—¡Qué me respondas! —insiste.

—¿Qué? —me atrevo a responder.

—¿Quién está contigo?

—Nadie. Ha llamado el cartero —me justifico.

—¿Dónde estás?

—No te lo voy a decir.

—Tengo tu ubicación, cariño.

El miedo se apodera de mi cuerpo. También la ansiedad. Y, en un impulso involuntario, como nunca antes ha reaccionado mi cuerpo, levanto el brazo y, sin colgar, estampo el teléfono contra la pared de ladrillo. Zack esquiva el terminal como puede y corta la grabación. Aron acerca su mano a mi pierna para consolarme, pero me aparto rápidamente. Siento mi pecho subir y bajar muy deprisa. Y el corazón bombear sangre de forma descontrolada. Mi puño se cierra y mis uñas vuelven a clavarse en mi piel, como de costumbre.

—Cambio de planes, pasaremos primero por el centro comercial a comprar un nuevo móvil —dice Zack, observando el mío hecho añicos—. Tienes fuerza eh. Yo que Agus... no te haría enfadar...

—¿Quién era? —inquiere Aron. Zack le dice algo así como que no es momento de preguntar nada, pero yo le miro haciéndole entender lo contrario.

Hablar del tema, quizás sea el primer paso para pararle los pies a mi ansiedad.

—Era...

—¿Tu padre? —pregunta de nuevo.

De un movimiento brusco clavo mis ojos en los suyos. Mi mandíbula se tensa y a él lo veo tragar saliva con dificultad. La nuez de su garganta baja y sube con lentitud.

—No vuelvas a usar esa palabra para referirte a él —le advierto—. Él es la persona que más daño me ha hecho.

—Bien —Zack se frota las manos—. SI el se toma la libertad de hacerte daño, yo también lo haré con él. ¿Dónde dices que vive?

Pongo los ojos en blanco, pero cuando observo al rubio con una ceja arqueada él se encoge de hombros y me confirma que lo que acaba de decir no forma parte de una de sus bromas. Zack se acerca hasta mí y me da un beso en la coronilla. No me aparto, porque algo me dice que puedo confiar en él. Él se da cuenta, porque pronuncia un sutil gracias que hace que se erice el vello de mi piel.

—Yo me encargo de hacer café suficiente. Aron hará tostadas —el aludido se levanta de un salto y acude hasta la tostadora sin rechistar.

—¡Yo y las tostadas! ¡Siempre yo! —exclama Aron.

—Ve a cambiarte de ropa, enana. Coge ropa de deporte, el monitor nos estará esperando en el gimnasio.

—¿Monitor? ¿Qué monitor?

—Tu futuro novio —contesta Aron.

—Dylan —aclara Zack, con frialdad.

—No quiero verle —informo, de brazos cruzados—. Se ha puesto en contacto con él. Para amenazarle o... qué se yo.

—Qué cabrón... —masculla Zack.

Aron le fulmina con la mirada.

—¿De verdad le vais a tomar la palabra a un criminal? —exclama, sin quitarnos ojo—. ¡Estamos rodeados! No es justo que dudemos de una de las pocas personas que ha demostrado poder confiar en él.

—¡Es lo que ha dicho! ¡No sé nada más!

—Natalia, es Agus el que tiene chanchullos con Axel. El único que tiene su teléfono —se frota la cara con ambas manos—. ¿No ves que lo único que quiere es separaros? ¡Y si no permanecéis unidos lo conseguirá!

Nosotros Nunca [A LA VENTA EN PAPEL]Where stories live. Discover now