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Relata la leyenda sobre un wither egoísta, perspicaz y maldito, el cual hablaba maravillas de nuestros enemigos, cegado por la curiosidad y la crueldad, un día abrió un portal hacía el Overworld, detonando la guerra más cruel jamás antes vista frente a los ojos de su más fiel compañero.

Años habían pasado desde entonces, y la paz en el Nether había desaparecido casi por completo, pasaron de ser una dimensión autoritaria a una nación caída ante la traición de aquel ser innombrable que abrió la brecha para aquellos dictadores llamados humanos.

Día tras día, mientras peleaban por sus vidas, piglins eran secuestrados, endermans esclavizados, sus tierras eran masacradas por aquellos que buscaban más.

El Overworld estaba en clara ventaja, pero eso no significaba que ellos alzarían la bandera blanca, al menos no todavía.

Ojos crueles y piel cansada, maravillas de algo inexistente, cruda realidad alzada, ranura forzada, rota y despreciada, los demonios tenían que esconderse bajo piedra, en bodegas calurosas protegidas con lava y netherite, viviendo en una realidad maldita, preparándose para atacar en cualquier momento, entrenando arduamente bajo el mandato de su nuevo general, Shadoune, quien, cegado por la traición de su más fiel compañero, y habiendo vivido la desgracia en persona, había prometido venganza para su pueblo.

Varias personas con vidas destruidas se habían alistado a las tropas, jurando asesinar al hombre que les arruinó la realidad por pura curiosidad.

Entre ellas se encontraba él, caballero de oscura armadura, escondido bajo la oscuridad de un casco bien formado, con ojos blancos deslumbrantes y habilidad inigualable al momento de pelear, Farfadox no era cualquier persona, era un guerrero innato desde su nacimiento.
Aquellos que le conocían apostaban con que él sería quien los vengaría, aquel que acabaría con la guerra y la opresión de los humanos en el Nether, aquel que traería la cabeza del Wither en sus manos y la alzaría para el pueblo en señal de victoria.

La mejor apuesta de su lado, la esperanza, el guerrero de Netherite.

Con pasos obstinados, casi ególatras, una identidad bien formada, una historia de libro que varios documentarían si tuvieran la oportunidad, el guerrero sombra caminaba entre las calles de la ciudad subterránea con soldados piglin detrás.

Luego de tantos años en la zona baja de su hogar, siendo una leyenda urbana que nadie sabía si era real o no, por fin se mostraba a los ojos de la sociedad en busca del reconocimiento máximo, queriendo participar en aquello que sólo la Corte era consciente que pasaría, por fin iba a alistarse a las tropas del general Shadoune para pelear en nombre de sus semejantes.

Varios aldeanos se escondieron entre las cajas de sus negocios, otros hicieron reverencias exageradas, y otros tantos gritaron alabanzas, casi queriendo alzarle con emoción, pues creían ciegamente en él.

Era un peso grande, pero a su vez, un motivante para acabar con aquello que les perseguía.

-Ya fue.-

Se detuvo frente a las intimidantes rejas, manteniendo su porte de confianza de siempre.

-Se supone que acá entro y el chabón me va a entrevistar, ¿No?-

Preguntó a sus acompañantes, de los cuales uno en específico asintió a la par que se acercaba al portón para abrir este sin decir una sola palabra, indicándole con señas que entrara a la fortaleza.

A sabiendas de que no estaba en posición de desobedecer, entró al lugar, y aunque esperaba algo de compañía, los piglins se limitaron a cerrar las puertas de golpe, dejándole sin escapatoria por si a caso se arrepentía de apuntarse a la guerra, cosa que estaba lejos de ocurrir, pero al menos esperaba que le indicaran algo y no le abandonaran a su suerte.

Con un suspiro, decidió continuar con su trayectoria en busca del general, caminando por los imponentes pasillos llenos de imágenes de personas las cuales estaba seguro de jamás haber visto.

O eso creyó, hasta que al final, en una pared desgastada, se encontró con la imagen enorme de un wither distinto a los demás.

Con piel grisácea, una máscara de esqueleto, ojos perdidos en negro, cabello del mismo color y vestimentas dignas de un general de su época, posando para la imagen con ese porte tan específico que, suponía, nadie mas tendría.

El traidor del Nether no era solamente intimidante, si no que también portaba de una belleza única, difícil de apreciar para aquellos acostumbrados a alabar a las hadas, algo que nadie entendería al menos que viera más allá de la oscuridad de la mirada del sujeto en la pintura.

Sus ojos viajaron en cada detalle, desde el marco ya desgastado, hasta la flor de wither reposada sobre la mesita bajo la imagen.

Intentó tocar sus pétalos, pero se sintió enfermo de inmediato, por supuesto, el efecto del Wither era eficiente en cualquier criatura, sin excepción, siendo esta una de las razones por las que el traidor era un ser casi intocable.

Estuvo obligado a bajar sus manos y dirigir la mirada de nueva cuenta a la imagen, preguntándose porque alguien como él traicionaría a su pueblo sólo para ver nuevos mundos, aún a sabiendas de que esto traería consigo consecuencias graves.

¿Cómo es que alguien podría darle la espalda a un compañero de tal forma?

-Las cosas nunca cambian.-

Una voz nostálgica llamó su atención, siendo esta proveniente de un demonio de cuatro caras, único en el nether después de la guerra.

-Él siempre llamó la atención a cualquiera que le viera... Y veo que tu no eres la excepción.-

Una sonrisa apareció en el rostro de aquel hombre.

Farfadox nunca pensó que el tan brillante general Shadoune tuviera unas vibras tan cansadas y tristes, casi como si estuviera pidiendo ayuda, o como si estuviera sacrificando su estado físico buscando al traidor del Nether, aquel que había puesto todo de cabeza en cuestión de segundos al actuar frente a sus ojos.

No lo entendía, ni tampoco tenía intensiones de hacerlo.

Entrecerró ambos ojos, dándole una última mirada al retrato en la pared, para así enfocarse en el punto principal de su visita, no es que fuera un forro de mierda, pero se negaba a investigar el pasado del culpable de la triste realidad de su hogar y tener algún tipo de empatía con él, cuando se suponía que su meta principal era acabarlo.

-La Corte me envió esta invitación.- Explicó, sacando de su armadura un pedazo de roca tallada con un mensaje.- Quieren que sea parte del pelotón Netherite y trabaje para usted en la emboscada al Overworld.- Esperó con paciencia a que el demonio tomara la piedra, para así colocar una de sus manos sobre el pecho de su armadura.- Prometo prestar mis fuerzas para acabar con esta guerra y liberarnos de esta basura, si usted me permite trabajar aquí, no se arrepentirá.-

Shadoune sonrió, aun con esa pizca de nostalgia en su mirada, y aunque podía ser como Rich, prefirió continuar con la delicadeza que tanto le caracterizaba, después de todo, aún en la guerra cruel, el compañerismo era lo único que les quedaba luego de haberlo pedido todo.

-Serás un gran guerrero, Farfadox, algo me lo dice, y yo nunca me equivoco con estas cosas.-

El Traidor Del NetherWhere stories live. Discover now