capítulo 8: ¡Auch! Idiota

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Después de observar todo el lugar, me he acomodado en mi habitación y la verdad siento tanta paz.

Lo más hermoso que he podido sentir, estar sola en la habitación organizando mis cosas personales con música a un nivel alto; a esto es lo que llamo tranquilidad.

Es maravilloso estar sola sin sentirse sola.

Es de noche, más bien de madrugada —me burlo internamente por las locuras de mi mente—

Que bien se siente estar tranquila sin pensar en lo malo, estar en la universidad tal vez no me pone feliz porque soy la "chica nueva" será un poco incómodo pero es necesario enfrentar nuestros miedos, espero no ser grosera o un poco indiferente con los demás.

***

He terminado de arreglar mi armario, ahora voy por mi escritorio, aún con la musica a alto nivel me salen unas cuantas lágrimas por la música que esta a un instante de sonar; another love Tom Odell.

Esta vez no dejaré que me derrumben mis pensamientos —me sale una pequeña sonrisa al escuchar que inicia con su maravilloso piano; me ubico junto al escritorio y acomodo mis libros y apuntes, junto con la pequeña y hermosa Lámpara.

~Angela~

Escucho fuertemente un sonido en la habitación de mi hermana de seguro ha dejado la música encendida; la conozco tanto que estoy totalmente segura que se ha dormido sin apagar la música.

Camino de puntillas para no despertar a Marcos —Santo cielos son las 3 de la mañana —digo internamente abriendo mis ojos como platos.

Me encuentro en el pasillo semioscuro y tropiezo con la puerta de la habitación de Stella — ¡Auch!

Al abrir la puerta mi mente repetía lo mismo —Ya lo sabía— Se ha quedado dormida en la silla del escritorio con su música encendida, me acerco poco a poco y logro ver qué tiene una pequeña lágrima en sus ojos, ya está seca pero  me preocupa que se haya dejado llevar por sus pensamientos.

Trato de cargarla para acostarla en su cama, me sorprende que su cuerpo esté un poco frío, al parecer esta chica es demasiado despistada, ha dejado las puertas del balcón abiertas.

Con esfuerzo he logrado acostarla, la cubrí un poco con sus cobijas.

—Buenas noches mi pequeña —le doy un beso en la frente, apago la música, la lámpara y cierro su habitación.

~Stella~

Escucho un sonido insoportable a mi lado — ¡oh por Dios! —es el bendito despertador. Con los ojos entrecerrados intento levantarme e ir al baño.

Entrando al baño me encuentro con un espejo —Santo cielos, me veo terrible —Mi cabello está desordenado, tengo cabellos por todos lados —me burlo internamente de mi aspecto físico.

Observo el pequeño reloj que está en mi mano, falta una hora para ir a clases.

Media hora después ya he salido del baño y he arreglado mi hermoso cabello crespo; está un poco corto —me burlo por recordar que lo corte a mis 17 años—

Mi estómago chilla del hambre, falta media hora para ir a clases; bajé las escaleras y poco a poco observo un cuerpo recostado al sillón de la sala.

—Buenos días Angela —saludo amablemente.

Angela abre sus ojos poco a poco y de inmediato responde y se levanta.

—Buenos días cariño, tu desayuno está en la cocina —dice bostezando un poco.

Camino hacia la amplia cocina y veo mi desayuno, de inmediato me ubico en la mesa; todo el desayuno fue incómodo ya que estuve en silencio junto con Marcos y Angela.

Es hora de ir a clases, el nerviosismo invade todo mi ser.

—Stella ¿Estás lista? —expresa Marcos con una sonrisa sarcástica.

—Estoy lista Marcos —digo entrando en el auto para poder marcharnos.

                  ***

Llegamos a la universidad, la verdad no duró mucho el viaje, me queda muy cerca de casa.

Me despido de Marcos con la mano, estoy muy nerviosa; camino lento por el patio de la universidad.

Este es el momento incómodo; todos me miran con curiosidad, llevo puesto un pantalón clásico y una blusa morada, cargo tanto nerviosismo que mis manos están sudadas y mi vista al piso.

Por fin llego al salón correspondiente —Medicina— Llevo la mirada al piso pero algo interrumpe mis pensamientos, ese algo era un cuerpo que se encontraba en la puerta del aula de clase.

¡Auch! Idiota —dije mirando al chico que estaba en frente de mi.

—Lo siento —dijo con una voz varonil que erizó la piel.

Es un estúpido se quedó observándome de pies a cabeza; es guapo pero ya lo odio.

—Adelante jóvenes —dice el hombre panzón que se encontraba en el aula.

Quería burlarme pero sinceramente no podía arruinarlo.

—Buenos días jóvenes, mi nombre es Roberts, soy su maestro de salud familiar II, la mayoría me conoce pero hoy veo chicas y chicos nuevos, así que les daré la oportunidad de presentarse; iniciemos por la chica crespa.

¡OMG! quería morir en ese momento.

—Eh... Buenos días, mi nombre es Stella Beltrán, tengo 18 años y soy de la cuidad de París.

—Okey Stella, bienvenida —dice el maestro Roberts amablemente.

Me ubico en mi asiento y luego pasa el chico que encontré en la puerta.

—Buenos días chicos, la mayoría me conoce soy Bill castillo, tengo 20 años y soy hijo de nuestro director institucional.

¡¡Queeeeee!! Un chico tan idiota hijo del director, ni en sueños sucedía eso, bueno si pero no lo puedo creer —me burlo internamente—

Después de todas esas estúpidas clases de presentación ha llegado la hora del almuerzo, me he ubicado en una mesa sola, toda esta gente me estorba.

Abro mi libro favorito "la vida son dos días entonces besame de Roberto Emanuelli" empiezo a leer después de comer.

Siento unos pasos cerca de mi, todo esto es tan incómodo.

—Hola —pronuncia una voz femenina.

Alzo mi vista, logro ver una chica morena de cabello corto y liso ¡Wao! Tiene un color de ojos verdes, son totalmente penetrantes; la observo por unos minutos y vuelve a hablar.

— ¿Puedo sentarme contigo? Mi nombre es, Dayanis Gutiérrez.

—Claro, mi nombre es...

—Stella, ya lo sé —dice sin yo terminar de presentarme.

Me concentro en mi libro nuevamente y vuelve a hablar, que niña de intensa la verdad.

— ¿Puedo ser tu amiga? —pregunta Dayanis con curiosidad.

—No soy de amigos pero si quieres debes ganarte mi confianza primero —digo mirando mi libro.

—Bien —se levantó de su asiento y me lanzó un beso en la mejilla y le extendí la mano.

—Hasta mañana, por cierto estamos en el mismo semestre y en el mismo salón.

—Okey —digo con una pequeña sonrisa.

Entrando en el auto de Marcos respiré profundo y mi conciencia repetía "Lo hiciste Bien, Stella"

Una oscuridad ciega Where stories live. Discover now