No quería admitirlo, pero llevaba mucho tiempo esperando aquel momento. Nuestros labios sincronizados, profundizando cada vez más ese beso tan especial.

Entonces es cuando el destino está aburrido y decide ir a fastidiarle el momento a la pobre alma inocente de Sofía. Sí, mi vida es tan increíblemente triste que ni mi primer beso podía salir completamente bien. Aunque, pensándolo bien, fue un tanto gracioso.

No sé cuánto tiempo llevábamos besándonos. Aunque para mi fueron horas, seguramente no hubieran pasado mucho más de 5 o 10 segundos. De repente se abre la puerta de la habitación sin previo aviso. Me giro asustada. Veo a mi hermano. Oh no.

La escena era cómica. Yo, mirando a la puerta como si hubiera visto un fantasma, sentada en las piernas de Mateo, quien tenía las manos en mi cintura, y una cara inexpresiva sin haber asimilado todavía la situación. Por otra parte mi hermano, todavía con la mano en el pomo de la puerta, con la boca abierta como si fuera tonto, y, por la expresión de su cara, estaba arrepintiéndose de no haber llamado antes de entrar. La cosa se quedó así unos segundos, hasta que mi hermano habló.

- Yo... creo que iré abajo a... tomar un colacao. Sí, eso.

Dicho eso salió de la habitación y cerró la puerta. Yo me cubrí la cara con las manos y empecé a reírme. Me tumbé en la cama y me reí como una loca mientras Mateo me miraba con una sonrisa y de vez en cuando se reía contagiado por mí.

- ¿De verdad te estás riendo por lo que acaba de pasar? - dijo él divertido - O sea, no sé tú pero yo voy a huir a otro país. Si quieres vente conmigo.

Su comentario me hizo reír todavía más, y tras un buen rato riéndonos nos sentamos en el borde de la cama y empezamos a hablar como personas normales.

- Y... Bueno... - empezó Mateo mirando a algún punto de la habitación - ¿esto qué ha sido concretamente?

- Depende de lo que queramos que sea - le respondí yo un poco tímida.

- Pues yo tengo bastanta claro lo que quiero que sea...

- ¿Y eso es...? - le dije con una sonrisa bobalicona en la cara.

Él se acercó despacio a mí, y volvió a besarme mientras seguramente ya estaría ruborizada.

- Entonces creo que queremos lo mismo - dije pícara.

- No creí que fuera a decir esto hasta dentro de mucho tiempo pero... ¿quieres salir conmigo?

- Claro que sí, bobo - la sonrisa tonta volvía a mi cara.

- ¡Anda! Pero mira a doña "no quiero novios" - me respondió mientras empezaba a reírse - Sí, claro, tiene mucho sentido.

- ¡Cállate ya, Mateo! Contigo es distinto. No hagas que me arrepienta tan pronto - dije riéndome también.

- Sí, señora - hizo el gesto de militar.

Me levanté de la cama y él hizo lo mismo. Lo abracé, con todas mis fuerzas, y él hizo lo mismo.

- Te quiero un montón, lo sabes, ¿no? - dije mientras le colocaba bien un mechón de pelo - eres el mejor amigo que he tenido y que jamás tendré, por muchas malas épocas que pasemos. Y te he echado muchísimo de menos.

- Y yo, Sofi. No sé qué haría sin tí - me dio un beso en la frente - vamos abajo, supongo que tu hermano ya se habrá acabado su colacao, ¿verdad?

- Es cierto, mi hermano. Bueno, me ha encantado conocerte y espero que mi hermano no te torture mucho al matarte.

- No sé cuál será su reacción pero yo ya lo he dicho. Antes de que consiga atraparme huiré a otro país.

- No seas tonto - respondí mientras intentaba contener la risa. Sí, soy de esas personas que se ríen en momentos serios , supongo que ya os habréis dado cuenta - si no le gusta que se aguante un poco. Lo quiero mucho pero es mi vida, no la suya.

- Es un buen método, que el depredador no detecte tu miedo. Qué frase más inspiradora, creo que desprendes confianza.

- Pues claro, ¿acaso lo dudabas?

- En realidad me di cuenta hace ya unos cuantos años - dijo pensativo.

- Bueno, de todas maneras no creo que le importe en exceso.

- ¿Y eso lo crees exactamente por...?

- Bueno... A ver, ¿te acuerdas aquel día que íbamos a ir a estudiar a tu casa? - asintió - pues por la mañana, cuando te marchaste... Me dijo ciertas cosas que le negué cuando en realidad eran verdad y pues ahora... Me va a tocar admitirlo delante de él y definitivamente me va a costar decirle que tenía razón.

- ¿En serio me vas a dejar con la intriga de saber lo que te dijo?

- Puede. Bueno, en algún momento te lo contaré - le dije divertida.

- Lo que hay que aguantar...

Acto seguido bajamos al salón donde vimos a mi hermano en el sofá viendo la televisión. Él se giró al vernos bajar.

- ¡Ya era hora! - dijo él - Creo que no he tenido oportunidad de decirlo pero por ahora no quiero sobrinos - le di una colleja - ¡Ay!

- Te la marecías - le dije yo seria.

- Entonces... ¿Ya estáis juntos o qué?

- Sí - respondí después de rodar los ojos. Leo solo sonrió - Oye, ¿y vosotros no vais a dirigiros la palabra en toda la noche?

Se miraron, y sonó el timbre de la puerta. Fui a abrir, era el repartidor. Cuando volví dejé las pizzas en la mesa y Mateo tomó la iniciativa de empezar una conversación con el terco de mi hermano.

- Bueno, nos va a tocar llevarnos bien, cuñado - le dio una palmada en la espalda.

- Poco a poco - dijo mi hermano apartándose. Le dirigí una mirada fulminante - ¿Qué? No podemos pasar de odiarnos a querernos de la nada en cinco segundos. Dame unas semanas por lo menos.

- Nunca he entendido porqué os lleváis tan mal, pero bueno, hombres, ¿qué se le va a hacer?, sois raritos de nacimiento, no tenéis remedio contra la estupidez.

Falso Cuento de HadasWhere stories live. Discover now