Una tenue sonrisa se dibujo en el rostro del general. La repentina actitud de Sinclair no le molesto, al contrario, le agrado. Ver como defendía con tanta fuerza su trabajo le demostraba que lo tenia en la actitud deseada.

—¿Esta cansado?—preguntó el general.

—No general—respondió con cierta fuerza y orgullo—. Estoy enfocado en lograr lo que le prometí. Pero debo estar dedicado en su totalidad a ello.

—Parece que no puede con su trabajo—respondió Jéssica.

—Silencio—ordenó el genera mirándola con seriedad.

—Me disculpo mi general—respondió ella sorprendida.

—¿Qué sugiere entonces doctor?—le preguntó DeadField.

—Bueno, el causante de la situación ya esta eliminado—dijo Sinclair—. Así que que no hay mas que discutir sobre el tema. Pero para evitar que algo parecido vuelva a ocurrir. Podrían sus hombres de confianza realizar las tareas de control con el personal? Ya lo han hecho antes y de forma excepcional. Eso me permitiría enfocarme totalmente en las investigaciones.

Esas palabras llamaron la atención del general. Era raro escuchar al doctor hablar con esa determinación y fuerza. Siempre era sumiso en esos asuntos. En cambio Jéssica apretó sus puños con fuerza pero no dijo nada. Solo intento acercarse al doctor. Acción que el general detuvo con un gesto.

—Bien doctor, es posible hacer eso—dijo el general—. Cambiemos de tema. Cuénteme de sus avances, los que lo tienen tan enfocado.

El doctor respiró con cierta calma. Con visible orgullo Sinclair presto toda su atención al general. Jéssica en cambio cruzó los brazos regresando al lado del general. El enorme hombre observó a la mujer para luego dirigir su atención al científico.

—La nueva cepa de rapaces esta sobrepasando las expectativas—dijo el científico con emoción.

—¿La misma cepa de la diminuta rapaz?—preguntó el general.

—Esa misma. Su desarrollo esta sobrepasando a sus antecesores. Su inteligencia en la caza esta dando unos sorprendentes resultados.

— Muy bien. ¿Y que sera el siguiente paso con ellos?

—Por el momento se obtiene muy impresionante date de ella. Solo debo canalizar y ampliar esas mejoras en los próximos especímenes y tendremos una mejor generación.

—Así que muy pronto sus esfuerzos darán su fruto.

—Cada nueva generación nos acerca a ello. Pero debo mencionarle que estamos comenzando a tener escasez de suministros de materiales genéticos y eso es muy problemático para adelantar las investigaciones.

El general se incorporó de su asiento y se acercó al doctor que de inmediato apretó sus dientes con fuerza como esperando un golpe. El golpe no llego, en cambio el general le toco el hombro al diminuto hombre.

—Solo diga lo que necesita y se lo conseguiré—dijo él.

—Muchas gracias mi general—respondió sorprendido el doctor—. Nuestros abastos de material genético puro están muy reducidos. Sin el no puedo adelantar el proyecto.

—Jéssica, tráele una silla al buen doctor y déjennos solos por un momento—ordenó DeadField.

Tragando su rabia la mujer tomó una de varias sillas al otro lado de la recamara y se la coloco delante del escritorio del general antes de salir acompañada del enorme hombre calvo. El general se sentó en su silla con una leve sonrisa. Tocaba sus dedos entre ellos y miraba al pequeño hombre.

—Debo admitir que su programa Rapaz sigue sorprendiéndome—dijo el general—. Tuve dudas que después de la traición de la doctora hubiera mayores logros. Pero me ha impresionado de una forma positiva. Puede contar con todo lo que necesite.

—Se lo agradezco general—respondió Sinclair.

—Pero hablemos de algo mas importante, del premio mayor. ¿Cómo van los preparativos?

—Si todo sale como se espera en varios días estará listo. Tendré que viajar pronto hacia las instalaciones centrales para comenzar el proceso.

—Excelente doctor, ante que se marche espero que el problema de la doctora sea resuelto.

—Se hará, las rapaces están detrás de sus pasos. Es solo cuestión de tiempo para que ya no sea un problema. Es una lastima en realidad, sus conocimientos en la genética son una maravilla.

—Esperare las noticias, ahora continué con su trabajo, debo organizar todo para que sus materiales lleguen lo mas pronto posible.

El doctor Sinclair se levanto, sacó un paño de su bolsillo y limpiando el sudor de su frente se retiró de la habitación. Al salir fue mirado de mala manera por la mujer. Sinclair se detuvo, giró su rostro hacia ella y le dio una seria mirada para luego retirarse. Jéssica apretó sus puños sin dejar de mirar al hombre. Solo al escuchar al general llamarla fue que dejo de mirarlo y entró junto a su compañero en la recamara.

—A sus ordenes mi general—respondió ella parándose recta.

—El doctor necesita material genético limpio lo mas pronto posible—dijo el general.

—Mi general—respondió ella—. Conseguirlo en el exterior es casi imposible. Me temo que es imposible encontrarlos en el exterior.

—Eso tiene una solución muy sencilla—respondió el general con una tranquilidad impresionante—. Esta base debe tener personal de poca importancia que pueda ser usado. Solo deben hacerlo con sutileza y traten de no romperles la cabeza. ¿No te parece una buena idea Gabriel?—le preguntó al enorme hombre sin cabellera.

—Lo intentare general—respondió él con una gruesa voz—. Pero no es mi culpa que sean tan débiles.

—No cometan errores. No quiero mayores problemas—dijo el general—. No ahora que estamos tan cerca.

—¿Cuántos quiere que obtengamos?—preguntó Jéssica.

—Creo que cuatro seria un buen numero—respondió el general—. Asegúrense que el doctor no los conozca o los necesite.

Enfocándose en el general la mujer sonrió mientras que Gabriel mantuvo su expresión seria. Realizaron un saludo militar con sus manos y se retiraron a ejecutar las ordenes de este frió hombre. El general solo puso los pies sobre el escritorio y se inclino en la silla como si lo que había ordenado fuera algo insignificante. 

El Reino De Los Malditos: Juego De DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora