1. Arthur (Editado)

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Mis párpados tiemblan preparándose para despertar. Pero no quiero. Desde luego que no.

A estas alturas de mi vida, y digamos que mi vida no ha sido muy larga, me arrepiento solo de una cosa: estudiar hasta quedarme casi ciego. Por culpa de esto me encuentro en el asiento trasero del coche de mis tíos, camino a un internado de élite que me ha admitido por mis buenas notas. Lo único que quería era una beca para poder seguir estudiando con tranquilidad sin deber nada a nadie. Intuyo que mi vida se va a convertir en un infierno al verme rodeado de gente desconocida, con un poder adquisitivo cien veces superior a todos mis antiguos compañeros de clase.

Abro la ventanilla y dejo que el aire azote mis ondulados cabellos, castaño claro, casi como el color de la arena mojada. Estoy seguro de que en algún punto de mi infancia fui rubio, pero no hay fotos que lo demuestren. No hay nada de los primeros años de mi vida.

Decido a abrir los ojos. La campiña me devuelve la mirada con sus hermosos tonos en ocre, verde, dorado y marrón que hacen eco de un otoño tardío.

Suspiro y parece que me voy a quedar sin aliento mientras escucho la verborrea de mi tía sobre cuánto me va a encantar el edificio. Se supone que es una enorme mansión de la época victoriana remodelada para convertirse en una institución de lo más selecta. Mi culo también es selecto y no estamos hablando de ello; hacen falta años y práctica para llegar a este tamaño.

Por fin, el coche se detiene y abro la portezuela algo mareado. Empiezo a sentir los nervios subiendo por la boca de mi estómago, revolviendo los cereales que he tomado en el desayuno.

Una chica de largo cabello rubio me empuja al pasar y me lanza una mirada despectiva. Siento el fuerte impulso de romperle la cara contra el suelo, sin embargo, me contengo. Como siempre.

Saco mis maletas, que son dos y tan pesadas que parece haber un cadáver descuartizado en ellas. Aunque depende del tamaño de la persona que haya matado. ¿Por qué estoy pensando esta clase de movidas homicidas a primera hora de la mañana?

—Tenemos que llevar a tus primas a hacer las compras para su colegio, ¿está bien si vas tú solo? —habla mi tío en un intento de amabilidad bastante fuera de su habitual frialdad. Ni siquiera se ha bajado del coche. Asiento con lo que espero que sea una sonrisa y me despido sacudiendo la mano.

Veo que dan la vuelta por el camino de entrada antes de girarme para contemplar la enorme institución. ¿Cómo se llamaba este sitio? Intento buscar el folleto en los bolsillos de mis pantalones, sin encontrarlo.

Resoplando por el esfuerzo, termino arrastrando las maletas por la gravilla que serpentea hacia una pequeña plazoleta con una fuente ornamentada. En ella pueden distinguirse dos leones debajo del agua. Una enorme escalinata lleva a las puertas dobles de la entrada, que permanecen abiertas.

El príncipe y el hámster (BL 🌈 Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora