40: La Mansión Malfoy

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— ¡Pues fíjate bien! ¡Acércate más! —nunca había visto tan ansioso a Lucius Malfoy—. Escucha, Draco, si se lo entregamos al Señor Tenebroso nos perdonará todo lo...

—Bueno, espero que no olvidemos quién los ha capturado, ¿verdad, señor Malfoy? —terció el hombre lobo, amenazador.

—¡Por supuesto que no! ¡Por supuesto! —replicó Lucius con impaciencia. Se acercó tanto a mi y a Harry que hasta pude oler el aroma de su cara colonia y de como su rostro había cambiado desde la ultima vez que vi una foto de él en Azkaban.

—¿Qué le han hecho? —le preguntó Lucius a Greyback—. ¿Qué le ha pasado en la cara?

— No hemos sido nosotros.

— Yo creo que le han hecho un embrujo punzante —especuló Lucius, y a continuación examinó con sus grises ojos la frente de Harry—. Sí, aquí tiene algo —susurró—. Podría ser la cicatriz, tensada... ¡Ven aquí, Draco, y mira bien! ¿Qué opinas?

Draco se aceró a su padre, lastimosamente se parecían muchísimo, algo que yo habia tratado de hacerle perder en los años de nuestra amistad. Como él se esforzaba en ser igual a su padre pero el verdadero Draco y no la copio de Lucius, era mucho más interesante y mejor. Pero mientras que Lucius se veía emocionado, la expresión de Draco era de reticencia, casi de temor.

— No lo sé —insistió el chico, y se retiró hacia la chimenea, desde donde su madre contemplaba la escena. No era por mi narcisismo pero no estaba segura si no nos delataba por mi o por que en verdad no quería entregarnos a Voldemort, continuando esta pesadilla en la que el mundo mágico estaba sumido.

— Será mejor que nos aseguremos, Lucius —le dijo Narcisa a su esposo—. Hemos de estar completamente seguros de que es Potter antes de llamar al Señor Tenebroso. Dicen que esta varita es suya —añadió, examinando la varita de endrino—, pero no responde a la descripción de Ollivander. Si nos equivocamos y hacemos venir al Señor Tenebroso para nada... ¿Te acuerdas de lo que les hizo a Rowle y Dolohov?

— ¿Y la sangre sucia qué? —gruñó Greyback.

Esta vez todas las miradas se enfocaron en Hermione que a vez estuvo a punto de caerse al suelo cuando los Carroñeros obligaron a la luz cayera en esta ocasión sobre la cara de Hermione.

— Espera —dijo de pronto Narcisa—. ¡Sí! ¡Sí, estaba en la tienda de Madame Malkin con Potter! ¡Y vi su fotografía en El Profeta! ¡Mira, Draco! ¿No es esa tal Granger?

Lo vi con ojos suplicantes, él sabía lo que le harían a Hermione por ser de familia muggle, le ofrecería lo que fuera con tal de que no le hirieran.

— Pues... no sé. Sí, podría ser.

— ¡Pues entonces, ese otro tiene que ser el hijo de los Weasley! —gritó Lucius, y rodeó a los prisioneros para colocarse enfrente de Ron—. ¡Son ellos, los amigos de Potter! Míralo, Draco. ¿No es el hijo de Arthur Weasley? ¿Cómo se llama?

— No sé —repitió Draco, sin mirar a los prisioneros—. Podría ser.

— Entonces solo queda una...— todas las miradas pasaron hacia mi. La morada de Draco bajo hacia mi mano donde se hayan el anillo de Morgana. Él sabía que era yo, definitivamente, pero aun así él se quedo callado, pero no era necesario, si ya estaban seguros de que eran Ron y Hermione, y sobre todo Harry solo quedaba una persona obvia; yo. Ahora no solo llamarían a Voldemort, también a Lefay.

De pronto se abrió la puerta del salón. 

— ¿Qué significa esto? ¿Qué ha pasado, Cissy?

Me quede congelada, en mente se plasmo la batalla en el ministerio, mi papá sonriendo, luego cayendo hacia el velo... mis gritos... Bellatrix Lestrange, de párpados gruesos, se paseó lentamente alrededor de nosotros y se detuvo a la derecha de Harry, mirando fijamente a Hermione.

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteWhere stories live. Discover now