Capítulo 1. El primer asesinato

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El policía examinó los restos del tipo asesinado en el callejón. Parecía alguien de los barrios altos, no se explicaba qué haría allí, en una zona donde solo había delincuencia y drogas.

—Puede que buscase algo que llevarse a la nariz —dijo su compañero mirándolo con cierto desprecio.

—Me da que no. ¿Ha acabado la Científica de examinar el cuerpo? —preguntó Nathan con los guantes ya puestos. El tipo llevaba el cabello rubio muy largo y cuidado y quería verle la cara.

—Sí, ya puedes mirarle a los ojos —contestó Mike cruzando los brazos en su pecho. Estaba acostumbrado a las rarezas de su compañero.

Nathan lo volvió con cuidado y apartó el cabello de su rostro. Si, siempre miraba a sus cuerpos a los ojos, de alguna manera, intuía cómo habían muerto, si habían pasado miedo, si estaban relajados o drogados... era algo casi... mágico.

Cuando terminó de apartar el cabello, el rostro apareció ligeramente contraído y Nathan lo miró detenidamente

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Cuando terminó de apartar el cabello, el rostro apareció ligeramente contraído y Nathan lo miró detenidamente. El tipo era muy guapo, de facciones regulares. Podría ser un modelo o un actor, sin duda. Le abrió el ojo, lo tenía completamente en blanco. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Esperaría a que el forense, su amigo del colegio Marcos López, le dijera. Estaba mirando la expresión, cuando de repente, el rostro cambió.

Él se echó para atrás, y se cayó de culo, asustado. Mike lo miró y aguantó una risa.

—¿Has visto un fantasma o qué?

—Joder, mira su cara.

Mike se asomó.

—Sí, ya lo veo, un tipo guapo, casi demasiado.

—¿Pero no le ves las orejas y la nariz?

—Claro que se las veo. Ya me gustaría parecerme a él.

Mike suspiró. Era un tipo grande, incluso más que Nathan que pasaba del metro ochenta. Pero además de alto era ancho, con el rostro marcado por los golpes de su vida pasada como boxeador. Un gran compañero para Nathan, que lo apreciaba mucho.

Miró a su compañero que dio un paso atrás, ya que estaba llegando la camioneta para llevarlo.

—¿Qué coño está pasando?

Nathan volvió a revisar el rostro. Ya no era ese tipo guapo sino algo... otra cosa. Sus orejas eran puntiagudas y la nariz apuntaba hacia la barbilla de forma que quizá se tocaría en un tiempo que ya no vendría. Los pómulos se marcaban en una piel casi escamosa y no tenía cejas. Si alguien le estaba gastando una broma, no tenía muy buen gusto.

El rostro del tipo volvió a ser de la bella persona y Nathan parpadeó. ¿Había tenido una alucinación? Es cierto que él no bebía, ni fumaba. Y tampoco se drogaba, excepto por las pastillas para dormir y no tener pesadillas.

El coleccionista de Seres ExtraordinariosWhere stories live. Discover now