Mi lobo estaba rasguñando las paredes, cómo se atrevía este alfa joven a faltarme el respeto de este modo, cómo era posible que le estuviera agachando mi cabeza con sumisión. Mi alfa estaba furioso.

Jadié, removiendome en mi lugar, apretando mis piernas inconscientemente. Tenía muchas ganas de morderle el cuello a este tipo para que supiera quien manda en realidad, pero eso no era lo que yo deseaba, ese era mi alfa gritándome que dejara de actuar como un omega. Dominé mis instintos de lobo alfa de tal manera que me dolió pronunciar las siguientes súplicas:"Por favor..", susurré casi sin aliento. Un alivio recorrió mi cuerpo de tal modo que sentí como una lágrima caía para recorrer mi mejilla sonrojada.

El alfa dueño de mis emociones se notaba orgulloso, triunfante al ver como otro alfa se volvía sumiso ante el. "Abra más sus piernas para mi", ordenó, utilizando nuevamente su voz alfa.

Fue tan exitante que eché mi cabeza hacia atrás, descansando en su brazo detrás de mi. Suspirando su aroma. No pensé ni dos veces para obedecerle y abrí mis piernas con algo de dificultad, mi alfa interior aún me estaba riñendo de tal modo que mis manos estaban echas puño para no dañar al hombre que me estaba haciendo sentir bien. La copa de martini descansaba en el brazo del sillón y de pronto me di cuenta que no había notado cuando la puse ahí, tal vez fue el alfa a mi lado que la retiró de mi mano con tanta suavidad que ni me di cuenta.

Cerré mis ojos cuando volví a sentir sus labios rozando el lóbulo de mi oreja. Su aliento hacía que mi pene se llenara mucho más de sangre. Trataba de concentrarme para no correrme ahí mismo, trataba de concentrarme para no soltar ningún sonido del cual me avergonzara luego, pero fue imposible. "Buen chico", me alagó para proceder a dejar un beso húmedo por debajo de mi oreja. Ya no podía callar.

"Ahh", el primer gemido había salido de mi garganta y luego el siguiente. "¡Ahh!". Sonaba tan ronco de placer que ni siquiera podía morder mis labios para callarme, no podía controlar lo que hacía cuando sentí su mano descansar en mi entrepierna, tanteando mi extensión.

"Shh, shh", escuché su voz desvanecerse en mi cuello, en esa zona tan íntima para los alfas, esa zona que solo exponemos para demostrar que le entregamos el control al otro. Estaba luchando para no apartarme, su lengua caliente estaba haciendo lamidas lentas en mi cuello y eso hacía que mi instinto alfa se enfadase mucho más, ni siquiera me había dado cuenta que estaba gruñendo, advirtiendo al otro que se alejara si no quería problemas. Sin embargo el alfa más joven solo se dedicó a seguir dándome placer sin importarle mis advertencias, como si no me temiera en lo absoluto.

En mi trabajo estoy acostumbrado a que me teman, a ser la pesadilla y maldición de muchos, nunca me faltan el respeto y quien lo ha hecho no ha vivido para contarlo. Esta nueva experiencia, de no ser temino sino dominado, hace que mi pene de una sacudida.

Su mano apretó mi miembro haciendo que mis gruñidos constantes se convirtieran en quejidos. Mi cadera se comenzó a mover, frotándose en la mano del desconocido, como un perro en celo. "No, no, no. No le he dado permiso de que se mueva", habló el más joven, deteniendo sus caricias.

Con dificultad logré controlar mis caderas, mis ojos ya se encontraban abiertos para rogarle al alfa que me perdonara, pero entendí por su mirada desaprobadora que él quería palabras. "P-Perdóname alfa, por favor", mis palabras patéticas fueron acompañadas con una acción de sumisión, descubrí mi cuello mucho más, mis dedos temblorosos desabotonaron mi camisa y aflojaron mi corbata de tal modo que la unión entre mi cuello y hombro se pudieran observar perfectamente.

El alfa más joven relamió sus labios, sus ojos estaban perdidos, como si le sorprendiera sentir lujuria ante mi acción tan desesperada y poco común. Las feromonas del alfa comenzaron a incrementar, haciendo que mi mente se pusiera en blanco. Sabía que me estaba humillando tanto que este hombre parecía quererme comer en este lugar lleno de gente.

Placer y Venganza ~Superbat (+18)Where stories live. Discover now