08 P II

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Mierda, mierda mierda...

Llevaba poco más de 10 minutos encerrado en el baño observando mi reflejo, desconociendome en el acto.
Mis ojos se veían más brillantes qué nunca, tenía un llamativo rubor en las mejillas y una pequeña herida en mi labio, mi cuello y pecho estaban cubiertos de mordidas, mis caderas dolían al igual que mis muslos, me gustaba lo que veía e incluso el dolor era satisfactorio.

— Takemitchy ¿Todo está bien? — preguntaron del otro lado. — Si te hice daño, discúlpame, no fue mi intención. —

— Todo está bien Mikey, sólo tomaré una ducha. —

— ¿Puedo acompañarte? —

— Claro. — mi boca se movió más rápido que mi cerebro y siendo sincero, mi cuerpo me exigía tenerlo cerca.

— Me abres... por favor. — escuché un suave golpe en la puerta.

Me detuve junto a la puerta.

— Estaba pensando en pedir el desayuno ¿Te parece bien? —

Solté una risa cansada.

— Pasa del medio día Mikey. — negué con la cabeza sabiendo que no podía verme.

— Nunca es demasiado tarde para desayunar. —

¿Cómo vas a explicárselo a Hina?

Sin salir del baño, abrí la puerta, quedando embobado con la perfecta imagen de Mikey recién levantado quién vestía unos pants azules.

Solo fue está vez. Sí no se entera, no le hará daño.

—¿Te duele algo?— negué con la cabeza.— Genial. Quédate conmigo el resto de día. — asentí invitándolo a pasar.


Algo que se siente tan bien, no puede estar mal ¿cierto?

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—¿Quieres que te acerquemos al trabajo? — pregunto Baji.

—Gracias, ya di muchas molestias.— él ojiazul sonrió ampliamente.

—Takemitchy.— Chifuyu lo miraba serio. —No eres, ni es molestia llevarte.—

—Descuida. — miro su reloj. —Aún es temprano, iré caminado.—

—¿Seguro?— preguntaron al unísono.

—Completamente. — asintió con la cabeza. —No te olvides de mandarme fotos.— advirtió a su amigo.

Los amigos se abrazaron una vez más, Chifuyu subio al vehículo mientras Takemichi permaneció en su lugar hasta que los perdió de vista.

Emprendió camino a la estación, la cuál afortunadamente no contaba con tanta gente como de costumbre, entro a uno de los vagones y tomó asiento metiendo sus manos en sus bolsillos, sintiendo el pequeño pero significativo detalle que Keisuke le había entregado.

Oi Takemichi.— llamo el pelilargo.

Dime.— camino hasta él.

Keisuke le ofreció una tarjeta azul.

Rolling In The Deep. | BajifuyuWhere stories live. Discover now