I. Let the games begin.

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"Sí mamá, recibí la invitación por correo."

"Sí mamá, claro que estaré ahí, no podría perderme esto por nada."

"Sí mamá, ya felicité a Toño por la boda."

"Sí mamá, podré estar un mes completo en México, tomaré mis vacaciones"

"Sí mamá, llevaré a un acompañante. Estoy saliendo con alguien."

Sergio Pérez sabía que cuatro de las cinco afirmaciones que le había dado a su madre eran verdad, y solo una era una total mentira.

Sí, había recibido la invitación de la boda, esa mañana al entrar a su bandeja de entrada desde su computadora del escritorio de su trabajo, un correo aparecía marcado como prioridad, las letras mayúsculas que decían "FAMILIA PÉREZ" le dieron un indicio de lo que se trataba y de lo que encontraría en el interior del mensaje.
Al abrirlo aquella tarjeta virtual se había desplegado frente a él, reproduciendo una empalagosa musiquita bastante típica de los eventos nupciales durante un par de segundos antes de extinguirse.
Los nombres de su hermano y cuñada aparecían con aquella elegante tipografía en el centro de dicha invitación, y el resto de la información con una letra más pequeña abajo.

Claro que no podía perderse ese evento por nada del mundo. No todos los días tu hermano mayor se casaba.
Desde que se había ido de México hacía ya varios años, podía contar con los dedos de una sola mano las veces que le había visto y podido pasar tiempo con él.
Estar allí en aquel día tan especial para la familia era importante para él, y sabía que para Antonio también.
Así que había llamado a su hermano al cabo de un par de minutos de haber leído la invitación, con la intención de felicitarlo y confirmar su asistencia.
La voz emocionada de su hermano era sin duda contagiosa.
El escuchar a su hermano tan feliz, enamorado y entusiasmado por aquella celebración hizo que el moreno sonriera de forma inconsciente más de una vez. La charla entre ambos fue amena, ambos rieron y bromearon un poco hasta que llegó la hora de colgar, Sergio le felicitó una vez más antes de finalizar dicha llamada.

De igual manera, podría quedarse todo un mes en México para estar con su familia, aquel evento era lo que había estado esperando para poder volver a su tierra natal. Había estado acumulando sus días de descanso y sus vacaciones durante varios años, haciendo horas extras y trabajando los días en los que se suponía que no debía, siendo el último en quedarse en el edificio y estando allí cuando esté permanecía casi vacío.
Su jefe no podría negarse cuando solicitara finalmente todos esos días de vacaciones con goce de sueldo, después de todo, se los había ganado con arduo esfuerzo.

Entonces solo quedaba aquella última afirmación.

"Si mamá, llevaré un acompañante".
No sabía que era peor, el hecho de que le había mentido a su madre o el hecho de que no llevaría a alguien, porque no existía ese alguien.
Aquella mentira había salido de forma tan repentina y espontánea en el momento en el que hablando con su madre por teléfono, esta le había preguntado si debía tomar en cuenta un asiento extra para algún acompañante.
Sus mentirosas palabras seguían haciendo eco en su cerebro, como si buscaran recordarle que debía como un terrible hijo.
Lo habían hecho durante todo el camino a su casa, la música en la radio no había ayudado a despejar su mente, y el tráfico solo había empeorado la situación.
De algún modo sentía que las bocinas de los autos que se escuchaban allá afuera le decían que era un mal hijo, aquello empezaba a estrujarle el cerebro.
¿Por qué había sido tan fácil decir aquella mentira?
¿Por qué era tan difícil decir la verdad?

Quizás porque Marilú Mendoza llamaba cada semana para preguntarle a su hijo menor de una forma para nada disimulada si estaba saliendo con alguien.
"¿Hay alguien en tu corazón últimamente?" "¿Cuando tendré un yerno?" "Hablé con una adivina este fin de semana y me dijo que el amor de tu vida está más cerca de lo que crees."

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⏰ Última actualización: Nov 15, 2023 ⏰

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