Crack.

Despertó por el ruido que hizo al quebrar un hueso de Yingying por apretarla con tanta fuerza. Ella no reaccionó, por supuesto, pero de cierta manera se sintió culpable por haber dañado su cadáver. Usó la sangre que ella tenía dentro de su cuerpo para reparar esa zona, pero pronto se dio cuenta de que no podía. Su cuerpo muerto ya no podía reaccionar a su sangre.

Corriendo el cadáver de Shen del regazo de su esposa, la tomó en brazos y la llevó fuera de la celda. Como una de sus primeras esposas, y su primera amiga real, se merecía un funeral decente.

Shen Qingqiu podía pudrirse dentro de la celda y a él no iba a importarle.

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El caso fue, que sí le importó. Dos días después del funeral de Yingying, Luo Binghe fue por el cuerpo de Shen Qingqiu. El cuerpo ya estaba descomponiéndose, con manchas por toda la piel, el único ojo hundido y gusanos comenzando a invadir la carne. El olor era nauseabundo e insoportable, pero Luo lo ignoró.

—Mataste a Ning Yingying, ¿estás feliz con eso?—preguntó enojado.

Shen Qingqiu le había arrebatado todo, su felicidad, su fe y su inocencia. Y ahora le arrebataba a su esposa, la primera mujer en quien pudo confiar.

Incluso siendo un vil gusano asqueroso, Shen Qingqiu era capaz de seguir arrebatándole cosas. Era un ser despreciable quien siempre lo miró como si no valiera nada, como si no importara, como si fuera mierda. Siempre una escoria ingrata. Siempre tan...inalcanzable.

¡Y ahora el cretino se animaba a morir! ¡A liberarse de él! ¿Quién se creía que era para liberarse de él? ¡No lo dejaría ir, menos con lo que le hizo! ¡Se merecía seguir sufriendo!

¡Debía seguir con él!

Luo Binghe tomó el cuerpo y comenzó a pasarle energía espiritual para hacer retroceder el proceso de descomposición. No fue sencillo por el estado avanzado en el que estaba, pero logró restaurarle el cuerpo lo suficiente como para que dejara de apestar la prisión de agua y pudiera llevarlo sin problemas a alguna habitación del palacio. No podía dejarlo ahí, tenía que sacarlo para restaurar su cuerpo y traer de nuevo su alma.

Tenía que traerlo de nuevo, tenía que recuperar a su cruel shizun para que fuera castigado por sus fechorías.

Luo Binghe tenía que traerlo de vuelta.

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No fue difícil hacer que obedecieran su orden de no ingresar al cuarto donde había dejado el cuerpo. Nadie iba a contradecirlo, menos cuando usó a XinMo para afianzar la amenaza.

Tampoco era complicado pasar energía espiritual de manera constante, todos los días, para mantener el cadáver. Si estaba podrido posiblemente el alma no podría regresar, tenía que estar en condiciones aceptables. Al menos eso había leído en el libro donde le explicaban cómo hacer para recuperar un alma perdida. Era una técnica antigua y difícil, pero siendo él el emperador de los dos mundos, podría hacer cualquier cosa.

Mobei-jun no dijo nada cuando lo mandó a buscar lo necesario para el ritual. Tampoco parecía en desacuerdo con su decisión. Pero sí lo notó curioso.

Aunque esa curiosidad se la guardó para sí mismo cuando le llevó todo lo que había requerido para el ritual. Simplemente lo dejó ser, sin decir una sola palabra, como siempre solía hacer.

Pero Sha Hualing no fue igual. Ella sí se hizo escuchar.

—¿Acaso piensas en mí? ¿En nuestro hijo? Eso debería ser más importante que revivir a esa escoria—se quejó cuando se enteró del ritual.

Sistema de Redención del Villano Escoria (BINGJIU)Where stories live. Discover now