—Vas a aprender… —Embestía más fuerte, tanto que oía a Bryanna sollozar.

Seguía perdido en la imagen de esa chica. En sus mejillas pintadas de un leve rojo a causa de su embriaguez, noté el olor del alcohol, y por el vestuario que llevaba juraría que había salido quizás a divertirse.

¿Por qué me llevó con ella? ¿¡Por qué demonios exigía mi presencia para luego hacerme desaparecer como si nada!?

—¡D-Duele!

El grito que esbozó Bryanna me hizo abrir los ojos de golpe y paré en el acto. Estaba llorando, su cuerpo temblaba y su entrada estaba más roja de lo que acostumbraba. Salí de ella sin cuidado, dándome cuenta que una leve capa rosácea envolvía mi miembro.

Le había hecho daño. Se me fue de las manos por completo.

—Fuera. —Dije eliminando el condón y guardando mi hombría. —¡Sal de aquí!

Seguía con lágrimas en los ojos. Ni siquiera respondió, recogió las bragas del suelo y salió a prisas del despacho.

—¡Ahhhh!

Exploté. Esta situación me estaba matando. Necesitaba encontrarla como fuese. Tenía que encontrar respuestas a toda esta locura en la que se había convertido mi vida desde la primera vez que estuve con ella.

 Tenía que encontrar respuestas a toda esta locura en la que se había convertido mi vida desde la primera vez que estuve con ella

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El tiempo seguía corriendo, y con él mi desesperación seguía creciendo. Mi mente no dejaba de traer el rostro de esa chica. Sus ojos verdes, dos hermosas piedras de esmeralda que adornaban la perfección de sus suaves facciones. Esos labios que se me antojaban carnosos y demasiado deseables, un recuerdo del tacto fugaz sobre los míos. Su aliento de vodka mezclado con un ligero toque de fresa… tentador.

La primera vez no tuve la oportunidad de fijarme debido a la escasa luz que había en el lugar, pero cuando estuve con ella por segunda vez pude deleitarme con su preciosa figura bajo aquel pantalón de cuero negro acompañado con un pequeño top de encaje blanco.

Realmente una diosa.

El suave tacto de su piel. Sus uñas tratando de enterrarse en mis manos cuando la tomé de las suyas.

La forma en la que su respiración se aceleraba hasta el extremo provocando que su pecho subiera y bajara descontroladamente… El calor de su cuerpo contra el mío.

—¿¡Quién diablos eres!?

—Señor, debe calm…

—¡Cállate! —Arremetí contra Byron en cuanto intentó decir algo. —¡Maldita sea! ¿¡Dónde estás!?

Seguía dando vueltas en círculos por todo el salón de la casa, rompiendo todo lo que se cruzaba en mi camino. A este paso acabaría viviendo en un montón de escombros, pero la rabia no me dejaba pensar con claridad.

Había pasado más de una semana desde que la vi. Demasiados días lidiando con la locura que se hacía con mi paciencia… y seguía sin tener una mísera pista.

Ritual. © // (En revisión)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin