Latigazo cervical

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Pietro te llevaba corriendo a todos lados. Desde que habían empezado a salir él siempre te llevaba si quería algo de tiempo a solas contigo; Pietro te alejaba de los otros y te llevaba corriendo a algún lugar privado en donde pudieran estar solos juntos.

Esto era lo que él había planeado hacer en ese momento, estabas sentada en el gimnasio alentando al Capitán América para que hiciera una última repetición, lo escuchaste luchando y fuiste a ayudar. Ustedes dos eran prácticamente compañeros de gimnasio y se animaban el uno al otro sin importar que. Eso era lo que estabas haciendo hasta que una ráfaga de viento te empujo a los brazos de Pietro con un golpe enviándote a volar contra su pecho. 

—Ow —gemiste, haciendo que Pietro parara, mirando alrededor encontrándote en su habitación. Solo Dios sabía lo que él estaba planeando.

—Princeznà¹, ¿estás bien? —Mascullo en tu cuello mientras cerrabas tus ojos y asentiste—. Bebé, creo que es un latigazo cervical² —hablo con suavidad, posándote en la cama y besado la curvatura de tu cuello, haciéndote sisear.

»Quédate quieta mientras busco a Wanda para que te ayude, ¿sí? A ella también le ha pasado por mí; juro que algunas veces no soy lo suficientemente cuidadoso —señalo para sí mismo antes de salir disparado para luego regresar, dejando a Wanda entrar caminando en vez de cargarla, Pietro claramente aprendiendo de sus errores.

Cerrando sus ojos Wanda te examino cuidadosamente, posando sus fríos dedos en tu cuello, haciéndote llorar.

—Sí, latigazo cervical. No te preocupes, solo duerme. Estoy segura de que cuando te despiertes se sentirá mejor —ella te alivio, apretando tu mano antes de irse.

Pietro salto a la cama junto a ti con cuidado, tomando una manta y dejándola sobre ti mientras él se acurrucaba junto a ti con cautela, por supuesto. Ya había herido a su princesa una vez y no planeaba hacerlo de nuevo.

Abriendo tus ojos y sentándote lentamente, te diste cuenta de que habías estado durmiendo, y el sueño había aliviado el dolor de cuello que tenías.

—Pietro —susurraste, besando su mejilla y sobando su rostro con suavidad hasta que sus ojos se abrieron, parpadeando un par de veces, acostumbrándose a la luz.

—Princeznà, dime que te sientes mejor, por favor. Me siento tan culpable, necesito ser más cuidadoso contigo, sé que sí —él hablo con la culpa llenando sus ojos. Tú solo sonreíste.

—Bebé, honestamente estoy bien. De todas formas, ¿qué era lo que querías antes? —Reflexionaste mientras él se sentaba y te ponía con gentileza en su regazo.

—Bueno, quería pasar un tiempo a solas contigo pero ahora creo que quiero demostrarte que de verdad lo siento —él sonrió, besando tus labios antes de voltearte. Sus manos encontrando el borde de tu camisa antes de levantarla lentamente—. Pero —se detuvo—, tu probablemente deberías tomarlo con calma —se rio entre dientes.

—Pietro, ni hablar —soltando una risita tomaste el cuello de su camisa y lo atrajiste, así que ahora él solo estaba a milímetros de tu rostro. Posar tus labios sobre los de él te derritió completamente, valía la pena el latigazo cervical si significaba que tendrías esto después.




¹Princesa.

²El latigazo cervical o esguince cervical consiste en una lesión producida por la hiperextensión brusca del cuello seguida de una flexión.


Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverWhere stories live. Discover now