo atentamente, pero su molestia se delataba con las feromonas que comenzaron a liberar y que tras una reprimenda del omega Velaryon lograron reprimir para no incomodar a Aegon.

Aún así, cuando el rubio hubo terminado su relato, ambos alfas se pusieron de pie con la clara intención de ir en búsqueda del Lannister, siendo informador por el mismo Lucerys de que el hombre parecía haber huido de la ciudad y lo más seguro era que se encontrara en camino a Roca Casterly, pensando que estando allí, los dragones ya no podrían buscar justicia.

Pero aquello no logró apaciguar la furia de ambos alfas, por el contrario solo consiguió que ambos se prepararán rapidamente para partir, despidiéndose nuevamente de los omegas, con Aemond besando  apasionadente a su pareja y Jacaerys hincándose frente a Aegon y acariciando delicadamente su mano, prometiéndole que desde ahora siempre estaría a salvo y que muy pronto sería libre de aquel alfa.

Mientras tanto, Lucerys continuó haciendo sus propios planes para castigar a su suegra, obviando contarle aquella parte a su esposo, prefiriendo que se enterara cuando ya se hubieran encargado del despreciable león.

Y al parecer, los dioses tampoco parecían aprobar el dolor por el que Aegon había tenido que pasar, permitiendo a los príncipes dar con el paradero del alfa y aún sin necesidad de sus dragones, les fue sencillo encargarse de todos los guardias que protegían al hombre, dejándolo a él al último, quien al verse rodeado, se arrodilló frente a los jóvenes alfas pidiéndoles perdón y clemencia, cometiendo el gravísimo error de ofrecer a su esposo a Jacaerys, asegurándole que ya había roto el espíritu del rubio y que sería el esposo perfecto para el príncipe, siempre dispuesto a que hiciera todo lo que quisiera con su cuerpo y que incluso si así lo deseaba podría ofrecerlo a otros alfas a cambio de más poder.

Heridas y consecuenciasOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz