Prólogo

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Movimientos elegantes e inclusive hipnotizantes, la pasión del hombre causaba no más que temor a quien le mirase desde las lejanías rompiendo las reglas de alguien ya fallecido.

Rich era un Wither apasionado, con la capacidad de pelear contra un ejercito entero si así lo quisiera, un alma podrida por la naturaleza del infierno, lleno de curiosidad infantil y destreza de un asesino. Nadie era capaz de replicarle cada vez que tomaba una decisión, ni tampoco de negarse a sus ordenes.

Su puesto como general del ejercito era una bendición para los monstruos del abismo, así como una maldición para los débiles, aquellos pobres diablos que acababan en el suelo escupiendo sangre por la dureza del entrenamiento.

Un tirano, un diablo, un demonio, un ángel, una bendición, la más grande perdición.

Él era cielo y tierra, lava y agua, una constante diferencia de bandos se mostraba en cada conversación donde su nombre aterrizaba, varios sobre nombres los cuales iban desde lo horrorozo hasta lo más bello.

Nadie jamás estaría de acuerdo en una sola forma de verlo, nadie notaria que en tan fiel capitan había tanto belleza como destrucción, ni tampoco sabría cual sería su último movimiento.

—¡Rich!—

Todos, excepto él.

—Detente, por favor, no sabes lo que estas haciendo, ¡Estas siendo un estupido!—

Exclamó el demonio de cuatro caras, colocándose frente al wither, quien le miraba con indiferencia.

—Si activas el portal, se romperá la regla más importante de la corte, te convertirás en traidor y tendremos que ir detrás de tu cabeza, ¿Quién sabe que hará la gente del Overworld? ¡No quiero ser tu enemigo ni tampoco iniciar una guerra!—

Shadoune, su fiel mano derecha, su compañero de alegrías y tristezas, ambos habían crecido codo a codo cubriendo sus espaldas ante la crueldad de la vida, ambos sabían que podían confiar en el otro incluso si se trataba de la muerte misma. Alguien que le conocía con el detalle en que alguien conoce la palma de su mano.

—Quítate de en medio.—

Ordenó, afilando su mirada y sosteniendo su espalda en señal de amenaza.

—No serías capaz.—

—Retame y verás que tanta es mi decisión sobre esto.—

Una mirada incredula y dolida apareció en el rostro del demonio, logrando causar comezón en las palmas del futuro traidor.

—Rich...— Llamó, esta vez con un tono más suave, a la par que sus manos se bajaban en son de tregua.— No quiero que te lastimen.—

Odiaba tanto cuando su camarada era delicado, pues esa era una señal de que tan mal estaba al respecto de sus decisiones.

Rich bajó la espada y la colocó en su funda, desviando la mirada poco después, negándose a ver el rostro de su compañero directamente, pues sabía que cedería ante este si continuaba con una mirada suplicante.

—No quiero seguir aquí, encerrado.— Comenzó un discurso no prácticado.— El Nether son los mismos 4 biomas, es hermoso, no te lo voy a negar, pero, ¿Nunca haz querido ver más allá? ¿Comer algo distinto? ¿Explorar mundos?—

Dio unos pasos atrás, alzando sus brazos con una pasión inigualable para aquel que no compartiera su forma de pensar.

—Vivir algo diferente, ver criaturas nuevas, guerreros nuevos, caras nuevas, todo aquello que nos prohíben tiene pintas de ser maravilloso, solo pensarlo se me pone la piel de gallina, tío.— Una sonrisa apareció en sus labios, aquellos formados por piel sintética que a veces tenía que regenerar por su cuenta.— Tu mismo haz leido esos libros sobre el Overworld, Shadoune.—

Con valor, encaró a su amigo de vida, esperando que este correspondiera su emoción y pasión por las cosas nuevas, sin embargo, este parecía afligido, como si estuviera escuchando los alardidos de un tirano egoista que buscaba su bien propio.

—Rich...— Comenzó, acercandose al wither con delicadeza, como alguien apunto de domesticar a un gato, cuidando cada movimiento y palabra, no queriendo hablar muy alto, ni tampoco muy bajo.— Claro que llama mi atención, pero las personas como tu y yo no somos bienvenidos ahí, la gente del Overworld nos odia, así como nosotros a ellos.—

Shadoune presionó sus labios entre si, queriendo convencer a Rich de detener su plan, pues, a pesar de no tener malas intensiones, las consecuencias de buscar explorar al mundo no valdrían el respirar aire fresco, o al menos eso es lo que él creía.

—Iniciarias una guerra, irían detrás de ti, la corte va a condenarte a pena de muerte.—

Ambas manos se encontraron, y en un movimiento por parte del demonio, los dedos se entrelazaron en busca de una promesa inexistente, una promesa que posiblemente jamás sería dicha en voz alta, pues a final de cuentas, el Wither tenía esa expresión afilada, con decisión, tan caracteristico de alguien como sólo él lo era.

—Prefiero morir en batalla habiendo explorado el mundo antes que morir en batalla sin haber vivido más que una rutina.—

El agarre se rompió apenas la sentencia fue dada, Rich quitó de su camino a Shadoune y dio los últimos pasos al frente, dando la cara al portal que sólo necesitaba fuego para ser encendido.

—Si entras ahí, serás mi enemigo, Rich.—

Shadoune ni siquiera le volteó a ver, se mantuvo dandole la espalda, adolorido por la traición de su amigo, adolorido por el futuro catastrófico que estaba apunto de ser escrito, a sabiendas de que muchos morirían por la tirania de quien antes les protegía.

—Tu siempre serás mi mejor amigo, Shadoune.—

Una luz morada brillo casi a la par que el sonido del mechero causó eco en aquel sitio desierto, el suelo tembló durante unos segundos.

El demonio de cuatro caras cerró sus ojos, a la par que el sonido del portal resonaba, y luego de unos segundos llenos de arrepentimiento, dio la vuelta para rogarle al wither que se quedara.

Pero lo único que encontró fue un portal encendido, sin rastro alguno de su compañero del alma.

El Traidor Del NetherWhere stories live. Discover now