— Joder, nos darán un dineral, ¿no? — chilla Cody.

— Ya tienes dinero — me quejo.

— Siempre puedo tener más dinero — se burla — Podría tener mis vacaciones por Europa, las merezco.

— Vale — me burlo, giro a mirar a mi novio — ¿Tú qué harás con ese dinero?

Me sonríe sin decir nada, terminando por encogerse de hombros, aunque sé por su mirada que ya lo sabe, ya sabe qué hará con ese dinero.

֎

Miro fijamente a la mujer que tengo frente a mí. A esa mujer que es un reflejo de mí, pero que somos tan diferentes.

Verónica Hills.

— ¿Entonces no dirás nada? — rompo el silencio luego de un rato, cuando veo que no dice nada, que sólo me mira desde el sofá frente a mí, en la casa del tío Grayson.

Vino hasta acá, y no ha dicho nada.

— Verónica.

— Ya no soy mamá, ¿eh? — hace una mueca.

— Creo que ese título hay que ganárselo.

— ¿Dónde está Noah? — cambia de tema.

— Con su padre.

— ¿Su padre...? — hace una mueca confundida — Creí que Craig...

— Craig no es su padre — gruño — Su padre es Axel.

Como si fuera invocado, los hermanos Cox ingresan a la casa mientras pelean entre ellos, aunque ambos frenan de golpe su intercambio de bromas cuando detectan los ojos letales de Verónica Hills sobre ellos.

— Axel, ella es Verónica Hills, Verónica, te presento a mi novio — trato de sonreír — Él es su hermano, Cody.

Axel no hace más que dedicarle un asentimiento vago, sin afán de esforzarse demasiado en agradarle. Sabe nuestra historia porque le he contado sobre ello, por lo que no es el fan número uno de Verónica.

— Vaya, muchacho, ni un salido — ironiza mamá — ¿No planeas agradarme?

— No me preocupa agradarle, señora.

Mi madre frunce el ceño mientras mira a mi novio, con mi hijo en brazos, quien se aferra a su cuello.

— ¿No saludarás a tu abuela, Noah?

— No.

Mi hijo se aferra aún más a su padre, mirando con el ceño fruncido a mi madre, la recuerda.

— Chico bestia, ¿qué te parece si salimos a jugar un poco? — las palabras de Cody capturan toda la atención de Noah que se retuerce en los brazos de mi novio.

— Tío Dy.

— Así es, chico bestia.

Desaparecen por el pasillo por lo que Axel no duda en tomar asiento a mi lado.

— Es una conversación privada — se queja mamá.

— Lo que sea que tengas que decirme, podrías hacerlo frente a Axel — le sonrío.

Mamá suelta un suspiro exasperado, aunque finalmente se rinde, se deja caer en el sofá en una pose demasiado derrotada para su actitud tan remilgada de siempre.

— Creo que te debo una disculpa.

Sus palabras me sorprenden enormemente, sin embargo, termino asintiendo.

Entre la TintaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora