—Qué sexy —dice.

Pongo los ojos en blanco y me vuelvo a estirar. En serio, me duelen hasta las pestañas. Cuando levanto los brazos, Zack clava su dedo índice en mis costillas y emito un aullido de dolor. Como puedo, me giro y le tiro del pelo. Y, una vez más, alguien nos manda callar. Zack abre los ojos y ladea la cabeza. Como al voltearme vea a Aron desnudo, me pego un tiro en las pelotas. Lo juro.

—Buenos días, enana.

No puede ser.

Ladeo la cabeza en un movimiento rápido y la veo. Tan guapa, tan dormida, tan perfecta, tan... ¡Desnuda! Está desnuda. Natalia está desnuda en mi cama. Y yo también. Y Zack. Estamos los tres desnudos. Y anoche bebimos. Y no me acuerdo de nada. Me da escalofríos pensar que Zack ha podido estar dentro de mí. O que yo he estado en su interior. O que Zack y Natalia... ¡Joder!

Zack alarga el brazo y agita a Natalia. Lo primero que ve cuando abre los ojos es a dos descerebrados en gayumbos mirándola fijamente. Grita. Y muy fuerte además. Se cae de la cama y nosotros gritamos al verla desaparecer. Se levanta de un salto y, cómo puede, se tapa con un cojín su cuerpo. Todavía sin decir palabra, Zack y yo nos giramos para que pueda ponerse una camiseta. Cuando termina, me sorprende ver que lleva puesta una mía. La de Nirvana concretamente. Y sonrío. Y ella disimula que está sonriendo.

—¿Anoche...? —Zack se levanta de la cama y comienza a vestirse. Se pone el disfraz de Thor. Nosotros le miramos atentamente—. Con saber que este y yo no hemos... me basta.

—No me acuerdo —dice Natalia.

—Yo tampoco —finalizo—. ¿Te vas a ir a tu casa así vestido?

—No voy a mi casa, voy a por mi móvil a casa de Lily —por nuestras caras, deduce que no sabemos de qué habla—. Cuando la policía nos sacó de la fiesta, fue Agus el que más tarde nos sacó del calabozo. Nos echó la bronca. Y después prometimos irnos a casa, pero yo me desvié de calle y vosotros me seguisteis. Lily no respondía mis llamadas. Y a ti, Brooks, se te ocurrió que sería buena idea usar mi móvil como catapulta para que saliera al balcón. Lo lancé y funcionó. Salió, nos sacó el dedo y se quedó el móvil.

—Creo que es momento de que comprendáis que nunca, bajo ningún concepto, es buena idea hacer caso a Dylan Brooks si está bajo los efectos del alcohol —me levanto y me coloco el paquete. Natalia me observa con interés. Hago como que no me he percatado, pero ya es tarde—. Aunque, el sexo conmigo estando borracho es una jodida locura.

—Qué humilde —dice Natalia—. Tendré que comprobarlo.

—Me voy antes de que empiece a recordar o, peor, que empecéis a follar conmigo delante. No quiero sentir envidia —dice Zack.

Le ofrezco unas bermudas rosas de deporte a Natalia y me pide permiso para anudar la camiseta de Nirvana. Deja ver su ombligo al aire y me quedo observando la parte de piel que queda liberada de alguna tela. Creo que no voy a olvidar su silueta desnuda en la vida. Pero no puedo recordarla más de la cuenta. En teoría, la he visto sin su permiso. Y quiero que la primera imagen que tenga de su cuerpo sea porque, delante de mí se quite la ropa o que me pida que se la arranque yo.

Sin preguntar preparo el desayuno.

Ella se sienta en el taburete que rodea la isla de la cocina. Está pasando las páginas del álbum que hay sobre la encimera. Lo tuve que sacar anoche en un momento de debilidad, preso de la melancolía. Deslizo la taza y la dejo en frente de Natalia. Ella me sonríe y rodea el asa. Sigue viendo fotos. Dice que de pequeño era adorable. Tengo que contenerme, no quiero proponerle crear un hijo con nuestros genes. Saldría perfecto. Y eso que ser padre nunca ha estado entre mis planes.

Nosotros Nunca [YA A LA VENTA]Where stories live. Discover now