Negación y unas visitas inesperadas

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Nota: Esta historia no tiene nada que ver con la Doña, ni Altagracia, solamente tomé su personaje y el de José Luis para crear una novela completamente diferente a la que fue La Doña. Para que no hayan malentendidos en la narración. Gracias.


[...]




Hace dos días que la familia de Altagracia no sabía lo que le estaba sucediendo. Ella no dejaba su cuarto y una de las razones era para que no la vieran toda desaliñada, ojerosa y que supieran que estaba pasando por una crisis sentimental. Estaba luchando contra sus emociones y el maldito desamor, ni siquiera tenía ni la más mínima idea de cómo podrían estar sus hijos, aunque confiaba en que están bien cuidados.

Se sentía humillada y, hundida en la miseria y en el dolor, después de que su esposo le pidiera el divorcio por una llamada telefónica. Se negaba a creer lo que le estaba pasando. Es que no podía ser que después de 17 años él le terminara de esa manera tan cobarde y por teléfono.

Se había quedado sin lágrimas de tanto llorar y hace más de una hora que mantenía un dolor punzante en la parte frontal de su cabeza, ni siquiera las mendigas pastillas le hicieron el efecto deseado. Vaya mierda. Vagamos recordó que hace dos días que no prueba un solo bocado, estaba hambrienta, pero se negaba a dejar la habitación y que la vieran tan mal.

Su dedo pulgar parecía tener vida propia al apretar por milésima vez, en esa tarde, el contacto de su esposo Christian, aun sabiendo que no iba a responder.

«¡Este número se encuentra apagado, inténtalo más tarde!»

Y pulsó otra vez hasta que la batería de su móvil se agotó y su cabeza se volvió a llenar de esas palabras que aún escocían en su garganta. Palabras que no quería recordar, pero su mente la traicionaba llevándola a la mismísima pesadilla.

"No volveré a México"

"Estos meses me han servido para pensar en lo nuestro y tomé una decisión"

"Necesito ser honesto contigo"

"Quiero el divorcio"

"Me enamoré de una mujer maravillosa, Altagracia"

"Alguien que me hace sentir"

"Y me quedaré en Europa"

"Nuestra relación se estaba acabando, ya no era lo mismo desde que nació Laura"

"No te deseaba como mujer, no despertabas nada en mí, no me parecías atractiva y eso fue la gota que rebalsó el vaso. No podía seguir a tu lado si ya no sentía nada por ti. Si lo hacía, te iba a provocar un daño irreparable."

"Hice este viaje para pensar qué hacer y ya tengo la respuesta"

"Hablaré con mis abogados para que te hagan llegar los papeles del divorcio"

"Por nuestros hijos no te preocupes, seguiré llamándolos y aportando económicamente para su crecimiento y escolaridad"

"Hicimos una hermosa familia, pero yo ya no te amaba. Lo siento."

Las ultimas palabras antes del «lo siento» iban a quedar grabadas en su mente por el resto de su vida y, ese hombre, al que amó con locura y la dejó por llamada, también lo iba a recordar; Lo vería en sus hijos, en cada parte de la casa, en la oficina, caminar por los amplios pasillos de la empresa y en la recámara deambular. En su tristeza inmensa, se quedó profundamente dormida, otra vez. No quería ver ni saber de nadie. Pero el llanto desgarrador de su hija la terminó por despertar, un poco desorientada. Se dio cuenta de que había anochecido. Llevaba mucho tiempo ignorando la realidad.

Sana todas mis heridas Where stories live. Discover now