Heridas

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"Cuando mi esposo y Jacaerys se enteren de lo ocurrido, ellos se encargarán de todo y ni los dioses podrán encontrar lo que quede de tu alfa."

Lucerys había viajado a Desembarco del Rey acompañado de sus pequeños hijos mientras que Aemond, su alfa, había acompañado a Jacaerys en una misión diplomática a Pentos.

Unas noches después de su llegada, mientras el Príncipe Velaryon volvía a sus habitaciones luego de acostar a sus hijos y dejarlos bajo el cuidado de sus nodrizas, escuchó ruidos provenientes de la habitación de su tío y cuñado.

Por unos momentos dudó sobre si debía acercarse y averiguar qué pasaba o continuar hacia sus habitaciones. Pero cuando las puertas se abrieron y vio a ese odioso alfa Lannister que había desposado a Aegon salir hecho una furia, el moreno decidió ir hacia la habitación del rubio, sorprendiéndose al verlo con el rostro golpeado y con algunos cortes que sangraban profusamente.

Lucerys no necesito palabras para saber qué había ocurrido por lo que se acercó al omega y lo tomó suavemente entre sus brazos, llevándolo con él fuera de aquel lugar. Aegon intentó resistirse al inicio, pero el menor supo tranquilizarlo y una vez solos y con guardias cuidando su puerta, el moreno ayudó a su tío a limpiarse, cubriendo su rostro magullado con algunos de los ungüentos que usaba cuando sus hijos se lastimaban al jugar.

Ante el cuidado del menor, Aegon no soportó mantenerse en silencio y terminó contándole todo lo que su esposo había venido haciéndole desde el inicio de su matrimonio y cómo por más que le había confesado a su madre los maltratos que sufría a mano...

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Ante el cuidado del menor, Aegon no soportó mantenerse en silencio y terminó contándole todo lo que su esposo había venido haciéndole desde el inicio de su matrimonio y cómo por más que le había confesado a su madre los maltratos que sufría a manos de su esposo, a la reina no parecía importarle, siempre increpándole a su primogénito que es su esposo simplemente buscaba corregirlo y hacer de él un omega digno de ser su pareja y lo agradecido que debería estar por ello.

Cuando terminó de curarlo, Lucerys lo ayudó a desvestirse y colocarse una de sus túnicas y lo arropó en su cama, ubicándose a su lado y abrazándolo, acariciando su cabello hasta que el rubio se quedó profundamente dormido, sintiéndose a salvo por primera vez en mucho tiempo.

Y antes de seguir a Aegon al mundo de los sueños, Lucerys le prometió que le contaría todo a Aemond y a Jacaerys, sabiendo que su alfa se encargaría de castigar a quien había osado ponerle una mano encima a un omega y a un Príncipe del Reino y sería ayudado de buena gana por el mismo Jacaerys, quien con gusto destruiría al alfa que había sido la causa de no haber podido reclamar a su tío como su pareja. Y mientras ellos se encargaban de ese desperdicio humano, él se encargaría de su suegra, asegurándose de castigarla por haber visto la infelicidad y el abuso que había sufrido su hijo sin hacer nada para detenerlo.

Heridas y consecuenciasWhere stories live. Discover now