No Te Amo Y Sin Embargo, Lo Hago.

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- Tojisato.

A veces era complicado, no pensar cada día en ella, en su sonrisa, su mirada y la forma tan dulce en la que solía acariciar su mejilla para indicarle que todo estaría bien, que la vida podía ser dura, pero ambos se tenían el uno al otro bajo toda circunstancia. Cada recuerdo de esos gestos cariñosos era como un rayo de luz en el oscuro túnel de la vida de Toji Zenin. Para él, había sido la elección correcta pedirle matrimonio, casarse con ella y planear una vida juntos. Dejó atrás su mala vida, con mujerzuelas baratas, una vida de apuestas, alcohol y sexo alocado; todo había sido por ella, por el inmenso amor que le tenía.

Hasta que un día, el destino y la vida decidieron seguir siendo miserables para Fushiguro. Su vida ya era un desastre desde el principio, y al parecer terminaría siéndolo hasta el final de sus días. Ese triste día en que ella falleció, pareció que todo se derrumbó a su alrededor. La pérdida lo sumergió en una tristeza profunda, arrastrándolo al agujero de donde había logrado salir alguna vez. Todo parecía pintar para mal, hasta que en una noche, una noche en la que salió de su encierro arrastrado por un conocido suyo, el mismo que decidió llevar a Toji a un lugar donde Fushiguro jamás hubiera pensado pisar: un club nocturno, un lugar donde los jóvenes y algunos alcohólicos iban a divertirse.

En medio del bullicio y la música ensordecedora, después de permanecer media hora sentado en la barra de bebidas, lo conoció. Un omega de blanca cabellera y unos preciosos ojos azules que destellaban como el cielo en pleno día. Fushiguro había quedado más que embelesado por su presencia, y no perdió la oportunidad de acercarse a él. Por un momento, había olvidado su tristeza, y eso fue el inicio de una nueva etapa en su vida.

Después de ese encuentro, el resto es historia... En un pequeño desliz, después de tantos encuentros casuales, llegó lo inesperado: Toji recibió la noticia de que sería padre. Aunque ese anuncio no lo alegró, y a pesar de que no amaba a aquel omega, no huyó. Se quedó a su lado, incluso cuando el deseo de escapar estaba latente en su mente. Aquel omega era revoltoso e insoportable, y aún así algo lo orilló a quedarse.

En un acuerdo mutuo, el omega pasaría tranquilamente su embarazo a su lado. Vivirían juntos en la residencia del omega durante toda esa etapa, a pesar de que eso significara que Toji se alejara en ocasiones, sin asistir a los controles prenatales o preocuparse por las nauseas o antojos nocturnos. Apenas si llegaba a casa a dormir, pero en ocasiones era considerado, masajeaba su espalda cuando el abultado vientre del omega se volvió tan pesado y lo ayudaba a ponerse los zapatos cuando él ya no podía hacerlo y en otras ocasiones, verlo por las mañanas con el cabello alborotado y su vientre tan grande, lo hacía pensar que se veía adorable, pero no lo expresaba.

Finalmente, no estuvo presente en el parto, cuando más se le necesitaba. Sabía que su "pareja" era una persona influyente y tenía demasiados amigos para que lo acompañaran en ese momento; su presencia no era tan necesaria, nunca llegó a conectar con el bebé de todos modos.

Toji, sabía que era una pila de mierda en muchos aspectos, pero poco le importaba. Satoru no era ella. Sólo era una víctima de su egoísmo que permanecía a su lado por una marca de unión forzada.

Con la llegada de Megumi a sus vidas. Sí, el pequeño se llamaba Megumi (de las pocas cosas que Toji había aportado cuando escuchó el horrible nombre que Satoru le tenía planeado), las cosas entre ellos se volvieron considerablemente diferentes.

Toji se convirtió en alguien mucho más distante de lo que solía ser. Era como una sombra, un mueble o un objeto decorativo en su propia casa. Por las noches, era Gojo quien se encargaba de cuidar al pequeño Megumi, velando por su bienestar y ofreciéndole consuelo cuando lloraba y él a penas se esforzaba por levantarse. Por las mañanas, antes de que Toji se retirara a trabajar, podía ver a Satoru en la habitación del bebé, derrotado, exhausto, durmiendo apoyado en la cuna cuando Megumi finalmente conseguía calmarse, era en esos momentos cuando el lado "considerado" de Fushiguro afloraba y se tomaba la molestia de llevar a Gojo en brazos de regreso a la cama.

Destellos de LuzWhere stories live. Discover now