De pronto, mientras leo, mi paz se ve seriamente afectada al ver como una bola de electricidad aparece frente a mí momentáneamente... y con ella el dios del trueno.

Me le quedo viendo impactada. Éste con una toalla rodeando su cintura, su cuerpo y cabellos mojados. Su ceño fruncido, y sus manos en dos puños firmes a ambos lados de su cuerpo.

Trago hondo al verlo así.

—Te crees muy graciosa, ¿no? —Dice con una leve sonrisa sarcástica en el rostro. Porque en el fondo se notaba que estaba demasiado molesto como para sonreír genuinamente.

—¿Disculpa? —Digo tratando de ocultar mi nerviosismo. Sé que me descubrió.

—¿Colocarle algo en descomposición a mi ropa te resultó muy divertido? —Me señala y da un paso al frente. Sus pies descalzos, su cabello dorado goteando agua hacia su frente.

—No sé de que estás hablando, Zeus. —Vuelvo, tomo el libro y comienzo a leerlo. Tratando de ignorar a este sexy y sensual dios de la perdición que tenía frente a mí.

—¡Mírame mientras te hablo! —Zeus toma el libro de entre mis dedos y lo lanza con mucha fuerza hacia la derecha. El libro desaparece de mi rango de visión en solo un segundo.

Yo subo la mirada, molesta; y le veo a los ojos.

—Tengo una puta reunión en menos de 15 minutos, y tú arruinaste toda mi maldita ropa, Ana. —Su pecho subiendo y bajando aceleradamente.

Yo solo le miro con muy mala cara... aquel era uno de mis libros favoritos.

—Ya te dije que no sé de qué hablas. —Me cruzo de brazos y volteo el rostro hacia la derecha, para no mirarle.

Él inmediatamente me toma de un brazo y me pone en pie. Yo trato de zafarme, pero su agarre es muy fuerte.

—Solo has sido una piedra en el zapato desde que llegaste. —Acerca su rostro al mío y me mira con desprecio. Yo me quedo callada, mirándole seriamente.

—Si tanto te molesto en tu predicado Olimpo, ¿por qué mierdas no haces algo para deshacerte de mí? ¿Por qué no me envías de regreso? —Le digo entre dientes. Su respiración rebotando sobre la piel de mi rostro.

—Créeme, nada me gustaría más que te largaras de aquí. —Mi mirada penetrante hacia este dios cascarrabias.

—¡Eres un idiota!

—Créeme, no he sido un idiota, pero puedo ser el más grande si así lo deseas. —Sube mi mano hacia la pared tras mi espalda y la pega a ella. Mi cuerpo se estampa bruscamente con la pared y yo suelto un quejido. Su mirada clavada en la mía.

—Me encantaría verlo entonces. —Me acerco aún más a su rostro, nuestras narices casi rozando la una con la otra.

—Creme, lo haré.

Zeus hace una mueca de coraje con la boca para acto seguido desaparecer frente a mis ojos en una bola de luz azul.

Yo solo pateo una caja en el suelo, molesta.

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Después de aquella discusión en la biblioteca con el dios del trueno, decido quedarme en el lugar para leer un rato y despejarme la mente de toda esta mierda que estaba pasando. Aunque para serles sinceros, no había podido concentrarme en ni una sola de las oraciones de aquellas páginas del libro.

No lo sé, todo esto me tenía con la mente dando vueltas hacia todas partes. Mis pensamientos en todo menos en aquello que trataba hacer... leer.

Zeus © Where stories live. Discover now